en hospitales
Cuando el propio secretario de Salud admite que es “muy fácil sacar la vuelta” a los detectores de metal en los hospitales de Sinaloa, lo que en realidad confiesa es que la seguridad es un adorno, un protocolo de papel que se cumple sólo en apariencia.
El homicidio dentro del Hospital General de Culiacán el pasado 30 de agosto exhibe una omisión grave: filtros que existen, pero que el personal no utiliza, y guardias que han normalizado mirar hacia otro lado. No se trata de un error aislado, sino de una cadena de descuidos que abrió la puerta para que un asesino disfrazado de médico entrara sin problema y matara a un paciente de 21 años.
La declaración de Cuitláhuac González Galindo deja claro que las autoridades saben que los protocolos se han relajado. La pregunta es: ¿por qué no se corrigió antes? La crisis de violencia en los hospitales no es nueva. En apenas un año, ya van cuatro ataques en centros de salud estatales, con un saldo de al menos seis muertos y varios heridos. El caso más reciente, la masacre en el Hospital Civil, debería haber encendido todas las alarmas.
El Gobernador pide “una evaluación más estricta”. Pero la sociedad espera algo más que evaluaciones: acciones inmediatas y contundentes para blindar los espacios donde la vida se supone que debe cuidarse, no perderse.
Porque si hoy es fácil esquivar un detector de metal en un hospital, mañana puede ser igual de sencillo entrar con un arma a un aula universitaria o a cualquier otro espacio público. Y entonces ya no estaremos hablando solo de omisiones, sino de un fracaso absoluto del Estado para garantizar lo más elemental: seguridad.
Claramente no es algo que quisiéramos asegurar, pero salvo un verdadero milagro o suceso extraordinario, Sinaloa cumplirá un año secuestrado por una pugna criminal entre facciones del Cártel de Sinaloa, cuya mayor víctima es la ciudadanía.
Se toma como punto de ruptura, literal y metafóricamente, ese 9 de septiembre del 2024, porque aunque lo que había antes no era ni mucho menos un clima de paz, al menos permanecía esa sensación de que las actividades de las y los sinaloenses podían realizarse de manera normal, o al menos podíamos convencernos de ello.
Pero desde que se declaró abiertamente esta disputa entre “Los Chapitos” y “Los Mayos”, Sinaloa pasó de ser una entidad reconocida como productora de alimentos, con grandiosos destinos turísticos y ambiente fiestero, a ser ese sitio al que nadie quiere llegar, o si llega, estar el menor tiempo posible.
Y como hemos dicho varias veces en este espacio, la sociedad sinaloense no merece esto.
Una de las vías más recurrentes que hemos visto en este año de agravante violencia para reclamar y exigir a las autoridades que hagan lo que les toca, ha sido con marchas, plantones, manifestaciones y concentraciones masivas que sirvan para reflejar que no es capricho ni reniego de unos pocos, sino que todos están hartos..
Este domingo, asociaciones civiles y organismos gremiales organizarán una marcha que no tiene otro fin más que permitir al ciudadano de calle que pueda expresar lo que siente y ha sentido desde hace un año, a alzar la voz para denunciar que le han quitado su sitio de esparcimiento, que el ruido de las balas ya no lo dejan dormir a gusto, o que ha perdido su trabajo porque todo se fue al garete.
Dentro del grupo que impulsa esta movilización está el chef y empresario Miguel Taniyama, ese mismo que aprovechó un espacio en el Cabildo Abierto de Culiacán para decirle al Alcalde, Juan de Dios Gámez Mendívil, que las canchas de fútbol son muy bonitas, pero al municipio le urge que su líder ponga atención en lo que más importa ahora mismo.
Ese misto chef que estuvo metido en la iniciativa de “Jalemos con la Banda” para que las y los culiacanenses pudieran recordar, aunque sea un par de horas, lo que se siente una tarde rodeados solo del ruido de la música banda y el aroma de un buen aguachile.
Y ayer al invitar a esta marcha, el restaurantero fue claro en reconocer que la ciudadanía ha reconocido su parte de la responsabilidad de que estemos como estemos, porque este problema efectivamente se ha construido desde todos los ejes, pero así como ya se aceptó la carga ciudadana, toca que el Estado no solo reconozca su parte de responsabilidad, sino que actúe, corrija y entregue resultados.
Esperemos que esta nueva convocatoria mantenga un sentido y trasfondo ciudadano, que se apegue exclusivamente a reflejar el hartazgo justificado e incesante, porque incluso estas últimas semanas parecía que por fin se avanzaba en alcanzar la tranquilidad, pero de repente salen masacres en hospitales y nuevamente balaceras a plena luz del día.
Ojalá sea una marcha con un solo discurso, propósito y visión: pedir que Sinaloa vuelva a ser de los sinaloenses.
El conflicto transportista en Mazatlán, entre las Águilas del Pacífico y la Alianza de Camiones Urbanos, ya se había tardado en estallar.
Ninguna de las dos alianzas brinda un servicio óptimo a favor de los usuarios, ni les da por la calidad, frecuencia de rutas y limpieza.
Por una parte la de Camiones Urbanos de Mazatlán sigue manteniendo unidades viejas sin aire acondicionado, que con este calor resulta insoportable viajar en ellas; además traen unidades sucias, con asientos quebrados y hasta de un asiento, circulan con unidades muy llenas, los choferes mal vestidos (la mayoría), tardan mucho en pasar entre camión y camión durante la semana y no se diga sábado y domingo, que hasta una hora o más hacen esperar a los usuarios.
No es cierto que sean 8 o 10 minutos, máximo, lo que tarda un camión en pasar.
Y poco a poco han alargado sus rutas sin permiso.
Pero también las Águilas del Pacífico tienen unidades viejas, sucias, aunque la mayoría con aire acondicionado.
Su servicio lo terminan temprano y también no pasan muy seguido las rutas. Los afectados son en gran mayoría los trabajadores y los estudiantes.
En fin, señor Gobernador Rubén Rocha Moya, hoy que estará de gira por Mazatlán, aquí tiene la oportunidad para que su dirección de Vialidad y Transporte se ponga a trabajar y haga su chamba para obligar a que mejore el servicio de camiones urbanos en Mazatlán y que sea un ejemplo para el resto del estado.
Veremos como transcurre el inicio de la ampliación de rutas para la zona de Pradera Dorada. Que todo sea en beneficio de los usuarios.