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"Dueñez*Empresaria"

"Apertura familiar"

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DUEÑEZ* EMPRESARIA

    ¿De qué depende la cultura de comunicación de las familias empresarias? 
    En los inicios de mi vida profesional me tocó aconsejar a una empresa familiar que vivía una cultura de total incomunicación (le llamé de cerrazón). Era todavía una empresa de primera generación. El fundador continuaba siendo el líder y sus hijos se encargaban de diferentes partes de la organización.
    La relación entre el padre y los hijos fluía bastante bien, pero entre ellos, los hermanos, había un absoluto mutismo. Muy rara vez se dirigían la palabra y procuraban generalmente no coincidir. El padre nos pidió ayuda para resolver esta situación. Nos encontramos con un absoluto desinterés de relación entre los hermanos. 
    Al abordar el tema con ellos planteamos varias preguntas: ¿Qué es la apertura? ¿Cómo se manifiesta? ¿Cómo la vivimos en esta familia?
    Con estas preguntas propiciamos la reflexión y el intercambio de puntos de vista. Éstas fueron las conclusiones de entonces.
    Las familias empresarias hacen frente a exigencias que las demás no viven. Sus miembros necesitan, antes que nada, cobrar conciencia de lo que implica compartir el supremo compromiso de administrar y multiplicar un patrimonio común. 
    Puede ser que el espíritu emprendedor o el afán de independencia de algunos familiares supere a su disposición a trabajar en equipo, y que entonces prefieran ejercer la Dueñez por separado, manejando un patrimonio propio. Esta postura es válida siempre y cuando se exprese la intención de actuar fuera del grupo y se negocie y acuerde cómo hacerlo sin afectar a la empresa de todos.
    Mientras decidan seguir unidos es evidente que los miembros de una familia empresaria enfrentan responsabilidades comunes, como construir y vivir una cultura de trabajo en equipo, una comunidad de valores y una forma de compartir el poder.
    No es posible atender adecuadamente esas responsabilidades si no existe una comunicación y coordinación entre quienes lideran los negocios de la familia. Hemos afirmado que la calidad de diálogo que se requiere, sobre todo entre los dueños activos del grupo familiar, es muy superior a la que usualmente se vive en las demás familias, que no necesitan del trabajo de conjunto.
    Para efectos de poder tomar decisiones y definir una visión común de futuro, de dirimir sus diferencias y resolver sus conflictos, las familias empresarias han de desarrollar una gran capacidad de comunicación que parta del compromiso incondicional de cumplir sus deberes, respetar sus acuerdos y perseguir con todas sus fuerzas los propósitos definidos.
    La apertura de los integrantes de la familia es una de las características fundamentales de ese diálogo de superior calidad. Apertura que sólo es real cuando parte de la rectitud de intención y de la congruencia de todos los involucrados.
    Entendemos entonces que la cerrazón es obscuridad y tinieblas, desconocimiento e incertidumbre, temor y desconfianza, ceguera y defensa. También es alimentar diferencias y hacerse a un lado; es enmudecer para ocultar; es silencio y complicidad, aislamiento y desunión; es excluir y excluirse, relegar y relegarse; es abandono y retirada, confinamiento y desconexión.
    Mientras que la apertura, por su parte, es aprendizaje y descubrimiento, aurora y principio; es saber confiar con valentía; es aceptarse y liberarse. También es vincularse, asociarse y acompañarse; es clarificar y facilitar; es hacer en común y buscar coincidencia; es destapar, revelar y desplegar; es participar, contagiar y expandir; es intentar y no dejar de luchar.
    Entendiendo así los extremos de apertura y cerrazón podemos contestar más fácilmente las preguntas inicialmente planteadas. También podemos concluir que las culturas familiares cerradas no llevan a ningún lado. No ayudan, y complican el esfuerzo de conjunto. Dificultan la convivencia e impiden avanzar.
    Cada miembro de la familia, sin excepción, puede contribuir a abrir o a cerrar la convivencia en su familia. Cada quien puede cambiar sus hábitos y su conducta. La responsabilidad es de cada uno.
     
    Carlos A. Dumois es Presidente y Socio Fundador de CEDEM.
     

    * “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.

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