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"Opinión"

"Alianzas vergonzantes"

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04/12/2018

    Joel Díaz Fonseca

    La mayoría de los partidos políticos perdió la brújula desde hace varias décadas. En su afán por ganar comicios no dudaron en hacer alianzas con otros institutos, incluso con estatutos y principios contrarios a los propios.
     
    Así hemos visto en contiendas por gubernaturas, incluso por la Presidencia de la República, alianzas sui géneris. Enemigos irreconciliables como el PAN y el PRD al alimón en diversas contiendas; El PRI y el Verde en otras; el Panal y el PAN; el Panal con el PRI. En fin, todo un merequetengue que terminó por alejar a los partidos políticos del electorado.
     
    La sociedad vio asqueada cómo partidos políticos que alguna vez fueron realmente una opción contra los abusos y atropellos de los gobiernos priistas, terminaron mimetizándose con este partido. Adoptaron y asimilaron todos sus vicios y mañas.
     
    La contienda electoral del pasado 1 de julio dejó al descubierto esta realidad. Los partidos tradicionales fueron apabullados en las urnas por el Movimiento de Regeneración Ciudadana y su candidato, Andrés Manuel López Obrador, y lejos de que aquellos se replegaran para cuantificar el daño sufrido y replantear sus estrategias para un virtual regreso en mejores condiciones de competitividad, enfocan ahora sus baterías en tratar de ponerle piedras en el camino al Presidente constitucionalmente electo.
     
    El más visible es el PAN, quien parece no darse cuenta de que la contienda terminó hace cinco meses. Ha lanzado ahora una campaña tratando de desprestigiar al Presidente Andrés Manuel López Obrador comparándolo con personajes como Hitler, Stalin, Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Kim Jong-Un.
     
    “Estos hombres llevaron a la ruina a sus naciones”, se lee en el cartel que Acción Nacional ha empezado a difundir, en el que aparecen las efigies de los referidos personajes.
     
    El presidente nacional del PAN, Marko Cortés Mendoza, señaló al respecto que la campaña no lleva el propósito de comparar al Presidente López Obrador con los personajes elegidos para el cartel, sino dejar en claro que no permitirán que en México se instale una dictadura.
     
    “Vamos a defender derechos, libertades, vamos a defender las instituciones”, puntualizó el dirigente panista.
     
    Para muchísimos mexicanos esto huele más a “ardor” por una dolorosa derrota electoral que no esperaban, que a un verdadero interés por evitar que el gobierno tome por caminos distintos, que lleven al país a una dictadura, como presupone el dirigente nacional panista.
     
    Resulta curioso que esta campaña es lanzada justo cuando apenas inicia el nuevo gobierno, olvidándose de que todo el sexenio pasado le dejaron las manos sueltas a Enrique Peña Nieto, bajo cuyo gobierno se registró la más escandalosa y salvaje corrupción en toda la historia.
     
    El daño que Peña Nieto le causó al país fue monstruoso y el partido que ahora rompe lanzas con el recién estrenado Presidente no tuvo empacho en votar muchas de las iniciativas peñistas. En el colmo de la desvergüenza, su candidato presidencial, Ricardo Anaya, censuró luego, como estrategia de campaña, muchas de las iniciativas y proyectos de ley que él mismo aprobó como legislador.
     
    Las divisiones internas en el PAN son sin duda consecuencia de los desencuentros que este partido ha tenido en las últimas tres décadas a consecuencia de las alianzas que ha pactado con partidos de ideologías y principios contrarios, y hasta opuestos en muchos sentidos.
     
    ¿Alguien podría haber imaginado, por ejemplo, una alianza de Acción Nacional con el PRD o con el partido Movimiento Ciudadano? Los fundadores del PAN se rasgarían las vestiduras si vieran las alianzas de su partido con institutos políticos con postulados y principios contrarios a los suyos.
     
    Ya desde 400 años antes de Cristo el general japonés Sun Tzu señalaba que el arte de la guerra se basa en el engaño.
     
    En su libro El arte de la guerra, el estratega militar planteó también que con una evaluación cuidadosa se puede vencer, sin ella nunca.
     
    Los partidos políticos se han obnubilado en las últimas décadas con lo que postula el primero de estos principios, se han empeñado en engañar a la sociedad en aras de obtener victorias electorales, sin caer en la cuenta de que con esa estrategia se han alejado del electorado, que les ha vuelto la espalda.
     
    Lo que deben hacer es apegarse a la segunda estrategia de Sun Tzu, hacer una evaluación muy cuidadosa de lo que han hecho históricamente, buscando reconstruir los puentes con la sociedad, rotos con sus alianzas vergonzantes.
     
     

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