Editorial
En ocasiones nos limitamos a ver a nuestro alrededor y terminamos creyendo que nuestros problemas son únicos, pero la triste realidad es que somos solo un eslabón de un problema mayor; la frase es válida para el tema de la pesca en Sinaloa.
De Chiapas a Baja California y de Yucatán a Tamaulipas, la pesca es un desastre nacional, los males del furtivismo, la sobreexplotación, el coyotaje y la violencia en altamar son la norma y no la excepción.
En Sinaloa, los problemas comenzaron aislados, se asaltaba a los barcos camaroneros en la zona norte, se “guateaba” con especies prohibidas en el sur, se sobreexplotaba tal o cual producto, hasta que el mapa quedó completamente en rojo.
Hoy, las zonas de pescas están completamente copadas por la delincuencia, el coyotaje es la forma obligada para vender o comprar y se sobreexplota cualquier especie, siempre con el pretexto de “si no lo saco yo, otro lo hará.
En Yucatán los pescadores de mero regresan con las manos vacías, el pulpo y la langosta desaparecen, mientras en Campeche decomisan artes de pesca prohibidas, mientras en Baja California Sur se bucea de noche la almeja generosa, para impedir el trabajo de los inspectores.
Cuando las autoridades detienen a algún “guatero”, resulta que también es narcotraficante, contrabandista y hasta sicario, los delitos amalgamados en una o miles de personas, capaces de ofrecer resistencia a cualquier corporación.
El problema de la pesca no se va a resolver con un programa de motores regalados ni con ayuda económica para paliar el hambre de tres días, la pesca se ha convertido en un problema tan complejo que será necesario un esfuerzo de País para encontrar alguna solución.
Es necesario un programa nacional que rompa con una dinámica que nos ha llevado al desorden, la miseria y la sobreexplotación de nuestros mares.
Suscríbete y ayudanos a seguir
formando ciudadanos.
