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"Opinión"

"Los partidos, como Fuenteovejuna"

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19/06/2018

    Joel Díaz Fonseca

    “No las dejen solas (las 636 casillas que se instalarán el 1 de julio en toda la Costa Grande de Guerrero) porque andan los mapaches sueltos y andan espantados, andan merodeando los mapaches y van a quererse robar los votos, cuiden las casillas”.
     
    El mapache mayor, René Juárez Cisneros, mordiéndose la lengua.
     
    El dirigente del PRI, el partido que durante décadas tuvo en exclusividad las mapachadas electorales, llama ahora a los priistas guerrerenses, y a través de ellos a los priistas de todo el País, a impedir que otros partidos hagan lo que ellos hicieron durante décadas, mapachadas.
     
    Los pájaros, ¡qué digo los pájaros, los buitres, los zo-pi-lo-to-tes! tirándole a las escopetas.
     
    Su consejo a quienes representarán al PRI en las urnas es que no se retiren de las casillas ni para ir al baño: “Ahí nos aguantamos”.
     
    El dirigente priista se muestra seguro del triunfo de su candidato, José Antonio Meade Kuribreña, a pesar de que reconoce que “hay gente molesta” con su partido.
     
    “Hay gente irritada que dice: ‘es que estamos hartos’. Sí, estamos hartos, por supuesto que muchos estamos hartos”, esgrimió Juárez Cisneros.
     
    Pero se salió por la tangente, no se refirió al evidente hartazgo de los mexicanos hacia su partido, sino del hartazgo mundial “por las cosas que pasan en el mundo; todos están hartos en el mundo, todos están inconformes con los políticos que no cumplen”.
     
    “Estamos hartos”, agregó, “de muchas cosas, pero que ese hartazgo no los vaya a llevar precisamente a un voto irreflexivo, y que cuando ya quieran reaccionar, ese hartazgo los lleve precisamente a la obscuridad, al retroceso, a la desilusión”.
     
    Del René Juárez Cisneros que así habla no puede decirse que desconoce la historia de maniobras sucias y triquiñuelas del PRI, tiene una larga trayectoria política, y siempre ligado a personajes (algunos fallecidos en circunstancias no muy claras), con un pasado oscuro, ominoso.
     
    En su columna Astillero del 3 de mayo pasado en el diario La Jornada, Julio Hernández hace un repaso de José Antonio Meade Kuribreña y de René Juárez Cisneros, quien acababa de asumir la presidencia del Comité Nacional del PRI por decisión del Presidente Enrique Peña Nieto:
     
    “José Antonio Meade Kuribreña ha desperdiciado cualquier resquicio que hubiera tenido para una eventual redención electoral en buena lid, al aceptar que lo lanzaran en brazos del dinosaurismo priista clásico”.
     
    Y de Juárez Cisneros dice que “es un personaje que creció políticamente en alianza con José Francisco Ruiz Massieu y Rubén Figueroa Alcocer”.
     
    “Optar por Juárez Cisneros”, advierte el columnista de La Jornada, “significa prescindir de las expectativas de pelear en buena lid y, en consecuencia, significa apostar abiertamente a las artes electorales ocultas o semiocultas”.
     
    “El nuevo dirigente formal del PRI”, agrega Hernández, “llega como operador electoral de emergencia, a tratar de conjuntar al priismo tenebroso que ya no soportaba a Ochoa Reza (ni a Nuño ni a Arriola), a ejecutar los planes de repetición magnificada del modelo del Estado de México y a simular que puede montarse el espectáculo de un fingido repunte de Meade gracias a la fuerza priista, según eso hasta ahora agazapada en silenciosa protesta contra Ochoa Reza.
     
    “Meade... se ha hecho de los servicios de un tricolor colocado ahí para satisfacer los intereses y expectativas del priismo más negativo y, al mismo tiempo, ha vuelto a confirmar el dominio de Los Pinos sobre su campaña, su condición de instrumento de Peña”.
     
    No puede ocultarse que el priismo más negativo es el que está detrás de Meade Kuribreña, quien, a pesar de que su campaña no solo no levanta sino que cada día pierde más puntos en las encuestas, no cuida las formas. Hace unos días, en su cierre de campaña en Tabasco, se hizo acompañar, y lo saludó con singular entusiasmo, del Senador vitalicio Carlos Romero Deschamps.
     
    Y en plena debacle de la campaña de Meade Kuribreña, Enrique Peña Nieto impuso al frente del PRI a un priista de colmillos largos y retorcidos, seguramente no para intentar recomponer el camino, sino para recurrir a las más sucias y tramposas mapachadas, esas que Juárez Cisneros endilga a los opositores a su partido.
     
    Lamentablemente no puede ignorarse que todos los partidos aprendieron a jugar sucio, todos recurren ahora a las sucias maniobras que fueron exclusivas de los tricolores. Todos los partidos, como el Fuenteovejuna de Lope de Vega, hacen mapachadas a una...
     

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