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"Opinión"

"Nadie los entiende"

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15/08/2018

    Fernando A. Orrantia

    Los políticos viven en un mundo distinto al del resto de los mortales. El nuevo Presidente, AMLO, tiene muchos años criticando a los servidores públicos de las dos administraciones federales contra las cuales contendió y perdió. El tema que ahora critica con especial encono es la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. Primero afirmó que era innecesario. Después dijo que era indispensable revisar los argumentos técnicos y económicos del aeropuerto, porque sus asesores opinaban que no será indispensable. Ahora, ganada la elección, sigue criticando la construcción del nuevo aeropuerto, aunque con menor énfasis y ha afirmado que en su administración sexenal, se pondrá en funciones un ferrocarril turístico, para que los turistas conozcan la zona maya y tengan la comodidad de un ferrocarril cómodo y apropiado para visitar las distintas zonas importantes que existen en la zona Yucatán, Quintana Roo.
     
    Un mexicano mal pensado diría que ahora el gasto público lo decidirá AMLO, por lo que ya no le quita el sueño el nuevo aeropuerto sino tener nuevas inversiones que realicen los nuevos servidores públicos. Todos los ciudadanos opinamos que el verdadero impulso de los políticos de carrera es hacer obras que impulsen su inteligencia con proyectos importantes, aunque los mal pensados opinamos que el verdadero móvil de las obras públicas tiene como propósito obtener una ganancia secreta derivada del gasto que se pretende realizar. El nuevo aeropuerto ya tiene autores y se encuentra en construcción, por lo que es indispensable tener nuevos proyectos cuya construcción o edificación represente un beneficio para los políticos que respaldan, empujan y deciden el gasto público federal, estatal o municipal, según sea el caso. Los ciudadanos sabemos todo eso y muchas otras cosas más, pero la élite en el poder decide y el gasto público produce inversión y plazas de trabajo para muchos trabajadores, por lo que tiene un incentivo positivo, se afirma. Lo importante es que los ciudadanos comunes y corrientes no entendemos de los secretos de gasto, inversión, presupuestos y servicios públicos atendidos y en funciones.
     
    AMLO ya no critica, porque ahora él y sus seguidores están en posibilidad de decidir el destino del gasto público, aunque sea con dinero prestado, al fin que el deudor es el país y éste requiere de nuevas carreteras, puentes, obras de agua potable y drenaje y todo lo que se puede comprar con dinero pagado por los contribuyentes con sus impuestos. Gastar con dinero ajeno, decía un viejo político estadounidense, produce una satisfacción adicional derivada del poder realizar el gasto. Por ello el enorme gasto de construir un nuevo aeropuerto para la capital del país tiene un encanto adicional para los legisladores que aprobarán el gasto y más aún para los que en una u otra forma, se beneficiarán, sea que la obra deba realizarse en el estado representado por los promotores del gasto o sea porque las empresas que realizará la obra tienen su domicilio en el estado de los legisladores que la promueven.
     
    Algunos escépticos dirán que el gasto implica beneficios para sus promotores, pero eso nunca podrá probarse. Lo que importa es la derrama económica, el gasto público en beneficio de la población promovente del proyecto y en general, la inversión en salarios y compra de materiales, cuyo armado se convertirá en empleos y gastos adicionales. El gasto público convertido en incentivo político, sean empleos o venta de materiales o nuevos edificios que recibirán a empleados, Por eso llama la atención la moderación que AMLO muestra ahora que sabe que es él quien decidirá la mayor parte de las decisiones importantes de todo el sexenio. Hasta ahora, lo poco que hemos visto o leído sobre las decisiones de AMLO y su equipo se ajustan a esa regla principal: crear empleos, obtener obras para el estado que se desea favorecer.
     
    Sin embargo, son los países nórdicos los que toman las decisiones acertadas en el cuidado del gasto público y en vigilar la honradez de los servidores públicos. Dinamarca, Noruega y Suecia, a pesar del clima, mantienen reglas de conducta que son ejemplo para cualquier país. 
     
    Noruega, por ejemplo, gasta sólo una parte del ingreso por la venta del petróleo del Mar del Norte, porque sabe que algún día se acabará esa riqueza y el clima no les permite tener industrias que serían comunes en otros países con clima menos extremo. Suiza, Finlandia y Países Bajos son también un ejemplo de cuidado y probidad en el manejo de los ingresos fiscales. 
     
    Lamentablemente, América Latina no forma parte de los países austeros y cuidadosos, en relación con los impuestos y los gastos fiscales. México tiene mucho que aprender en cuanto al cuidado del gasto público se refiere. Argentina, Brasil, Chile y México empiezan a aprender a administrar sus ingresos fiscales. Pero no somos estudiantes destacados.
     

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