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"Observatorio"

"Evaluando a Quirino Ordaz Coppel. ¿Imaginó el costo de ser gobierno?"

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OBSERVATORIO

    alexsicairos@hotmail.com

     

    En estos días pero de 2015, se le acercó a Quirino Ordaz Coppel un grupo de actores de primerísimo nivel en los negocios y la política, para proponerle que fuera el candidato a Gobernador por el Partido Revolucionario Institucional. Lo tomaron desprevenido y prometió analizar la propuesta. Luego, por no saber en lo que se metía, dio aquel sí del que quizá se ha arrepentido varias veces.

    Cuando preguntó por qué lo proponían a él, el argumento principal que recibió fue la resistencia a que Gerardo Vargas Landeros, que entonces era el Secretario General del gobierno de Mario López Valdez, fuera postulado por el PRI. ¿Y para qué sería yo Gobernador?, preguntó. Para que combatas la corrupción, la violencia y recuperes el desarrollo económico, le enumeraron como prioridades.

    Días antes, el Presidente Enrique Peña Nieto le había preguntado a Jesús Vizcarra Calderón si él quería ser el candidato, con el no contundente que recibió del empresario de la carne. ¿Entonces quién?, le reviró EPN, quien ya tenía también la negativa de David López Gutiérrez y los datos electorales adversos a la posible postulación de Heriberto Galindo Quiñónez.

    Vizcarra vino y consultó a empresarios y liderazgos de peso en el PRI estatal y ahí salió a relucir el nombre de Quirino Ordaz. Su perfil era el idóneo: pocos negativos en la percepción ciudadana, sin pertenencia a un grupo político específico y experiencia de gobierno en Sinaloa al desempeñarse como Secretario de Finanzas durante el sexenio de Jesús Aguilar Padilla. Solo había un problema: era poco conocido por los votantes.

    Y Quirino dijo que sí. El PRI lo sostuvo como carta sorpresiva y sacó adelante el triunfo electoral poniéndole en sus manos una bomba de tiempo llamada Sinaloa, con frecuentes activaciones de la cuenta regresiva: una el primer semestre de 2017 cuando la lucha interna en el Cártel de Sinaloa desquició la gobernabilidad, otra en el contexto de las denuncias por corrupción contra malovistas que urdieron en la segunda mitad del mismo año un plan para hacer tastabillar al Gobernador y, tres, el impacto del 1 de julio de 2018 por la ola arrasante que significó Andrés Manuel López Obrador.

    Hoy se cumplen 683 días desde que Quirino Ordaz Coppel asumió el cargo de Gobernador de Sinaloa, fecha en que entregará al Congreso del Estado el segundo corte de caja sojuzgado por las preguntas de qué percepción tiene la sociedad de él, o cuál es la evaluación personal que el Mandatario estatal posee a punto de entrar a la recta final de tres años. ¿Qué pasaría si su permanencia en el cargo dependiera de lo que determinaran los sinaloenses en una consulta pública?

    Llega a esta evaluación en circunstancias muy distintas a las prevalecientes cuando rindió protesta como Gobernador. Los colaboradores estrellas lo han abandonado en su mayoría, el PRI perdió el control del Congreso del Estado y los gobiernos en los principales municipios, la promesa de combate a la corrupción es incumplida en la parte de sanciones a los grandes desfalcadores, y la seguridad pública sigue como asignatura reprobada.

    Inclusive hasta el sector privado sinaloense ha tenido discrepancias con el estilo de Ordaz Coppel de echarse para adelante en sus decisiones sin los consensos previos con los sectores afectados por tales medidas. Las salidas de Juan Enrique Habermann de la Secretaría de Agricultura y Martha Robles de Desarrollo Sustentable dañaron la relación con los principales hombres del dinero.

    Hubo un momento, breve pero existió, en el que Ordaz Coppel vaciló en darles el sí a quienes hace tres años se le acercaron para exponerle que tomara el timón de Sinaloa. De cara al más difícil tramo que le resta en el desempeño del cargo, no hay marcha atrás. Ha sufrido el alto desgaste natural que impone el poder, pero nadie sabe cuál sería la respuesta si los mismos que lo  empujaron al despacho del Ejecutivo le preguntaran, hoy, si todavía quiere ser Gobernador.

     

    Re-verso

    Sin que medie la tortura,

    Diría hoy al dedo seductor,

    “En un acto de cordura,

    No quiero ser Gobernador”.

     

    Chuy, el milusos

    De vuelta a su biósfera priista, Jesús Valdés Palazuelos nomás fue a la Secretaría de Agricultura a alborotarle el gallinero a Quirino Ordaz. Su estancia en el cargo durante cuatro meses no paga el tiro en el pleito que el Gobernador se echó con el sector agropecuario sinaloense. Pero QOC es adicto a la adrenalina del poder y ahí va, reincidente, a la cresta de la ola de críticas.

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