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"Opinión"

"Las batallas internas"

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15/05/2019

    Roberto Blancarte

    roberto.blancarte@milenio.com

     

    En un mundo tan revuelto como el nuestro, se vuelve cada vez más difícil tomar decisiones éticas alineadas con una determinada posición ideológica o partidista.

     

    En Morena, por ejemplo, conviven personas con las más diversas posturas y eso, que habla bien de la diversidad y la pluralidad dentro del partido, también muestra lo gelatinoso e indefinido de las posiciones de este gobierno en materia social y política.

     

    Estamos como en las mejores épocas del PRI, cuando convivían en el mismo instituto político gente de derecha y de izquierda, sindicalistas y hombres de empresa, tecnócratas y políticos todo terreno. Las posiciones ideológicas dependían en cada sexenio de la tendencia impuesta por el Presidente en turno. Los políticos de a pie seguían las indicaciones de arriba y los vaivenes eran más o menos sexenales.

     

    En el caso actual, el muy particular estilo personal de gobernar del Presidente es menos claro en cuanto a la orientación ideológica que se le quiere imprimir al gobierno. Fuera de un supuesto combate a la corrupción y una pretendida austeridad, lo que reina es más bien lo difuso y la ambigüedad. Quizás una de las razones es que AMLO se dice de izquierda, pero en el fondo, se sabe, es sumamente conservador.

     

    Así, no se ha pronunciado en una materia tan grave y delicada como es el aborto. Y ha dejado que, dentro de Morena y de su Gabinete se desate una verdadera batalla interna. No está claro si al final el Presidente será el fiel de la balanza y si terminará por inclinarse a alguno de los dos lados o si, en el fondo, ya está apoyando a alguno de ellos.

     

    Mientras tanto, sin brújula ideológica precisa, los diversos actores de Morena se mueven sin control. El caso más claro al respecto es el de la diputada local de Nuevo León por Morena, Celia Alonso Rodríguez, quien defiende esa vaga fórmula jurídica del derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural (de clara marca católica) y ataca a la Comisión Estatal de Derechos Humanos por impugnar ante los tribunales dicha legislación. Lo curioso es que, en su argumentación, la diputada morenista señala que “primero está la vida” y que “esto no es religión, sino valores”.

     

    Esta diputada ignora o pretende ignorar que la campaña para incluir esta frase (la misma) en todas las legislaturas locales, fue orquestada por la jerarquía católica y responde a una particular visión religiosa sobre el aborto. La misma que expresó el Cardenal Giovanni Battista Re hace unos días cuando, a propósito del caso de una niña brasileña de 9 años violada por su padrastro, dijo que “la violación es menos grave que el aborto. Siempre se debe proteger la vida”. Dice la legisladora que los diputados de Morena no están “para legalizar la falta de responsabilidad de nuestro actuar en nuestro cuerpo, y en la vida para afrontar consecuencias de tus actos”. 

     

    Me imagino muy bien a esta diputada regañando a la niña violada de 9 años, diciéndole que fue irresponsable en el manejo de su cuerpo y que debe afrontar las consecuencias de sus actos. Y luego se dice libre-pensadora. Supongo que para ella eso significa poder decir cualquier barbaridad que se le ocurra.

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