"El meteorito"

Editorial

Después de la derrota en el proceso electoral del 1 de julio, el PRI anunció con bombo y platillo que es tiempo de una refundación, el viejo dinosaurio grita a los cuatro vientos que está listo para ser otro.

El problema del dinosaurio es que no se ha dado cuenta de que no se trata de cambiar de disfraz, como si pudiera quitarse las garras y cortarse su larga cola.

Ayer renunció su líder, René Juárez, apelando a la necesidad de un cambio del tamaño de la derrota, o sea, un cambio de tal magnitud que habría de barrerlos casi a todos.

El problema es que detrás de él no se escucha viento fresco, lo sucederían apellidos como Ruiz Massieu, Moreira, la vieja y ruda guardia que sigue medrando entre los escombros de un partido que se niega a transformarse.

Los priístas llaman a cambiar cuando se niegan a cambiar ellos mismos, el mismo René Juárez es representante del ala más dura e intransigente del PRI, traído al liderazgo, en un intento por enderezar una campaña presidencial que terminó deshauciada.

Visto como uno de los peones del priismo más oscuro, Juárez llegó a la contienda electoral para salvar a Jose Antonio Meade Kuribreña, un experimento donde el PRI intentó mantenerse en el poder proponiendo a un candidato que no oliera ni supiera como un priista.

Juárez llegó al PRI cuando se dieron cuenta del fracaso asegurado de Meade, con la esperanza de que sus antiguos métodos les aseguraran lo que se veía perdido, pensando que los viejos métodos les resolverían la campaña, no fue así.

Con la derrota a cuestas, Juárez ya no le sirve al partido, por lo que decidieron el relevo, el probema es que los que vienen parecen ser de la misma escuela de Juárez.

El PRI, como los dinosaurios reales necesitaba un meteorito para poder transformarse en otra cosa y Morena se lo regaló, el problema para ellos, como para los dinosaurios de antes, es que el golpe pudo ser de tal magnitud que también los puede condenar a la extinción .