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"PUERTO VIEJO"

"Promesas..."

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    El “Movamos a México” fue el slogan de campaña de Enrique Peña Nieto, quien no pudo llenar las expectativas que levantó entre los gobernados ya que el tractor se atascó rápidamente en el lodo de la corrupción y todo aquello ha pasado a formar parte de la larga historia de los incumplimientos por parte de la clase gobernante, con la obvia desilusión de los gobernados.
     
    Lo anterior me conduce a buscar los postulados de algunos presidentes de la República emanados del PRI; concretamente, de Echeverría para acá, en cuyo período se gestó el cúmulo de problemas que hoy nos agobian.
     
    “¡Arriba y adelante!” fue el lema de campaña de Luis Echeverría. Frase llena de vigor  que generaba la expectativa de una Nación escalando, sin el menor dejo de cansancio, en pos de la procuración de un progreso incluyente, pero no hubo de piña, y al final, la herencia de Echeverría fueron las crisis económicas recurrentes y la devaluación del peso, ya que durante su mandato, el tipo de cambio pasó de 12. 50 pesos por dólar hasta los 23 pesos.
     
    Su sucesor, José López Portillo se dejó ver con el eslogan “La solución somos todos”, misma que me recuerda a la que actualmente utiliza el panista (¿?) Ricardo Anaya con su “Juntos Podemos”. 
     
    López Portillo buscaba vendernos la idea de conseguir una cohesión social para salir del hoyo en el que nos metió su antecesor, y además, se dio el lujo de anunciarnos que tendríamos que aprender a administrar la abundancia generada por las ganancias petroleras, pero de nueva cuenta, las cosas no salieron y la única unión lograda fue la de los políticos para enriquecerse y darle fuerza a la imparable corrupción que hoy nos agobia.
     
    Sin poder negar lo evidente del saqueo del patrimonio nacional, Miguel de la Madrid se nos presentó con su “Renovación Moral”, lo cual no logró y tampoco pudo parar la galopante inflación y el crecimiento de la pobreza entre la mayoría de la población; también le abrió la puerta al arribo de los tecnócratas, embobados en la macro economía y recetando “mejoralitos” para paliar las necesidades de la población.
     
    Tocó el turno a  Carlos Salinas de Gortari, quien arriba a la presidencia, gracias a una afortunada caída del sistema de cómputo, circunstancia que dejó en el camino a Cuauhtémoc Cárdenas y propició la dimensión de Manuel Clouthier del Rincón. Su rúbrica de campaña fue “Que hable México” y el país habló en favor de Cárdenas, sin embargo, Salinas no escuchó la decisión popular.
     
    Salinas de Gortari empujó a México hacia los mercados del mundo y marcó el rumbo del neoliberalismo como carta de vuelo de su administración y le dio fuerza a los programas sociales que se convirtieron en fuentes de riqueza, para políticos y partidos.
     
    La gestión de Salinas de Gortari, también se vio marcada por los magnicidios de Francisco Ruiz Massieu y de Donaldo Colosio; todo ello, coronado con la presencia del hermano incómodo Raúl ¡Ah! Y cómo olvidar que su Secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella, dictaminó que la pobreza en México, es un mito genial.
     
    Del malogrado Luis Donaldo Colosio, quedó el “Colosio, sí” y “México exige, Colosio responde”. Y como Colosio rompió con su antecesor, le respondieron con la ejecución fatal y por esa circunstancia, el PRI presentó a Zedillo con la divisa “Él sabe cómo hacerlo”. 
     
    Pero entrando, entrando se le vino el mundo encima con la devaluación del 94 y una crisis de los demonios que, entre otras cosas, acabó con miles de patrimonios familiares, y de paso, nos elevaron el IVA del 10 al 15 por ciento, festejado por los diputados con la famosa “Roque señal”, cuyo autor, Roque Villanueva hizo la mueca de habernos cogido a todos.
     
    Con Zedillo, se rompió la hegemonía priista y arribó el PAN para quedarse dos sexenios consecutivos, sin que se notaran los frutos de la alternancia. 
     
    De todos los ejecutivos citados, incluyendo a los de origen panista, se fue desprendiendo de parte de la población, un sentimiento de hartazgo en contra de los partidos, especialmente contra el PRI, resultando pagano de los platos rotos sus candidatos y especialmente su propuesta a la Presidencia de la República, el seudo ciudadano apartidista José Antonio Meade, un burócrata muy preparado, pero sin los alcances de líder, quien saltó a la palestra con el slogan “Avancemos juntos”, mismo que no es original, ya que existen algunas agrupaciones ciudadanas que operan bajo esa razón social. Es decir, que ni para eso nos resultó auténtico.
     
    Promesas incumplidas, impunidad y corrupción, han sido los ingredientes perfectos para dar vida a fenómenos como ya saben quién. ¡Buen día!
     

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