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"OBSERVATORIO"

"La Tuna, AMLO y la mamá del 'Chapo'. El encuentro, ¿más allá de la cortesía?"

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OBSERVATORIO

    alexsicairos@hotmail.com

     

    El mismo día que se vio a ciudadanos comunes y corrientes que corrían sin éxito detrás de la suburban presidencial para saludar o entregarle escritos a Andrés Manuel López Obrador, dio la vuelta al mundo el video que muestra al Presidente descender de su camioneta y caminar hacia María Consuelo Loera Pérez para concederle tal deferencia a la madre de Joaquín Guzmán Loera, ex jefe del Cártel de Sinaloa. ¿Fue una acción premeditada para el rating amloísta, o circunstancial que pone en riesgo la confianza depositada en el Mandatario?

    A pesar de que pudo tratarse de un momento fríamente calculado para atraer la atención de audiencias que, amlovers o chapolovers, nunca le reprocharían el saludo a la madre de “El Chapo”, de cualquier manera López Obrador debió reflexionar antes de conceder la cortesía porque al otro lado de la historia están las familias de las víctimas inocentes o colaterales del narcotráfico, que continúan siendo muchas en México.

    Haya sido como haya sido. La estampa da para la única interpretación de la condescendencia del Estado mexicano, que AMLO representa, en un tema demasiado sensible y, lo más grave, en la circunstancia donde toda la administración pública federal tendría que concentrarse en la atención de la pandemia de coronavirus, emergencia nacional que no requiere de distractores. La investidura, no tanto quien la personifica, hubo de ser cuidada más en momentos cuando decae el principio de autoridad.

    Andrés Manuel, el ciudadano, puede saludar a quien se le pegue la gana y hacer un papalote con su tiempo y relaciones públicas. Pero al desempeñar el cargo de Presidente de México involucra cuestiones fundamentales como legalidad, gobernabilidad, honorabilidad y aptitud para representarnos. Ya no es el caudillo que tendría que desbaratar o manchar instituciones para derrocar al adversario; es el estadista que el sufragio popular confeccionó para sacar al País de la senda ignominiosa que él mismo denunció.

    Es bien sabido que el Gobierno democrática y constitucionalmente instalado ha caído por décadas en la seducción de sucumbir ante los gobiernos de facto, siendo el narcotráfico el que más capitaliza esa tentación. Más allá de las emociones sociales que desde la enajenación justifica hoy lo que con energía le reclamó a regímenes anteriores, a ningún mexicano conviene la percepción internacional del México adoratriz de la barbarie.

    López Obrador logró, por lo pronto, colocar en la conversación pública el dilema de si debió atender o no a la madre de Joaquín Guzmán Loera. En segundo término, la raza azteca dirime si es necesario quedarse en casa para evitar el colapso del sistema de salud pública por coronavirus, o bien regresa a la vía pública al notar que el Presidente es el primero en trasgredir las acciones dictadas en situación de contingencia. Es la encrucijada de imitar al líder desobediente de sus mismas ordenanzas o marcar distancia del guía si éste marcha por voluntad propia con dirección al barranco.

    Ese es el problema. Que la comunidad médica y científica se arriesga tratando de paliar el desastre que anuncia el Covid-19, mientras en la agenda de la seguridad nacional es fundamental saludar a María Consuelo Loera y notificarle personalmente que su carta ha sido recibida. ¿Acudiría el Presidente a darle acuse de recibo a cada mexicano que envía sus misivas al buzón de Palacio Nacional?

    Y sí. La madre de “El Chapo” es una ciudadana con todas las garantías que la Constitución le otorga, además de tener el legítimo derecho de ver a su hijo, obtener correspondiente la visa humanitaria, y a no ser enmarcada en el engranaje criminal que la justicia de Estados Unidos sanciona. Pero López Obrador es el Presidente y lo que haga o deje de hacer tiene una repercusión directa para el pueblo que lo venera a ciegas, o los ciudadanos que así como vigilaron a Fox, Calderón o Peña Nieto, ahora lo escudriñan a él.

    Queda al final de cuentas la idea, no sin cierto sobresalto, de que López Obrador no vino de tan lejos a Badiraguato para ver con sus ojos cómo va una carretera a la que todavía le faltan dos años de construcción. Es un regreso a la tierra que alguna atracción le produce, sea el paisaje o sea la gente que la habita, nada más como pretexto para un saludo tan insólito como indescifrable por más que se le trate de cubrir con el oropel de las emociones.

     

    Reverso

    Entiendan conservadores,
    A este ser tan espiritual,
    ¿Por qué aferrase a temores,
    Si él nos librará del mal?

     

    Cuarentena legislativa

    Con alto sentido de responsabilidad frente a la pandemia de coronavirus, la 63 Legislatura del Congreso del Estado instalará mañana el segundo período ordinario de sesiones del segundo año de ejercicio constitucional, asistiendo sólo los Diputados y el personal mínimo de apoyo, sin público ni medios de comunicación, en un trámite que a la vez permitirá convocar para que el 21 de abril se reanuden los trabajos parlamentarios.

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