En las pasadas elecciones tuvimos la oportunidad de manifestar los candidatos de nuestra preferencia. Decidimos con libertad las figuras o partidos que consideramos mejores opciones. Sin embargo, no basta mencionar un deseo para decir que se ha actuado con auténtica libertad. Ésta no se agota tachando o cruzando una opción sobre la boleta electoral. De ser así, se podría considerar una simple contemplación y no una verdadera acción.
El filósofo Cornelius Castoriadis señaló que el ser humano es muy proclive a la pereza y que muchas veces opta por la vía más fácil o, a su parecer, de menores consecuencias: “La democracia es difícil porque es libertad, y la libertad es difícil porque es democracia, sí, completamente de acuerdo. Porque es muy fácil abandonarse; se ha dicho que el hombre es un animal perezoso. También en eso vuelvo a mis antepasados; hay una frase maravillosa de Tucídides: “Hay que escoger: descansar o ser libre”. Y creo que fue Pericles quien les dijo a los atenienses lo siguiente “Si queréis ser libres, hay que trabajar”. Podéis descansar. Podéis sentaros delante de la tele. Pero no sois libres cuando estáis delante de la tele. Os creéis libres zapeando como imbéciles, pero no sois libres; eso es una falsa libertad”.
Castoriadis recurrió al célebre relato y cruel paradoja que se le atribuye al filósofo escolástico Juan Buridán, quien fue discípulo de Guillermo de Ockham y Rector de la Universidad de París, conocida precisamente como “El asno de Buridán”.
La narración dice que había un asno que elegía siempre, entre dos montones de comida que le servían, el más abundante. Pero, un día le presentaron dos montones de heno exactamente iguales y no supo decidir cuál escoger, por lo que murió de inanición.
¿Actúo con libertad? ¿Decido libremente?
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@rodolfodiazf
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