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"Opinión"

"¿La historia oficial, o nuestra historia?"

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16/06/2018

    Joel Díaz Fonseca

    “Hoy en día ya la gente no respeta nada. Antes poníamos en un pedestal la virtud, el honor, la verdad y la ley... La corrupción campea en la vida (...) de nuestros días. Donde no se obedece otra ley, la corrupción es la única ley. La corrupción está minando a este país. La virtud, el honor y la ley se han esfumado de nuestras vidas”.
     
    Aunque usted no lo crea, esta sentencia fue dicha por Alfonso Capone, “Caracortada”, el sanguinario gángster que asoló en los años 30 del siglo pasado a la Unión Americana, durante la denominada “Ley seca”.
     
    La sentencia, que revela el cinismo de todos aquellos que se consideran intocables por el poder que tienen (en el mundo del hampa, en el mundo de los negocios y, por supuesto, en el mundo de la política), es citada por el escritor, filósofo y periodista uruguayo Eduardo Galeano, en su libro “Patas arriba. La escuela del mundo al revés”.
     
    En este libro, escrito a mediados de 1998, Galeano describe de manera muy clara las incongruencias de la humanidad, que premia a quienes cometen las mayores injusticias y los peores delitos, y castiga con penas injustas y pesadas a quienes poco o nada tienen.
     
    Las cárceles, apunta Galeano, están llenas de presos por ser pobres, o por delitos a los que los empuja su misma pobreza y, en contraparte, quienes los mantienen en la pobreza, en el desamparo, en la ignorancia, no sufren condena alguna.
     
    Claro que nos suena conocido esto. En este gobierno, mucho más que en cualquiera de los que le antecedieron, la corrupción y el saqueo fueron, son, y seguramente seguirán siendo en lo que resta de la administración peñanietista, los distintivos del ejercicio del poder.
     
    Como señala el escritor uruguayo, los corruptos y los saqueadores han gozado, gozan y seguirán gozando con total impunidad de lo robado, mientras que los que poco o nada tienen son los castigados con todo el peso de las leyes.
     
    En este punto el filósofo uruguayo apunta con impecable precisión una de sus múltiples críticas a los gobiernos y a las naciones que se sostienen con base en las injusticias y en el torcimiento de las leyes:
     
    “Nunca nadie en la historia de América latina ha sido obligado a devolver el dinero que robó”... “Los políticos sin escrúpulos no hacen más que actuar de acuerdo con las reglas de juego de un sistema donde el éxito justifica los medios que lo hacen posible, por sucios que sean”.
     
    En 2008, diez años después de la publicación de este interesante libro, Galeano escribió “Espejos, una historia casi universal”, en el que de nuevo espulga con su sutil ironía las contradicciones de la historia.
     
    “La historia”, apunta, “es una paradoja andante. La contradicción le mueve las piernas. Quizá por eso sus silencios dicen más que sus palabras, y con frecuencia sus palabras revelan, ‘mintiendo’, la verdad”.
     
    Establece por ejemplo que “dos de los padres fundadores de Estados Unidos se desvanecieron en la niebla de la historia oficial. Nadie recuerda a Robert Carter ni a Gouverner Morris. Carter fue el único prócer de la independencia que liberó a sus esclavos, y Morris, redactor de la Constitución, se opuso a la cláusula que establecía que un esclavo equivalía a las tres quintas partes de una persona”.
     
    La historia oficial, la de cualquier nación, la de cualquier organización, la de cualquier sociedad, narra muy convenientemente aquello que conviene a quienes tienen las riendas del caballo que jala la carreta, a quienes tienen el timón de la nave, no lo que verdaderamente ocurre.
     
    Hace aproximadamente un mes el Presidente Enrique Peña Nieto lanzó uno de sus tantos reclamos a los mexicanos por no reconocer lo que, desde su propia y singular perspectiva, ha hecho el gobierno que está a punto de terminar.
     
    En el evento de celebración del Día del Politécnico, el mandatario manifestó: “Cuando dicen ‘qué mal estamos’, o cuando algunos refieren ‘qué mal está el País, ha sido una tragedia lo que le ha ocurrido a México’, francamente es no querer ver ni reconocer lo que sí hemos logrado, particularmente las reformas estructurales, las cuales son el legado de este gobierno”.
     
    Es su visión de lo que ha ocurrido estos casi seis años, es la historia oficial, pero con perdón suyo, la mayoría de los mexicanos hemos visto otra cosa. Corrupción sin medida, saqueos sin medida por parte de prácticamente todos los gobernadores, desvío de recursos de las arcas para apuntalar a candidatos y partidos, conflictos de interés, impunidad, impunidad, impunidad.
     

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