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"Opinión"

"Del TLCAN al T-MEC"

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TIERRA NUESTRA

    Por razones políticas, el Presidente Donald Trump se negó a mantener el nombre de NAFTA (North American Free Trade Agreement), buscando dejar la impresión de que el USMCA (United States, Mexico, Canada Agreement) es un acuerdo completamente diferente del calificado por él como el peor acuerdo alguna vez firmado por Estados Unidos. Desde luego, Estados Unidos debía aparecer en primer lugar en el nombre.
     
    En la versión mexicana el nuevo acuerdo comercial ya no se denominará TLCAN sino T-MEC, con la letra de México al principio. Lo cual sugiere resistencia frente a la administración Trump. 
     
    Tanto Canadá como México fueron forzados a hacer concesiones que implicaban retroceder en beneficio de Estados Unidos a fin de mantener el esquema de integración regional, pero en sentido inverso consiguieron muy poco.
     
    El acuerdo comercial todavía está en proceso de afinamiento legal, de manera que no se conoce la versión final traducida al español. Su firma se realizará hasta el 29 de noviembre próximo en la reunión del G-20 en Buenos Aires, Argentina, pero todavía estará sujeto a aprobación en los senados respectivos. De ser aprobado tendrá vigencia por 16 años, a partir del segundo semestre de 2019.
     
    ¿Qué tanto representa un cambio trascendental el nuevo T-MEC respecto al TLCAN? La respuesta es que no mucho, a pesar del manejo de medios para consumo interno de la administración Trump. Desde la perspectiva de los partidarios de un comercio completamente libre el resultado de la negociación no es el deseable, pero pudo haber sido peor si Trump hubiera conseguido toda lo que pretendía, dado su enfoque sesgadamente proteccionista.
     
    Desde está visión la industria del automóvil en América del Norte perderá competitividad frente a las empresas europeas y asiáticas. La incorporación del comercio digital, en alineación con el Acuerdo Transpacífico, rechazado por la administración Trump, se ve como un avance, sin embargo, se advierte también que es probable que el USMCA induzca la recurrencia a la sección 232, frente a los países no miembros del acuerdo; la cual autoriza la aplicación de aranceles bajo el argumento de la seguridad nacional. El uso del argumento de seguridad nacional no favorece un comercio global abierto, pero tanto Canadá como México estaría protegidos ante medidas justificadas en ese argumento.
     
    Desde otra perspectiva, los críticos de la profundización de la liberalización comercial tampoco observan grandes cambios.
     
    En particular, el tratamiento dado al sector agrícola se conserva muy similar, ya que no se aceptó la restricción de estacionalidad en la entrada a Estados Unidos de productos frescos.
    Sin embargo, bajo una visión de soberanía alimentaria, en México, lo recomendable hubiera sido la exclusión de la agricultura, particularmente en lo que se refiere a granos, ya que las importaciones han sido crecientes y Estados Unidos continúa exportando a precios dumping.
     
    En materia de agricultura, la postura de Estados Unidos en el T-MEC se alinea a la idea de ratificación de los acuerdos de la OMC respecto a subvenciones a las exportaciones y los compromisos establecidos respecto a medidas de apoyo doméstico, competencia de las exportaciones y acceso a mercados. Cabe señalar que el acuerdo establece la obligatoriedad de informar y mantener transparencia respecto a las medidas de apoyo interno.
     
    La dinámica de la renegociación del TLCAN muestra que el proteccionismo del actual gobierno de Estados Unidos está enfrentando restricciones. El discurso del Presidente Trump no se está viendo reflejado en grandes logros en la negociación comercial ni en los flujos de comercio a favor del enfoque más agresivo de su administración. El entramado de intereses que de alguna manera están presentes en la propia administración de Donald Trump está acotando en la práctica su radicalidad.
     
    En su gobierno son muy influyentes grupos de poder económico que tienen presencia global, y que podrían salir muy dañados si el Gobierno de Trump persiste en su discurso en su enfoque altamente proteccionista. De hecho, analistas financieros dan dos años para que concluya el actual boom de la economía estadounidense, incentivado por el descenso de impuestos, antes de que ese país entre en una nueva situación crítica.
     
    La renegociación del TLCAN hizo ver lo problemático que es para el país la alta especialización en exportaciones hacia Estados Unidos, y respecto al sector externo como factor de crecimiento. En un enfoque precautorio, México debe plantearse muy seriamente la diversificación de mercados, y a la búsqueda de motores de crecimiento doméstico, más apoyados en el avance en la productividad.
     
    Además, los socios comerciales les están diciendo a México que no puede continuar basando su competitividad en salarios excesivamente bajos o en el deterioro ambiental. En el lenguaje de los críticos, no puede basar sus exportaciones en dumping social y ambiental. En estos aspectos, el T-MEC ya contiene mecanismos para contrarrestarlos.

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