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"LA NUEVA NAO"

"Esto no va a acabar bien"

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LA NUEVA NAO
14/07/2018

    Lo que acaba de hacer EEUU esta semana hacia China se llama, con todas sus letras, declarar una guerra comercial. Para recapitular, si mi lector se ha perdido de las noticias: primero anunciaron tarifas de 25 por ciento a productos chinos por USD$ 35 mil millones, y China respondió con tarifas en la misma cantidad. La semana pasada EEUU escaló la hostilidad al anunciar una tarifa de 10 por ciento a 200 mil millones de importaciones adicionales para fines de agosto y potencialmente aplicar tarifas a 300 mil millones más. La medida es delirante: de hecho esas tres cantidades sumadas son mayores al total de importaciones estadounidenses desde China. Es tan delirante como haberle recién pedido a los países de la OTAN que inviertan 4 por ciento de su PIB en defensa ¡para enero de 2019!, algo que ningún país del mundo podría hacer (ni siquiera EEUU). 
    Las decisiones ni siquiera forman parte de una estrategia coherente ni de un conjunto de demandas específicas que pudieran discutirse puntualmente. La retórica es que China “deje de robar propiedad intelectual estadounidense”. Pero en esa vaga declaración ponen juntas cosas tan dispares como el espionaje industrial puro y duro, como los contratos perfectamente legales de transferencia de tecnología que muchas empresas extranjeras firman en China, con tal de tener acceso a su mercado. Si bien la práctica puede ser discutible, las empresas que se acomodan a ella hacen un análisis de costo-beneficio y concluyen que el compartir parte de sus tecnologías vale la pena con tal de acceder a ese mercado. Si las cuentas no les salieran, de ninguna manera lo harían. Pero a lo que voy es a la estrategia gangsteril de la administración de los vecinos del norte, que es abierta extorsión.
    Ahora bien, China no es cualquier país. Tiene la fortaleza estructural y económica para hacer frente a estas tácticas y si bien no están para nada entusiasmados por jugarle duro a EEUU, pueden hacerlo. Tienen dos décadas desarrollando su mercado interno y diversificando sus exportaciones. Su economía ha pasado de depender de estas últimas de 40 por ciento a 25 por ciento en los últimos 10 años. Tienen bastantes armas y opciones.
    México, por otro lado, no tiene tantas. Si bien no estamos en absoluta desventaja ya que nuestras economías están muy relacionadas, es iluso y hasta peligroso creer que con pura diplomacia y buenas intenciones, o “exigir respeto”, se va a llegar a algo con esta administración. A la diplomacia mexicana le disgusta pelear, pero no va a haber opción.
    El autor es académico ExaTec y asesor de negocios internacionales radicado en China

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