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"Opinión"

"La agonía del movimiento independiente"

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    Manuel Clouthier Carrillo anunció su retiro, ya no hará más campañas y no habrá de aparecer en las boletas electorales, en rueda de prensa dijo que entendió y respeta el mensaje de los ciudadanos, no lo quisieron y se va. Semanas antes, Pedro Kumamoto informó en Guadalajara la creación de un partido político local, lo llamarán “Futuro”. Poco a poco, aquellos que ganaron en las urnas con la bandera “independiente” entendieron lo que la Ciencia Política dijo desde un principio, el problema de las democracias no son los partidos políticos, sino la política ruin y sin escrúpulos que se hace desde ellos.
     
    Culpar al instrumento siempre será un absurdo y los partidos políticos son instrumentos de la democracia representativa para el acceso al poder, solo eso, nada más. Entidades de interés público que deben estar bajo el escrutinio no solo de los simpatizantes, afiliados o adherentes, sino de todos los ciudadanos. Son la vía de acceso a los cargos de representación y no existe una forma más efectiva en las democracias más arraigadas y consolidadas del mundo para representar pluralmente los intereses del colectivo social.
     
    Esto no quiere decir que el movimiento “independiente” en México tenga desperdicio, los líderes más visibles de los “sin partido” cumplieron su parte, llevaron a la agenda política nacional un debate que antes de su ascenso al poder ere simplemente inimaginable. 
     
    Demostraron, en su tiempo y circunstancias, que se puede vencer al sistema de partidos cuando la coyuntura política es favorable. Pero demostraron también, que es prácticamente imposible hacer política sin alianzas, sin acuerdos y sin consensos. 
     
    Tampoco quiere decir que el esquema de la “partidocracia” mexicana esté exenta de errores y abusos, los partidos políticos de nuestro sistema político electoral son rudimentarios, violadores consuetudinarios de los derechos del ciudadano y un nido de corrupción y opacidad. Pero aun así, son necesarios. 
     
    La lucha por la democracia mexicana se centrará ahora en mantener la pluralidad desde la menguada oposición. México regresó por motu proprio al esquema del partido de Estado, del monopartidismo que permitió el presidencialismo total, concentrado por varias décadas todo el poder en el Presidente que era al mismo tiempo Jefe de Estado, líder de bancadas en ambas Cámaras, mandamás de gobernadores y amo de su partido. 
     
    Por voluntad soberana decidimos regresar al modelo de partido hegemónico y en respuesta los partidos tradicionales se encuentran en crisis. El PRD por ejemplo a punto de la extinción con fecha fatal en julio según el columnista Héctor de Mauleón. El PAN por su parte, dando vueltas en un laberinto esperando con las uñas entre dientes los resultados electorales de los comicios locales de este año. Mientras el PRI, acomoda las piezas para jugar pactando con Morena donde sus posibilidades le permiten, negociando votos de legisladores con el partido mayoritario en las Cámaras, tratando de hacer realidad el “PRIMOR”.
     
    La decisión de Clouthier, legítima y respetable, camina a contra sentido con la de Pedro Kumamoto. Cada uno dará su lucha de manera distinta en la política, uno retirándose a sus negocios y seguramente participando en organizaciones de la sociedad civil y el otro mediante la participación con prerrogativas de un instrumento del que siempre se quejó. El movimiento independiente queda huérfano de verdaderos caudillos y ahora estará en manos y a merced de alguno que otro vividor como Frías Castro o Serapio Vargas, quienes encontraron en el modelo una pequeña tabla de subsistencia en el sistema. Los candidatos sin partido en lo venidero podrán construir mayorías siempre y cuando cumplan con tres condiciones: una trayectoria, una causa y mucho dinero para financiarse. Luego le seguimos...
     
    **Buen viaje don Jorge*
    * La historia de don Jorge de Rincón la escriben sus actos y sus palabras, era un hombre de ideales que mantuvo patente en el papel de este rotativo. Su muerte deja un gran vacío en Sinaloa y en México, muere un empresario visionario heredero de una tradición de hombres de negocios que no necesitaban contratos para cumplir su palabra, aquella generación de hombres y mujeres de honor que hicieron de Sinaloa un estado próspero en lo derecho, sin vínculos con dineros sucios. Sinaloa pierde a un avatar del humanismo político, un doctrinario de acciones, y un incansable promotor del bien común. El legado de don Jorge, no solo servirá de ejemplo para sus cercanos, sino para muchos más en las generaciones presentes y venideras. A su familia y amigos un fuerte abrazo, en particular a Ricardo, quien siempre dejó presente el gran amor y respeto que le tuvo a su abuelo.
     
     

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