La postura de la regidora Erika Sánchez Martínez plantea una crítica válida que merece atención: si la situación de violencia en Culiacán no ha cambiado sustancialmente desde hace ocho meses, es lógico cuestionar si la estrategia actual, o su ausencia, está funcionando. El señalamiento de que no existe un plan claro por parte del Ayuntamiento de Culiacán no puede tomarse a la ligera, sobre todo cuando no hay evidencia pública de un diagnóstico ni de una ruta definida para enfrentar la crisis.
Resulta también contradictorio que, en medio de esta situación, el presupuesto destinado a seguridad pública para 2025 sea inferior al del 2023. Si el problema ha persistido o incluso empeorado, reducir los recursos destinados a atenderlo no parece una decisión congruente con la realidad.
Además, si dentro del Cabildo se han presentado propuestas específicas, como la instalación de botones de pánico o la conformación de una comisión especial, y estas han sido sistemáticamente ignoradas, se pierde la oportunidad de construir soluciones desde el consenso, fundamental en gobiernos democráticos.
La ausencia del Alcalde en el debate público sobre la violencia es una omisión significativa. Un gobierno que no comunica su estrategia frente a una crisis genera incertidumbre, y esa incertidumbre debilita la confianza ciudadana. No se trata de exigir declaraciones por protocolo, sino de asumir la responsabilidad política que implica gobernar una ciudad con serios desafíos en seguridad.
Si no hay estrategia y si no hay apertura al diálogo, entonces no es extraño que la percepción pública sea la de un gobierno municipal que simplemente no está haciendo lo necesario.
Mientras tanto, el Alcalde Juan de Dios Gámez se ha limitado a aparecer en actos públicos para entregar calles pavimentadas o canchas deportivas, obras que si bien son necesarias, se construyen con recursos públicos y no sustituyen la obligación de enfrentar de manera frontal la crisis de violencia que afecta la vida diaria de la ciudadanía.
Entre los tantos malabares que se ha aventado el Gobierno de Sinaloa desde septiembre pasado, para hacer como que hacen, sin terminar de hacer algo, está el mentado operativo de “Culiacán en Movimiento” que buscaba reavivar la vida y actividades económicas nocturnas en la capital.
Recordará usted que anunciaron aquel plan de seguridad con bombo y platillo, como si de repente Ciudad Gótica se transformara en Disneylandia para las y los culiacanenses.
Pues han pasado casi dos meses, y lo que parecía un buen augurio para pensar que los culichis podrían recuperar un poquito de la noche que les ha robado la inseguridad, pues parece que se ha quedado estancado.
La presidenta de la Cámara de Comercio, Servicios y Turismo de Culiacán, Guadalupe Zavala Yamaguchi, afirmó que por mucha faramalla que traía consigo el “Culiacán en Movimiento”, los comercios en la ciudad nomás no terminan por volver a sus horarios tradicionales.
La representante de Canaco se refirió específicamente a las plazas comerciales de Culiacán, que ya tendrá en mente algunas, que continúan cerrando sus puertas a la clientela a eso de las 19:00 horas, o las 7 de la noche, que poco ayuda para reactivar y recuperar la dinámica del comercio nocturno.
Cierto es, y se ha percibido, que la afluencia vehicular y algunos establecimientos en Culiacán ya se animan a operar hasta las 8 o 9 de la noche, e incluso un poco más, pero pareciera que eso es a pesar de, y no gracias a la acción de nuestras autoridades.
Lo más preocupante de todo es que dentro de la crítica de la presidenta de Canaco, también va un reclamo a que las corporaciones de seguridad no hacen notar su presencia en los puntos económicos de la ciudad, pues siguen ocurriendo despojos y asaltos en estos sitios.
Y sí, los señalados en este sentido serán las fuerzas federales y estatales que participan y forman parte de esta estrategia, pero siempre es bueno recordar que Culiacán tiene un Gobierno municipal que debe hacerse responsable.
La exigencia y denuncia continua en este espacio ha sido que el Alcalde Juan de Dios Gámez Mendívil sólo se encarga del Culiacán donde no se escuchan balazos ni perpetran crímenes, y del Culiacán donde sí ocurre ya habrá quien se encargue.
Y en materia de seguridad, el Secretario de Seguridad Pública Municipal, Sergio Antonio Leyva López, conocido como “El Oso”, pues parece que lleva hibernando desde septiembre, porque nomás supimos de él cuando desarmaron a su corporación por una revisión opaca.
Sería ingenuo esperarlo viendo cómo ha transcurrido esta crisis de seguridad, pero ojalá que también le echen un ojo de manera urgente a la protección de la vida económica en la capital, sobre todo a lo que pasa cuando el sol deja de quemar y las calles siguen ardiendo.