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"Opinión"

"El sector agroalimentario de México (II)"

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03/08/2018 23:43

    Rafael Morgan Ríos

    La Encuesta Nacional Agropecuaria 2017 del INEGI mostró que los principales problemas que sufren los productores son: los altos costos de los insumos, las pérdidas por causas climáticas y biológicas, las pérdidas por la delincuencia y las que se tienen por las malas políticas públicas. Según la Encuesta, se calcula que existen casi 12 millones de puestos de trabajo, pero su salario diario promedio es de apenas 168 pesos; el estudio reveló un bajo nivel de aprovechamiento de las tecnologías y poco acceso al crédito, pues sólo 10 por ciento de las unidades productivas lograron algún crédito.
     
    Si más de 15 millones de hectáreas se dedican a la siembra de granos y oleaginosas, les afecta sobre manera las políticas públicas de importación de granos, políticas que se aplican sin consensarlas con el sector productivo, en tal forma que se importa maíz amarillo, por ejemplo, más barato que el maíz blanco y también más barato que el maíz amarillo que se produce en México, con el agravante de que los insumos en buena parte están ligados al precio del dólar, con lo que se produce caro y se tiene que vender barato. Para ello se utiliza el mecanismo de los “precios de referencia”, que por cierto, siempre se fijan antes de que suban los costos de los insumos, en tal forma que cuando el gobierno los paga, ya la inflación “se comió” una parte del ingreso, con lo cual no se logra el llamado “Ingreso Objetivo”. Para el ejercicio 2018, al fin se logró un precio de casi 4 mil pesos por tonelada de maíz producido, pero ahora, a este ingreso habría que restarle “los costos ocultos” que exige la delincuencia: según el Consejo Nacional Agropecuario, estos “costos” van desde el pago de cuotas (120 pesos por hectárea; 100 pesos por tonelada embodegada y mil pesos por hectárea de maíz cosechada), robo de granos, de maquinaria, camiones y fertilizantes, todo lo cual tiene un quebranto para el agro por más de 2 mil 200 millones de pesos al año.
     
    A estos inconvenientes se agrega el problema de la falta de agua, sobre todo porque 11 millones de hectáreas se siembran de temporal y los 4 millones de hectáreas de riego lo hacen principalmente con riego rodado, que pierde un 70 por ciento del agua por filtraciones, vaporización y riego excesivo. Se debe recurrir urgentemente a las tecnologías de riego por aspersión y riego por goteo, con lo cual, no sólo se ahorra agua, sino que se obtienen mejores cosechas.
     
    Otro elemento a considerar es el daño que se hace al medio ambiente, no solo al desperdiciar el agua sino también por quemar el monte para sembrar o por la quema de las socas y por la contaminación del suelo y de las corrientes subterráneas con fumigantes, fungicidas y otros muchos químicos que se usan sin control.
     
    Todo lo anterior nos indica la urgencia de auténticas políticas agropecuarias que consideren a todos los actores interesados: al sector primario, el sector gubernamental; al sector comercial y el sector tecnológico y logístico.
     
    Al sector primario le urge organizarse, no sólo para conservar y vender sus productos, como parece que lo ha estado tratando de hacer con un éxito relativo, sino organizarse también por el buen uso y distribución equitativa del agua; es necesario que se organice en cuanto al hectareaje a dedicar a cada producto, pues es común ver que cuando hubo buen precio para el frijol, todos quieren sembrar frijol, colapsando la oferta del producto y desplomando su precio en perjuicio de todos. El mercado por sí mismo es incapaz de corregir excesos de origen.
     
    Según el Profesor Javier Núñez Melgoza, especializado en competencia económica, Europa tiene una Política Agropecuaria Común con los objetivos de incrementar la productividad, asegurar un estándar de vida para las comunidades agrarias, estabilizar los mercados, garantizar el abasto y asegurar precios razonables. En Estados Unidos la Ley Capper-Volstead impulsa la colaboración entre los granjeros para que puedan defenderse de los compradores, lograr mayor eficiencia en el procesamiento, distribución y comercialización de los productos, así como eliminar a los intermediarios. En Estados Unidos existen más de 3 mil cooperativas de productores primarios.
     
    A los productores agropecuarios mexicanos les ha faltado también aprender más de la agricultura orgánica; del financiamiento en bolsa a través de los CKD, Certificados de Capital de Desarrollo, así como de las alianzas con las empresas tractoras y aprovechar más y mejor los avances tecnológicos en el mundo.