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"DESDE LA CALLE"

"Guardia Nacional, ¿dónde, para qué y cómo?"

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DESDE LA CALLE

    La opinión pública se ha dividido respecto al Dictamen de Aprobación de la Guardia Nacional por la Cámara de Diputados. Por un lado, un grupo de académicos y activistas han argumentado, mostrando datos y estudios, que la medida obedece a una estrategia de militarización aún con mando mixto, militar o civil, lo cual significa continuar con el enfoque punitivo en las políticas de seguridad. Por otro lado, hay quienes sostienen que debido a la situación en que se encuentran las policías locales, la intervención del ejército, o de una policía de Estado, es más que necesaria. 
     
    Aunque es verdad que en nuestro país existen localidades donde la actuación del ejército ha sido clave para controlar la violencia que provocan las bandas del crimen organizado, habrá que decir lo obvio, que no todos los municipios y las comunidades que sufren la violencia adolecen de la misma problemática. El mapa de la violencia en nuestro país es diverso y cada vez más complejo. 
     
    La estrategia de seguridad, a través de la Guardia Nacional, plantea la intervención en 266 regiones, tomando 155 en atención inmediata. Algunos municipios seleccionados, Querétaro, por ejemplo, tiene una de las policías mejor calificadas (claro, con sus limitaciones), y la dinámica de la ciudad y sus comunidades respecto a la inseguridad no es equiparable con la que enfrentan en Iguala, en Guerrero, o en Villa Juárez, en Sinaloa. Si la problemática no es la misma, ¿por qué tendrían la misma solución? En realidad sabemos poco de las estrategias que seguirá la Guardia Nacional, pero sabemos que tienen un enfoque militar. 
     
    Al respecto del enfoque punitivo, y por citar un ejemplo de la violencia y soluciones locales en algunas comunidades, les hablaré del centro de Santa Rosa de Jáuregui, una delegación ubicada al norte de Querétaro, uno de los cinco municipios percibidos como más seguros (ENVIPE, 2018). No obstante a que la tasa de homicidios en este municipio es menor a la media nacional, Santa Rosa no es un lugar tranquilo. A los habitantes de este lugar también les preocupa el crimen, sobre todo en cuanto a los robos y el narcomenudeo. 
     
    En el mapa de Querétaro, el centro de Santa Rosa ocupa el lugar número seis entre las colonias con mayor incidencia delictiva. Lucila y sus vecinos comentan cómo se han consolidado las pandillas de jóvenes a partir del incremento en la venta de drogas. Les preocupan los cambios en la rutina de su comunidad, que se aleja cada vez más de la “vida de pueblo” para tomar las formas de convivencia de la vida metropolitana. Ellos conocen a los chicos que delinquen en su barrio, y recuerdan que la situación de violencia no siempre estuvo así; hubo un momento en que la actividad delictiva en su barrio disminuyó considerablemente. 
     
    Según recuerdan los vecinos, años atrás los integrantes de las pandillas atacaban a las patrullas, de modo tal que éstas evitaban circular por las calles tomadas por los infractores. En un cambio de estrategia, de control, a proximidad, la dirección de seguridad instaló un módulo de policía en el parque y los elementos implementaron otras tácticas. Lucila comenta: ‘veíamos pasar a los chamacos en las patrullas, y decía la gente “los llevan detenidos, qué bueno”, pero no, los llevaban a jugar futbol’. Al parecer, y según recuerdan los vecinos, los agentes generaron confianza y cercanía con los jóvenes que delinquían, y éstos “comenzaron a portarse bien”. Los delitos reportados en el centro de Santa Rosa disminuyeron de 35 a 15 entre el 2014 y el 2015, de acuerdo con los datos de seguridad pública. Sin embargo, según dicen los vecinos, en un cambio de estrategia se retiró la caseta de ese lugar y con ella a los policías. 
     
    La experiencia en este barrio en Santa Rosa nos recuerda el viejo debate entre prevención y represión del crimen. Para la prevención de delito, como ahora sabemos, se requiere proximidad; instituciones que sean cercanas al ciudadano y que se involucren en la resolución de los problemas de seguridad que más les preocupan. Esto no implica que todas las policías deban jugar futbol con los jóvenes, ni inhibir el crimen a balonazos, pero sí nos recuerda que las estrategias de seguridad tienen que ser focalizadas: no en todas partes se requieren abrazos en vez de balazos, ni viceversa.
     

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