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"ALDEA 21"

"Morena en Sinaloa: el dilema de la exclusión"

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ALDEA 21

    El sábado pasado se llevaron a cabo distintas asambleas para nombrar delegados propietarios a las asambleas nacionales y estatales del partido Morena para decidir la conformación de sus estructuras tanto en el país como en Sinaloa. Las reuniones se consideran un relativo éxito por varios analistas, en tanto se esperaban mayores conflictos que los ocurridos en algunas asambleas, sin embargo sólo el caso del distrito dos con cabecera en Ahome, fue el único que presentó problemas que obligaron a la suspensión de la asamblea y su reprogramación para otra fecha.

    A Sinaloa le corresponde nombrar 7 delegados nacionales y 70 estatales, estos últimos serán los que conformen el Consejo Estatal que habrá de nombrar a la estructura de Morena, a excepción del presidente y secretario general que serán designados por otros mecanismos aún no bien definidos, pero se estima que serán electos por medio de encuestas públicas a la ciudadanía.
    Después de más de un año de haber obtenido el histórico triunfo en las elecciones de 2018, la conformación del partido Morena en Sinaloa no parece enviar señales distintas a las antiguas prácticas deliberativas al interior de los partidos tradicionales, los cuales han sido cuestionados por años, por su falta de oficio democrático y su carácter centralista, sectario y autoritario a la hora de nombrar sus dirigencias.
    Después de la elección de 2018, los integrantes de Morena ante el asombro de la cantidad de votos obtenido y del triunfo inesperado de sus candidatos y partido, no habían cavilado ante semejante responsabilidad política y social de gobernar y a la vez conformar un partido, ahora el más importante de México; como consecuencia en los gobiernos estatales, municipales y algunos legisladores de Morena, se experimenta una desafortunada y costosa ruta de aprendizaje con cargo al erario público; en ciertos casos con un marcado retroceso en los avances ya ganados en el desempeño del servicio público en los diferentes órdenes de gobierno.
    El inesperado suceso de la elección de 2018 obligó a los morenistas en un mismo tiempo y sin haberlo previsto, a gobernar estados y municipios, a legislar en el Congreso de la Unión y entidades, además de conformar las estructuras del nuevo partido ganador. El problema es que no estaban preparados para semejante encomienda y para enfrentar una responsabilidad de tales dimensiones.
    En el caso de la conformación de las estructuras del partido, su mayor dilema será legitimarlo, para ello el primer obstáculo se encuentra en su misma naturaleza debido a que para nombrar y crear sus estructuras se ve obligado, según sus propias decisiones, a cerrar las puertas del partido a la sociedad, a no permitir a nuevos miembros y a no considerar a todos aquellos militantes registrados después del 20 de noviembre de 2017. Una democracia selectiva y una dificultad política de legitimación que habrá de enfrentar o padecer como un nuevo partido que paradójicamente nace bajo el principio de la exclusión aún y cuando fue apoyado por una mayoría electoral que esperaba una actuación diferente, con una verdadera vocación democrática distinta al resto de la clase política, vapuleada por 30 millones electores.
    Toda la parafernalia de elección, consulta y participación política y democrática al interior de Morena no parece mostrar diferencia, por el contrario, en algunos casos se demuestran con mayor obstinación y poca prudencia las viejas prácticas de la conformación de grupos políticos, amarres, enfrentamientos, acarreos y negociaciones al margen de los millones de electores y ciudadanos que apostaron por una opción distinta.
    En Sinaloa, puede observarse sin mayor dificultad, la creación de un partido en el que se disputan su control nuevas camadas de viejos y nuevos actores políticos con el interés expreso de mantener las mismas reglas escritas y no escritas del antiguo sistema de partidos y su democracia secuestrada, simulada y manipulada.
    Ya no alcanzan los discursos para engañar cuando se usan las mismas palabras para mentir, no se puede formar un partido, cuando de origen se le ha prohibido participar al ciudadano común, olvidan que lo que ahora tienen se lo deben a quienes votaron por un proyecto de nación y no por ellos, no por su antigüedad en la política, ni por su posición de poder en el servicio público o por su condición de pureza como militantes fundadores de Morena. Es un gran error promover a un partido para el pueblo, pero sin el pueblo. Como bien afirma el actual Presidente de la República: tonto es aquel que piensa que el pueblo es tonto.
    Hasta aquí mi opinión, lo espero en este espacio el próximo viernes.

     

    vraldapa@gmail.com
    @vraldapa

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