MALECÓN
28/02/2025 04:00
    Malecón es columna institucional de esta casa editorial. / malecon@noroeste.com
    Cuarenta años se tardaron los estadounidenses, pero lo lograron. Por fin, tienen bajo su sistema de justicia al capo sinaloense Rafael Caro Quintero.
    40 años después

    Cuarenta años se tardaron los estadounidenses, pero lo lograron. Por fin, tienen bajo su sistema de justicia al capo sinaloense Rafael Caro Quintero.

    Y decimos las cuatro décadas, porque fue exactamente el 9 de febrero de 1985 cuando murió asesinado el agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena, el mexico-estadounidense que se infiltró encubierto al Cártel de Guadalajara.

    La afrenta para el Gobierno estadounidense fue tal que Caro Quintero, señalado como el principal orquestador del secuestro y muerte del agente, se convirtió desde entonces en un “objeto de deseo” por parte de la justicia norteamericana.

    Lo interesante es no dejar de lado cómo México pudo negarse a tal extradición durante cuatro décadas. Fuertes influencias se movieron, y en los corrillos políticos se habla de que funcionarios federales de alto nivel, aún vigentes después de tantos años, habrían intervenido para impedir la extradición del capo sinaloense que reinaba en el hampa en los años 80, y que en años recientes, tras ser liberado por un tecnicismo luego de más de 28 años en la cárcel, salió y creó un nuevo cártel, el conocido como Cártel de Caborca, en los límites de Sonora y Sinaloa.

    Finalmente fue reaprehendido y ahora sí la justicia estadounidense lo tiene en su poder.

    Lo que no queda claro es bajo qué marco legal se hicieron los “traslados” de los 29 acusados a EUA. ¿Son todas extradiciones con todas las de la ley? No lo parece y no sabemos nada aún.

    ¿Quién vigila a quién
    en Sinaloa?

    La reciente revelación de que la delincuencia en Sinaloa ha instalado una red de videovigilancia clandestina casi tan extensa como la del propio C4 en Culiacán y hasta en Navolato y Mazatlán, es una muestra clara del control que estos grupos ejercen sobre el territorio.

    No es sólo un tema de tecnología, sino de poder: mientras la autoridad se esfuerza por mantener el orden, los grupos criminales han demostrado una capacidad operativa que rivaliza con la del Estado.

    En sólo ocho días, se han retirado casi 500 cámaras clandestinas en Culiacán, Navolato y Mazatlán, evidenciando la magnitud del problema. La sorpresa expresada por el Consejo Estatal de Seguridad Pública sobre este fenómeno sólo deja en claro lo poco que se conocía sobre esta práctica, lo que a su vez plantea preguntas incómodas: ¿cómo es posible que un despliegue de este nivel pasara desapercibido? ¿Dónde estaba la inteligencia del Estado? ¿Quién vigila a quién en Sinaloa?

    Hasta la ironía da miedo, pues se suponía que las cámaras gubernamentales eran herramientas para garantizar la seguridad, pero en la práctica, parece que la delincuencia lleva la delantera en la vigilancia del espacio público.

    El retiro de estas cámaras es positivo, pero llega tarde. La ciudadanía ha pasado años siendo monitoreada por los mismos grupos que imponen el miedo y la impunidad. Además, si estos dispositivos estuvieron operando durante tanto tiempo sin ser detectados, la pregunta fundamental sigue en el aire: ¿qué más está viendo la delincuencia que la autoridad no puede ver?

    El problema no es nada más la existencia de estas cámaras, sino lo que representan: un Estado que no sólo ha perdido el monopolio de la fuerza, sino también el de la vigilancia. Más que paradójico, resulta alarmante.

    Arranque súper vigilado, pero arranque al fin

    Pues con todo y todo, anoche arrancó ya el Carnaval de Mazatlán... lastimado tal vez, hasta con raspones quizá, pero la tradición, la organización y la institucionalidad con que se maneja este que es el máximo evento en el puerto y tal vez en Sinaloa, logró salvar su inicio.

    Contra muchos pronósticos y hasta aves de mal agüero, la fiesta se impuso, la gente salió, acudió al estadio a la coronación del Rey y el concierto 90’s Pop Tour, y todo indica que hoy será igual con la coronación de la Reina de los Juegos Florales y la aparición estelar de uno de los grandes en México, Plácido Domingo.

