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"OBSERVATORIO"

"Guerra política en Alcaldías"

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OBSERVATORIO

    Barricadas de Morena y PRI

    Faltan más de cien días para que Jesús Estrada Ferreiro y Luis Guillermo Benítez Torres despachen como alcaldes de Culiacán y Mazatlán y surgen tolvaneras de incertidumbre fundadas en supuestos y desconfianzas. Después de que el voto lo dijo todo, quedaron los ecos de miedos queriendo reeditar la teoría del peligro para México.

    Salta a la escena política la generación espontánea con temores igual de súbitos hacia lo que nunca antes les avivó las turbaciones. Las confabulaciones de lo terrible embozadas detrás de la pérdida de privilegios y bastiones, como si el desabrigo del erario trajera consigo todas las desgracias habidas y por haber.

    Miedo a que asuman los cargos. Miedo a que hagan cosas distintas. Miedo a que toquen cotos o mafias de poder. Miedo a todo. Horripilante pavor que deviene de cualquier palabra, rumor o presentimiento que avise que los gobernantes del Movimiento Regeneración Nacional serán peores que los esperpentos priistas que tuvieron el poder.

    Es el huevo de la serpiente que pretende quedarse en las oficinas que ocuparán los próximos ediles, de militancias políticas de izquierda. En Mazatlán, el anuncio del químico Benítez sobre posibles cambios en la Dirección de Cultura desata la conjetura del fin de las artes y el regreso del Gobierno a su biósfera cerril.

    En Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro se organiza para reventar la aprobación del Congreso del Estado a la solicitud que hace el Ayuntamiento para endeudarse por 347 millones de pesos. En caso de prosperar, adelantan los morenistas, le impondrá límites mayores al diseño del presupuesto de egresos para los tres próximos años de la administración municipal entrante.

    Se trata de alcaldes en funciones que a contrarreloj quieren imponer nuevas reglas y deudas a sus sucesores y Presidentes Municipales electos que muestran desespero por ejercer el gobierno. Choques de intereses, simplemente, que no existirían si se tratara de pasarse la estafeta entre facinerosos de la misma gavilla.

    El caso es que los alcaldes salientes y los entrantes debieran ocuparse en construir gobernabilidad. Aquéllos para los tres meses y dos semanas que restan a sus mandatos; éstos para tranquilizar a ciudadanos que temen a lo desconocido. Y claro que ni la promoción de la cultura caduca con siglas diferentes en las Comunas, ni la prioridad última de administraciones en el ocaso es mayor deuda pública.

    Son políticos que a conveniencia alteran los tiempos, unos para ordenar la casa antes de que lleguen los siguientes inquilinos, otros que desean meter sus muebles antes de la desocupación. Se atropellarán entre ellos si insisten en violentar los plazos y entonces la transición no será sobre terciopelo sino encima de vidrios punzantes.

    En esta complicación de las mudanzas políticas es importante desplegar oportunidades de conciliación. A la comunidad artística de Mazatlán le debe preocupar el futuro de la cultura, más no es de su incumbencia aventurar escenarios catastróficos solo porque unos se van y otros llegan; al Congreso del Estado le compete dirimir sobre cómo le iría a Culiacán con más o con la actual deuda pública, al margen de impaciencias y nostalgias de poder.

    La estabilidad de Sinaloa es tarea común. El pretender erigirse como guardián de un modelo de gobierno que, ahora sí, todos quieren moralizar, equivale a descarrilar aquello que en las urnas se resolvió en paz y con raciocinio. La concordia sinaloense está prendida con alfileres; cualquiera puede echarla abajo.

     

    Re-verso

    No te espantes, Sinaloa,

    Por los que afilan sus 

    fierros;

    Quieren hacer barbacoa,

    Sin que nazcan los becerros.

     

    La alerta y la fiesta

    Al mismo tiempo que el gobierno de Estados Unidos actualizó al nivel 4 la alerta para que sus ciudadanos no viajen a Sinaloa por la incidencia criminal, arribó a Mazatlán por segunda vez en julio el crucero turístico Carnival Esplendor con 3 mil 659 turistas y mil 117 tripulantes, al tiempo que la ocupación hotelera es cercana al cien por ciento. Como siempre, el Tío Sam advierte, y la gente se divierte.

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