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"Editorial"

"Por ellos"

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21/03/2019

    Editorial

    Muchos conocen la tragedia de cerca, ya sea porque son víctimas o porque conocen a alguien que lo ha vivido, o lo está viviendo, de cerca. Es esa violencia de la que poco se conoce, aunque se saben de muchos casos en Sinaloa: los desaparecidos.
     
    Durante 2018, las autoridades pudieron presumir de un logro en los últimos años: que el índice de homicidios en Sinaloa pudiera registrar una disminución. Pero poco se dice, poco se habla, poco se discute y poco se destina a buscar estrategias para las personas que están reportadas como desaparecidas.
     
    El año pasado, los desaparecidos acumuló una cifra más alta que los asesinatos: mientras en la entidad quedaron registrados mil 122 homicidios, la cifra de desaparecidos aumentó hasta mil 211.
     
    Que esto esté ocurriendo en el País y en México no es normal: es una anomalía producto de la escasa estrategia del Estado mexicano de atender una emergencia de seguridad a la que poco le presta atención.
     
    Porque igual, poco se ha hecho para contener los asesinatos que ocurren en el País, y de que Sinaloa da cuenta de ello casi a diario. Las estrategias contra la violencia no han funcionado y las víctimas siguen aumentando.
     
    Y sumado a ello, hasta ahora no se conoce de alguna estrategia focalizada para resolver el caso de desapariciones forzadas en México: las cifras siguen en aumento y la autoridad está pasmada ante lo que ocurre.
     
    Y ante esa parálisis, ha sido la sociedad civil la que se organiza, la que se arma de valor y la que reta a los delincuentes para encontrar las respuestas que hasta ahora, la autoridad ha sido incapaz de ofrecer, para hallar a sus desaparecidos.
     
    Desde el Congreso de Sinaloa se acusa al Estado de la tragedia que muchas familias viven: por ausencia, por omisión o por complicidad.
     
    Y la Comisión Nacional lo advierte: las desapariciones forzadas en México no han disminuido, sino que, por el contrario, han aumentado por el incremento en la violencia, la inseguridad, la corrupción y la impunidad.
     
    ¿Cuánto tiempo habrá que esperar para que los dolientes y la sociedad reciban las respuestas que necesitan?
     
    Ante esta tragedia, México y Sinaloa ya no pueden esperar más. Por ellos.

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