    Anoche en el estadio Teodoro Mariscal, sede del evento de coronaciones y conciertos, sí pudieron observarse varios detalles diferentes a anteriores ediciones.

    Primero que nada se notó una nutrida asistencia, pero no un lleno. O sea, la gente sí respondió, pero nada que ver con, por ejemplo, el año pasado. Muchos lugares vacíos, y se entiende.

    Esto hizo que surgiera el otro detalle diferente, los accesos estuvieron mucho más relajados, en el sentido de que hasta el mismo personal acomodador, le decía a los que iban llegando que podían sentarse donde fuera, no necesariamente en un lugar asignado. Por supuesto con el control de las áreas a las que permitían el acceso desde el origen, según los boletos, pero ya los asientos, eran por la libre.

    También destacó la amabilidad de todo mundo. Los de las puertas, los acomodadores, hasta los propios policías que estaban en la entrada, recibían a la gente con un saludo alegre y se notaba un dinamismo positivo. Suponemos que fue la orden desde arriba, pues el horno no está para bollos.

    Por supuesto el súper detalle, o el súper elefante en la sala, del que sí todo mundo habla, fue el despliegue de las fuerzas militares, policiacas y de auxilio. Había tal cantidad de vigilancia, que por momentos intimidaba. Pero pues ahí sí no había de otra.

    Hasta debajo
    de las piedras

    Y en él mismo tenor carnavalero, por la mañana de ayer se llevó a cabo el siempre vigente esculque que hace la Policía Municipal de Mazatlán en la zona de playa en Olas Altas al inicio de cada edición de la máxima fiesta mazatleca, donde busca debajo de las piedras posibles objetos punzocortantes o envases de vidrio para prevenir que sean utilizados para agredir a alguna persona, operativo que ayer tuvo invitados especiales: los elementos del Ejército, Marina, Guardia Nacional y Policía Estatal.

    En el despliegue policiaco en las áreas rocosas y de playa de la zona carnavalera de Olas Altas y Paseo Claussen, los elementos de las fuerzas federales, estatales y municipales contaron con apoyo de binomios caninos.

    En un primer esculque encontraron trozos de metales, al menos dos cuchillos, unas cinco botellas de vidrio y pedazos de vidrio, entre otras cosas.

    Aunque sólo se encontró eso, este barrido es parte del operativo para blindar Mazatlán, y ahora vaya que se notó el poder de las fuerzas federales en el mismo.

    40 años después

    Cuarenta años se tardaron los estadounidenses, pero lo lograron. Por fin, tienen bajo su sistema de justicia al capo sinaloense Rafael Caro Quintero.

    Y decimos las cuatro décadas, porque fue exactamente el 9 de febrero de 1985 cuando murió asesinado el agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena, el mexico-estadounidense que se infiltró encubierto al Cártel de Guadalajara.

    La afrenta para el Gobierno estadounidense fue tal que Caro Quintero, señalado como el principal orquestador del secuestro y muerte del agente, se convirtió desde entonces en un “objeto de deseo” por parte de la justicia norteamericana.

    Lo interesante es no dejar de lado cómo México pudo negarse a tal extradición durante cuatro décadas. Fuertes influencias se movieron, y en los corrillos políticos se habla de que funcionarios federales de alto nivel, aún vigentes después de tantos años, habrían intervenido para impedir la extradición del capo sinaloense que reinaba en el hampa en los años 80, y que en años recientes, tras ser liberado por un tecnicismo luego de más de 28 años en la cárcel, salió y creó un nuevo cártel, el conocido como Cártel de Caborca, en los límites de Sonora y Sinaloa.

    Finalmente fue reaprehendido y ahora sí la justicia estadounidense lo tiene en su poder.

    Lo que no queda claro es bajo qué marco legal se hicieron los “traslados” de los 29 acusados a EUA. ¿Son todas extradiciones con todas las de la ley? No lo parece y no sabemos nada aún.

    ¿Quién vigila a quién
    en Sinaloa?

    La reciente revelación de que la delincuencia en Sinaloa ha instalado una red de videovigilancia clandestina casi tan extensa como la del propio C4 en Culiacán y hasta en Navolato y Mazatlán, es una muestra clara del control que estos grupos ejercen sobre el territorio.

    No es sólo un tema de tecnología, sino de poder: mientras la autoridad se esfuerza por mantener el orden, los grupos criminales han demostrado una capacidad operativa que rivaliza con la del Estado.

