Otra vez las carreteras de Sinaloa convertidas en tablero de protesta... y otra vez la autoridad mirando hacia otro lado, como si el bloqueo de una vialidad federal fuera cosa de rutina o, peor aún, un problema que se resuelve solo.
Mientras los productores mantienen cerradas las casetas y levantan la voz porque el campo está ahogado, la respuesta gubernamental parece reducida a un “ya veremos”. Los tramos se llenan de filas de vehículos, los conductores desesperan, los productores pasan la noche a la intemperie... y la autoridad, esa que debería estar ahí para destrabar el conflicto, sigue sin aparecer con algo más que comunicados tibios.
Lo grave es que no es nuevo: cada temporada de tensión agrícola Sinaloa termina viviendo las mismas escenas: casetas cerradas, tráilers varados, compromisos rotos, y las mismas omisiones.
El Gobierno federal y el estatal siguen apostándole al desgaste, como si ignorar las señales de crisis no fuera, precisamente, la receta para que el conflicto se vuelva permanente.
El bloqueo en Puente Sinaloa, en Las Brisas y en otros puntos es hoy un síntoma, no el origen: detrás hay productores que reclaman precios justos, apoyos concretos, certidumbre.
Pero mientras ellos sostienen su movimiento, la autoridad parece más preocupada por no incomodar a nadie que por resolver de fondo.
Y mientras tanto, ¿cuántas vidas en pausa? ¿Cuántos viajes interrumpidos? ¿Cuántos riesgos en la carretera sin que nadie tome el volante institucional?
Porque si algo queda claro es esto: las carreteras están tomadas... pero la indolencia más peligrosa es la del Gobierno.
Hay declaraciones que, por su peso político, deberían provocar una discusión seria sobre los mecanismos internos de los partidos y sobre la calidad real de nuestra vida democrática.
Pero a veces la coyuntura arma un telón perfecto para que hechos relevantes pasen casi en silencio.
Eso ocurrió este lunes con las palabras del Gobernador Rubén Rocha Moya, cuando afirmó que la decisión final sobre su candidatura en 2021 no la tomó Morena, sino el entonces Presidente Andrés Manuel López Obrador, tras revisar personalmente la encuesta interna.
Mientras Rocha revelaba este episodio, que en cualquier otro momento habría sido titular nacional, el País lidiaba con bloqueos en casetas y carreteras por el paro nacional del campo, Sinaloa incluida, el día estaba tomado por otro tipo de urgencias, vaya.
Y también es cierto que esto no fue un tema preparado para la agenda pública; surgió porque alguien se atrevió a preguntarlo en su conferencia.
Pero el contenido es de enorme relevancia. No por alimentar la confrontación entre bandos, eso es lo menos interesante, sino por lo que revela sobre nuestras estructuras políticas y el entendimiento de “democracia” al interior de los partidos.
El Gobernador narra que el Comité de Encuestas de Morena estaba por nombrar a otro candidato, que las definiciones se suspendieron dos veces, que existían presiones internas para favorecer a un aspirante que no encabezaba las preferencias.
Hasta ahí, una historia repetida en muchos partidos y en distintos momentos de la historia reciente: tensiones internas, favoritismos, negociaciones, y un proceso que en ocasiones se aleja de la transparencia ideal.
Lo verdaderamente relevante es lo que viene después, el reconocimiento expreso de que la decisión final la tomó el Presidente, porque él pidió la encuesta, revisó los números y dijo quién debía ser el candidato.
Se puede debatir si la intención del Presidente fue pragmática, garantizar la victoria respaldándose en la preferencia ciudadana, o si fue una señal de centralización del poder partidista.
Se puede discutir si eso contradice o confirma la narrativa democrática que se promueve desde Morena.
Pero el punto central es otro, cuando un actor político admite con esta claridad la intervención directa de la figura presidencial en un proceso interno.
Cada persona tendrá su interpretación, pero lo que sí queda claro es que la “verdad” política siempre se tensiona entre quién la cuenta, desde dónde se cuenta y cuándo se cuenta. Rocha lo dice ahora, cuatro años después, en un contexto donde su posición ya no está en disputa y donde la declaración no lo pone en riesgo.
Esa “verdad”, o esa versión de ella, aflora únicamente porque se dio la oportunidad de preguntarla, y porque ese día no había filtros que la contuvieran. No porque el sistema político la demande, ni porque las instituciones la sancionen, ni porque la cultura interna de los partidos incentive a transparentar estos episodios.
Y quizá eso es lo más revelador, que las grandes verdades de la política mexicana siguen dependiendo del azar, de una pregunta lanzada en una conferencia, de un momento sin vigilancia mediática, de un día donde las casetas bloqueadas hacen ruido suficiente para que declaraciones de alto voltaje pasen como si fueran anecdóticas.
Por la crisis de inseguridad por la que atravesamos, desde septiembre de 2024, propiciada por la guerra interna del Cártel de Sinaloa, en Culiacán hemos sufrido de manera devastadora esta situación de violencia.
Por esto, ayer la especialista en tanatología Verónica de León, del organismo civil Déjalos ir con amor, alertó que la región se ha visto inmersa en una situación de guerra donde hay múltiples pérdidas y fallecimientos todos los días, algo que ha generado un impacto importante.
Estas múltiples pérdidas, señaló, sufridas por la sociedad culiacanense, como los fallecimientos, desapariciones y muertes violentas, además del otro tipo de pérdida, como las de la rutina, la confianza, el trabajo y los negocios, ha provocado que hoy nuestros hijos y familiares sufran de ataques de angustia o ansiedad
“Porque en Culiacán venimos de una pandemia y luego venimos de esta violencia y tenemos en promedio cinco años con un grave problema de salud mental”, recalcó.
Mostró además su preocupación por cómo los ataques de pánico, los intentos de suicidio y las depresiones han desenmascarado el sistema de salud.
Y que las pérdidas económicas y el desempleo, cierre de empresas y una crisis severa generada por el sobreendeudamiento y el cambio drástico en los ingresos familiares han generado en la población problemas emocionales al punto del suicidio.
Otro dato interesante que mostró es que estiman que haya una migración de unas 200 mil personas a otras partes del estado o del País.
De León sostendrá una charla sobre este tema el próximo 1 de diciembre, cuando celebre los 22 años de su organismo civil en Culiacán.
Si le interesa el tema de los duelos, la especialista tiene muy buena información.