"Nada Pucheta en la enorme cloaca ‘Tiburongate’, treta reeleccionista"

El audio de la conversación entre la ex directora del Acuario, Milay Quintero, y uno de los buzos que estaba bajo sus órdenes, evidencia la construcción de una gran farsa jurídica para entorpecer el acceso de la justicia a la verdad. Fortalece además la hipótesis del uso político de la investigación para incidir en el actual proceso electoral.

Invierte el orden de los indiciados, pues el Alcalde con licencia Fernando Pucheta Sánchez, quien busca repetir en el cargo para el siguiente trienio, pasa a ocupar el banquillo de los acusados donde él puso a Carlos Felton y Alejandro Higuera, quienes lo antecedieron en el cargo.

Milay Quintero es hoy parte del equipo de activismo político de Pucheta, quien el 1 de enero de 2017 la designó directora del Acuario.

Estuvo ahí hasta diciembre del mismo año. La razón por la que se iba, dijo, era para no entorpecer la investigación que iniciaba la Fiscalía General del Estado sobre causas y responsables de que se fracturara un acrílico del tiburonario.

Pero no cumplió con lo que prometió al dejar el cargo. Paralelamente a la acción de la Síndico Procuradora del Gobierno de Mazatlán, Lourdes Sarabia; para implicar a Felton e Higuera en actos de negligencia y omisión que desencadenaron el desagüe de la gran pecera, Milay preparó, por órdenes de Pucheta, la farsa legal que quería hacer valer por encima de la verdad jurídica.

El mismo día que se anunció la inhabilitación de Felton e Higuera para desempeñar cargos públicos, así como de Carlos Venegas Arriola y Juan Antonio Durán Garzón, ex directores de Planeación Municipal, y de David Escobar Reynoso, director en funciones al iniciar las indagatorias,

Milay Quintero dimitió a la Dirección del Acuario.

Es decir, el 26 de diciembre de 2017 se activó la operación política embozada de maniobra jurídica, para quitar a Felton e Higuera del camino de Pucheta rumbo a la reelección. Uno, Milay Quintero dejaba el Acuario para construir la versión que justificara el ardid y, dos, Lourdes Sarabia hacía uso de las instituciones con fines perversos.

Y así se ejecutó el plan. El “Tiburongate” pasó de ser un escándalo de corrupción a estrategia electoral de Pucheta, moldeando a su medida las instituciones y recreando un cuento para entretener al Ministerio Público en tanto él avanza en la campaña priista para reciclarlo en la Presidencia Municipal de Mazatlán.

Por codicia política, Pucheta se autodelata en la treta contra Felton e Higuera. De por sí turbia debido al sedimento de la corrupción, el agua en que nadaban los tiburones en el Acuario de Mazatlán ha sido revuelta una y otra vez antes y después de que la pecera se vaciara. La opaca realización de la obra de principio a fin oculta la dimensión de los intereses en juego y las negligencias.

De qué tamaño han de ser las confabulaciones, intereses e impunidades en el caso del tiburonario del Acuario de Mazatlán, que las investigaciones se han detenido para prolongar la sospecha sobre actores políticos, al menos hasta que finalice el actual proceso electoral.

¿Quién está detrás de todo esta armazón de mentiras?

En esta historia, el colapso del tiburonario que le causó un daño por 75 millones de pesos a las finanzas públicas pasa a ser el menor daño al robustecerse un perjuicio mayor: el uso faccioso de las instituciones para solventar la estrategia política de la reelección de Pucheta.

Re-verso

Pucheta tendrá como opción,

Si no gana en las votaciones,

Ofrecer nado con tiburones,

En la cloaca de la corrupción.

El invitado y la pena

Fue incómodo hasta para los empresarios que asistieron a la reunión con José Antonio Meade en Los Mochis ver cómo se retorcía en la silla el ex Gobernador Mario López Valdez cada vez que se tocaba el tema de la corrupción, que por cierto dominó en la intervención de los presentes la exigencia de combate a ese flagelo.