    En sólo ocho días, se han retirado casi 500 cámaras clandestinas en Culiacán, Navolato y Mazatlán, evidenciando la magnitud del problema. La sorpresa expresada por el Consejo Estatal de Seguridad Pública sobre este fenómeno sólo deja en claro lo poco que se conocía sobre esta práctica, lo que a su vez plantea preguntas incómodas: ¿cómo es posible que un despliegue de este nivel pasara desapercibido? ¿Dónde estaba la inteligencia del Estado? ¿Quién vigila a quién en Sinaloa?

    Hasta la ironía da miedo, pues se suponía que las cámaras gubernamentales eran herramientas para garantizar la seguridad, pero en la práctica, parece que la delincuencia lleva la delantera en la vigilancia del espacio público.

    El retiro de estas cámaras es positivo, pero llega tarde. La ciudadanía ha pasado años siendo monitoreada por los mismos grupos que imponen el miedo y la impunidad. Además, si estos dispositivos estuvieron operando durante tanto tiempo sin ser detectados, la pregunta fundamental sigue en el aire: ¿qué más está viendo la delincuencia que la autoridad no puede ver?

    El problema no es nada más la existencia de estas cámaras, sino lo que representan: un Estado que no sólo ha perdido el monopolio de la fuerza, sino también el de la vigilancia. Más que paradójico, resulta alarmante.

    Arranque súper vigilado, pero arranque al fin

    Pues con todo y todo, anoche arrancó ya el Carnaval de Mazatlán... lastimado tal vez, hasta con raspones quizá, pero la tradición, la organización y la institucionalidad con que se maneja este que es el máximo evento en el puerto y tal vez en Sinaloa, logró salvar su inicio.

    Contra muchos pronósticos y hasta aves de mal agüero, la fiesta se impuso, la gente salió, acudió al estadio a la coronación del Rey y el concierto 90’s Pop Tour, y todo indica que hoy será igual con la coronación de la Reina de los Juegos Florales y la aparición estelar de uno de los grandes en México, Plácido Domingo.

    Anoche en el estadio Teodoro Mariscal, sede del evento de coronaciones y conciertos, sí pudieron observarse varios detalles diferentes a anteriores ediciones.

    Primero que nada se notó una nutrida asistencia, pero no un lleno. O sea, la gente sí respondió, pero nada que ver con, por ejemplo, el año pasado. Muchos lugares vacíos, y se entiende.

    Esto hizo que surgiera el otro detalle diferente, los accesos estuvieron mucho más relajados, en el sentido de que hasta el mismo personal acomodador, le decía a los que iban llegando que podían sentarse donde fuera, no necesariamente en un lugar asignado. Por supuesto con el control de las áreas a las que permitían el acceso desde el origen, según los boletos, pero ya los asientos, eran por la libre.

    También destacó la amabilidad de todo mundo. Los de las puertas, los acomodadores, hasta los propios policías que estaban en la entrada, recibían a la gente con un saludo alegre y se notaba un dinamismo positivo. Suponemos que fue la orden desde arriba, pues el horno no está para bollos.

    Por supuesto el súper detalle, o el súper elefante en la sala, del que sí todo mundo habla, fue el despliegue de las fuerzas militares, policiacas y de auxilio. Había tal cantidad de vigilancia, que por momentos intimidaba. Pero pues ahí sí no había de otra.

    Hasta debajo
    de las piedras

    Y en él mismo tenor carnavalero, por la mañana de ayer se llevó a cabo el siempre vigente esculque que hace la Policía Municipal de Mazatlán en la zona de playa en Olas Altas al inicio de cada edición de la máxima fiesta mazatleca, donde busca debajo de las piedras posibles objetos punzocortantes o envases de vidrio para prevenir que sean utilizados para agredir a alguna persona, operativo que ayer tuvo invitados especiales: los elementos del Ejército, Marina, Guardia Nacional y Policía Estatal.

    En el despliegue policiaco en las áreas rocosas y de playa de la zona carnavalera de Olas Altas y Paseo Claussen, los elementos de las fuerzas federales, estatales y municipales contaron con apoyo de binomios caninos.

    En un primer esculque encontraron trozos de metales, al menos dos cuchillos, unas cinco botellas de vidrio y pedazos de vidrio, entre otras cosas.

    Aunque sólo se encontró eso, este barrido es parte del operativo para blindar Mazatlán, y ahora vaya que se notó el poder de las fuerzas federales en el mismo.