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"Opinión"

"Posibilidades alternativas y responsabilidad moral"

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05/01/2019 18:29

    Una persona es moralmente responsable de lo que ha hecho solo en el caso de que hubiera podido comportarse de otra manera. Así es como el filósofo Harry, G. Frankfurt comienza la discusión en torno al principio de las posibilidades alternativas, presente en muchas de las discusiones que se dan sobre la relación entre libertad y responsabilidad moral.
    Traigo este tema a cuento porque sobran los ejemplos donde nos topamos con personas que buscan eludir la responsabilidad de sus acciones refiriendo: “no tenía otra salida”, “era la única opción a mano”, “se escapó de mis posibilidades”, “en realidad no quería hacer eso, pero no tuve más remedio”, y así sucesivamente. Sin embargo, dicha imposibilidad es más aparente de lo que parece, haciendo que, hasta cierto punto, se vuelva inválida esa autojustificación barata que niega cualquier responsabilidad en el actuar. Me explico.
    Acomodándome al cambio de horario que traen consigo las vacaciones invernales, me puse a husmear entre las novedades de Netflix. Aunque no tienen nada que ver con mis gustos, por lo corta que es, terminé eligiendo una serie sobre narcos titulada “Entre los verdaderos narcos”, protagonizada por Jason Fox (“Foxy”), un ex militar que durante 10 años estuvo en las fuerzas especiales cazando narcotraficantes. La serie busca mostrarnos desde sus tripas la manera en que funciona la estructura y vida del narcotráfico. Como era de esperar, arranca en México, la meca actual del narco.
    Ni el Foxy, ni los supuestos sicarios, militares, ex presidiarios o autoridades entrevistadas hacen revelaciones novedosas; lo que se muestra en la serie es más de lo mismo, solo que con un tono de más “realidad”. Sin embargo, el valor que yo encontré se encuentra en algunos de los diálogos que se dan en torno a las razones que condujeron a los sicarios a meterse a la vida del narco. En todos los casos, pareciera que no tuvieron otra salida, “porque el barrio es violento”, “porque no hay empleos bien pagados”, “porque de niño fui víctima de la violencia intrafamiliar”, “porque aquí no hay otra forma de poderles dar educación a nuestros hijos”, porque, porque, porque...
    Tras narrar sus peripecias y revelar el número de muertos en su haber, los sicarios entrevistados parecen haberse movido siempre bajo el principio de las posibilidades alternativas, rehuyendo a la responsabilidad moral de sus actos. Va un par de ejemplos que me pusieron la carne de gallina.
    En un lugar desconocido de Culiacán, Sinaloa, Foxy se encuentra con Luis Alfonso Murillo, el “Güero ranas”, para conocer algunos detalles relacionados con sus actividades delictivas, motivaciones y temores. Después de declarar que se sentía honrado por la entrevista, el “Güero” tranquiliza a su entrevistador asegurándole que “si hacen todo bien no hay riesgo. Tengo gente afuera que nos avisará si se acerca el gobierno. Si ustedes la cagan, entonces sí están en riesgo; es cuestión de que no la caguen”.
    Pasado el trago gordo, Foxy pregunta directo: “¿a qué te dedicas? Soy sicario y tengo mi laboratorio. Ahora ya puedo ocupar el puesto de mi jefe, pero dirigir la organización son palabras mayores, porque ahí sí hay mucho riesgo, por eso no me gustaría subir tan alto. ¿Cómo es tu día a día? A veces bueno a veces malo, todos los días peligrosos. Hay veces que traes mucho dinero, otros no traes nada. ¿Qué es lo que más te gusta de tu trabajo? Lo que más me gusta es el dinero. ¿A qué le tienes miedo? Le tengo miedo cuando voy a matar a alguien que me estorba, porque no sé si voy a regresar. Eso es lo que no disfruto, y es lo que me da miedo”.
    El otro caso es el de Jhon Jairo Velázquez Vázquez, alías “Popeye”, uno de los sicarios más próximos a Pablo Escobar, y responsable de ejecutar Luis Carlos Galán, candidato a la Presidencia de la República en Colombia. Después de recorrer el barrio, y saludar a quien salía al paso, Foxy le lanza una pregunta envenenada: “Las familias de las víctimas deben estar horrorizadas de ver que te tratan como una celebridad”. Sin dudarlo, Popeye justifica la inviabilidad de dicho sentimiento del siguiente modo: “Yo ya pasé 23 años 3 meses en un calabozo por mi delito; esa parte fue muy dura. Las familias de las víctimas saben esto y ya el capítulo de la violencia pasó, y todo el mundo está cerrando heridas. Volver a hacer una venganza es volver a levantar el monstruo de la guerra. [...] ¿A cuánta gente mataste para pasar 23 años en la cárcel? Mira Foxy, por mi propia mano, porque no soy un sicópata, yo no guardo prendas de las víctimas y cosas de esas. Los mato y listo. Maté unas 257 personas, y la más exitosa de todas fue la muerte del doctor Luis Caros Galán...”.
    Foxy vuelve a la carga: “Tienes que creer que lo que haces evidentemente es lo correcto, tienes que convencerte que es lo correcto”. La respuesta es impecable desde el punto de vista del principio de las posibilidades alternativas: “Nuestras posiciones son diferentes porque somos dos asesinos, pero tú eres un asesino legal, un asesino con la constitución en la mano, yo soy un asesino ilegal, vamos por el amor a una organización y al crimen, y tú vas por el amor a un país. [...] Foxy, ¿tú cuántas personas has matado en tus guerras? Nunca he llevado la cuenta de las personas que he matado, para mí era parte de mi trabajo algo que tenía que hacer al estar empleado por el ejército. [...] era parte de un trabajo que amaba”.
    Tanto en el caso de los sicarios como el de Foxy, no existe el remordimiento de la carga moral. Piensan, como dice Harry G. Frankfurt, que “una persona que ha sido coaccionada a hacer algo no lo hizo libremente y, [por ello] no es moralmente responsable de haberlo hecho”. ¿Hasta qué punto este argumento es válido para eludir la responsabilidad moral de sus acciones?
    Al respecto, Frankfurt señala que una persona que es coaccionada y sabe que recibirá un castigo severo si no cumple con lo que se le ordena, estrictamente hablando, “no significa que no pueda llevar a cabo ninguna otra acción que no sea la que, en efecto, lleva a cabo. Después de todo, aún le queda abierta, y esto es crucial, la posibilidad de desafiar la amenaza si desea hacerlo y aceptar el castigo que su acción le provocaría. [...] La imposibilidad [de el “Güero ranas”, el “Popeye” y “Foxy”] de resistirse a la amenaza no significa que no pueda[n] hacer otra cosa que llevar a cabo la acción que realiza[n]”.
    Difícil creer que en todas las situaciones que enfrentaron estos tres personajes, no hubieran tenido ninguna otra sola salida, o que en algún momento hubieran estado completamente convencidos de algunos de los muchos asesinatos que perpetuaron; en este último caso la coacción pierde su fuerza alienante y manipuladora. En este sentido, sí son responsables moralmente de lo que hicieron, aunque lo hayan hecho “por amor”, tal como lo refirieron desde su trinchera Foxy y el “Popeye”.
    Esto último, el “Popeye” lo tenía tan claro como el filósofo Harry G. Frankfurt. Al final de la entrevista, “Popeye” le dice a Foxy: “A mí me hubiera gustado ser un hombre con honor, como tú”.
    Tal reconocimiento es la prueba innegable de que este sicario siempre supo que había otros caminos con los que podía abrirse paso en la vida e, incluso, alcanzar una cierta fama.
    @pabloayalae