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"OBSERVATORIO"

"Adivinándole las cartas al Gobernador. Además de Valdés y Mejía, ¿Vizcarra?"

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OBSERVATORIO

    alexsicairos@hotmail.com

     

    A simple vista sería sencillo resolver que a Quirino Ordaz Coppel solamente le quedan dos cartas fuertes visibles, Jesús Valdés Palazuelos y Juan Alfonso Mejía López, para designar al que competirá por el Partido Revolucionario Institucional en la elección de Gobernador de Sinaloa. Y un as oculto, Jesús Vizcarra Calderón, que de animarse reconfiguraría la fuerza ante el electorado no únicamente del PRI sino también del resto de los partidos.

    Como ningún otro Mandatario estatal que haya tenido en sus manos la decisión de a quién impulsar para que busque sucederlo en el cargo, Ordaz Coppel ha jugado, magistralmente hasta hoy, con las posibilidades de los priistas pretensos. Hace cinco años en estas mismas fechas nadie habría elucubrado siquiera que del empresario hotelero reconocido como buen administrador de las finanzas públicas emergiera el político que ahora es.

    Aunque la comentocracia local fija la exploración futurista en el presidente del Comité Directivo Estatal del PRI y el Secretario de Educación Pública y Cultura, lo cual sería acertado en condiciones normales, es un error reducir a dos las posibilidades sin desplegar todo el abanico sobre todo si el Gobernador ha sido imprevisible desde el momento en que tomó las riendas de Sinaloa el 1 de enero de 2017.

    De hecho, el gobierno de Quirino Ordaz se fundó en la impredecibilidad. Saltó al ruedo priista cuando nadie se lo esperaba debido a que sectores productivos y políticos se amotinaron en diciembre de 2015 ante el entonces Presidente Enrique Peña Nieto, con una sola petición: que Mario López Valdez no le heredara la Gubernatura a Gerardo Vargas Landeros. Quirino no pidió ser Gobernador; se lo ofrecieron.

    Enseguida fue impensable que ganara la elección con tan amplio margen, luego se tornó inverosímil que las encuestas lo ubiquen como el mejor calificado en el ranking nacional de gobernadores y tampoco alguien pudo anticipar que una vez que Andrés Manuel López Obrador accedió a Palacio Nacional cuajara una buena relación entre el morenista y el priista. En tal línea de comportamiento ninguno le adivinará qué trae en la baraja de 2021.

    Entonces hay que echar a volar la imaginación en lo concerniente al candidato o candidata que Quirino Ordaz abanderará por el PRI. Sin que haya quién le pueda sacar el nombre del “bendecido” tricolor es muy posible que, y aquí el que apueste gana, esperará a que los demás partidos postulen a sus aspirantes para medirlos y echarles un competidor de nivel. ¿Quién es? Si bien los pretensos más expuestos son Chuy Valdez y Mejía López, al resto de la “caballada” no se le puede dar por descartada.

    Ni siquiera a Jesús Vizcarra Calderón se le debe quitar de la lista. Al contrario, entre más se le complique al PRI la victoria electoral el 6 de junio de 2021 mayores probabilidades existen de que Quirino Ordaz salga con alguna sorpresa que defina a su favor la jugada en el ajedrez sucesorio y aquí entraría el empresario de la carne por más que éste diga que la actividad empresarial lleva prioridad sobre la acción política.

    Deletrearle a Vizcarra el “no” al que se aferra, en vez de desentrañar las señales que envía al participar en proyectos sociales de gran envergadura, podría atrapar desprevenido a los que lo dan por descartado. Es obvio que niegue su intención de aparecer en la boleta electoral porque se trata de la estrategia acertada para quien no busca crecer en las encuestas sino construir con discreción una victoria electoral.

    La buena relación con el Presidente López Obrador y la adecuada empatía con el Movimiento Regeneración Nacional, más el trato cordial con Quirino Ordaz, le dan para que a diferencia de 2010 los comicios en ciernes corran en un ambiente apacible y hasta de asentimiento entre las figuras que buscan las postulaciones a gobernador por las distintas siglas. He escuchado a varios de ellos decir que si Vizcarra es candidato nada tendrían qué hacer en la contienda por los votos.

    Agréguese también que el actual Gobernador desearía que alguna figura preponderante del empresariado lo releve y que cuando se mete el nombre de JVC en las encuestas la gente lo sigue valorando bien. Es decir, tal vez sea contundente el autodescarte de Vizcarra para 2021 por más que en el quehacer político el nunca jamás no exista, pero en el ámbito de los negocios se mueve, habla y construye como candidato.

    ¿Entonces qué? Pues esto sólo aventura que los naipes del Gobernador son más de los que se cree o se dice y que a como es de impredecible Quirino Ordaz algo reserva para de último momento poder soltarles un “¿ya ven? ¡Se los dije!” a los nerviosos desesperados y los fallidos pitonisos, sin mencionar a loa arribistas de toda la vida.

     

    Reverso

    El buen prestidigitador,

    Que todas las fichas agita,

    Debe ya decir, por favor,

    ¿Dónde quedará la bolita?


    Morena o chamuscada

    Primero se dijo que del 15 de noviembre al 15 de diciembre sería la encuesta de Morena para determinar quién será su candidato a Gobernador de Sinaloa; luego se precisó que el procedimiento se recorre para finales del mes en curso y al último se maneja la hipótesis del candidato por consenso. Sea cual sea el mecanismo, comienza a emanar el desagradable tufo de la desconfianza mientras el delegado asignado al estado, Américo Villarreal, o está escondido o no ha llegado a abrirle las válvulas a la olla de presión en que se convierte la selección del abanderado del partido que, si hoy fueran las votaciones, sin lugar a dudas las ganaría.

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