"Los tres árboles"

Es normal que incubemos hermosos sueños y proyectemos metas grandiosas. No obstante, no siempre obtenemos los frutos anhelados. Incluso, en ocasiones, sentimos que cosechamos espinas en lugar de rosas.

 

Sin embargo, los magros resultados o insuficientes rendimientos constituyen la antesala de un mejor porvenir, aun cuando negros nubarrones presagien la llegada de una tremenda tormenta. Como dice una certera sentencia: “no hay mal que por bien no venga”.

 

El cuento de tres pequeños árboles plantados en una colina es muy sugestivo al respecto. Los tres nutrieron grandes expectativas, pero el desenlace no fue el esperado. El primer arbolito miró hacia las estrellas y dijo: “Yo quiero guardar tesoros, quiero estar repleto de oro y ser llenado de piedras preciosas; yo seré el baúl del tesoro más hermoso del mundo”.

 

Al segundo arbolito le gustaba el arroyo que iba hacia el océano y quiso convertirse en el barco más imponente del mundo. El tercero, pensó en crecer muy alto para que todos lo contemplaran y pensaran en Dios.

 

Cuando crecieron, los leñadores los cortaron pero su realidad fue muy diferente. Al primer árbol no lo convirtieron en baúl de tesoros, sino en caja de alimento para aves y ganado. Al segundo, sí lo llevaron a un embarcadero, pero no construyeron un imponente barco que surcara los mares, sino un bote de pesca para lago. Al tercer árbol lo hicieron fuertes tablones que dejaron en un almacén de madera.

 

Empero, sí se cumplirían sus sueños. El primer árbol se convirtió en el pesebre que sirvió de cuna al tesoro más grande de la humanidad. El segundo, fue la barca desde la que Jesús calmó la tempestad. Con los tablones del tercero se elaboró la cruz desde la que Dios redimió al mundo.

 

¿Me desanimo ante insuficientes resultados?

 

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@rodolfodiazf