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"Opinión"

"Quirino Ordaz: la política sobre el gobierno"

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    Quienes trabajan con él coinciden en que el Gobernador  Quirino Ordaz es un hombre ejecutivo. Toma decisiones y lo hace rápido. Esta semana dio muestra de ello. Sin decir agua va, removió a tres secretarios de su puesto:  Juan Habermann de Agricultura,  Alfredo Román de Salud y  Martha Robles de Desarrollo Sustentable, en su lugar entraron  Jesús ValdésEfrén Encinas y  Álvaro Ruelas, respectivamente.
     
    Es obvio que los cambios tienen una clara intención política. No encuentro otra explicación, toda vez que tanto  Habermann, como  Robles y  Román Messina eran ampliamente reconocidos por su aptitud técnica en sus respectivos gremios. En lugar de los primeros dos, llegó un par de políticos derrotados en la pasada elección.
     
    “Premios de consolación” han dicho muchos. No lo creo,  Valdés y  Ruelas perdieron frente al Efecto AMLO pero la cantidad de votos que consiguieron no es despreciable. 
     
    Es decir, ambos tienen una cuota electoral viva y vigente, incluso en tiempos de amplio morenismo. Eso es lo que intenta conservar  Ordaz Coppel al integrarlos a su gabinete en posiciones clave: rescatar lo que queda del priismo estatal y reconstruirlo como partido de cara al 2021. Antes que alguien más lo haga, el Gobernador manda un mensaje claro: el PRI -o lo que queda- es suyo.
     
    Tanto  Ruelas como  Valdés, tienen proyectos político de largo plazo y con estos nombramientos el Gobernador los habilita.
     
    Hasta aquí la jugada política es lógica y comprensible. Pero  Quirino Ordaz no solo es el principal priista de Sinaloa, sino también (y para eso fue elegido) su Gobernador. Ese fue el mandato que se le confirió y eso implica que ponga primero el bienestar del estado que el de su partido. En esa lógica, los recientes nombramientos no cuadran.
     
    Ordaz Coppel privilegió la política por encima de la técnica, la experiencia y el liderazgo en secretarías de alta especialización, sobre todo en Agricultura y Desarrollo Sustentable. Por eso tienen razón  CodesinCoparmex, la  AARC y el resto de organizaciones y liderazgos de la sociedad civil que han sido críticos con la decisión del Gobernador. Aunque insista en su derecho de hacerlo, los nombramientos no son un acierto.
     
    No sabemos cómo será el desempeño de  “Chuy” Valdés ni del  “Vallo” Ruelas en el futuro. Sabemos, sí, de su oficio político pero no los conocemos por su  expertise en las áreas que les fueron conferidas. Dice un dicho que  no arreglas lo que no está descompuesto y hasta donde tenemos información, los secretarios salientes eran reconocidos dentro y fuera del gobierno por su capacidad y desempeño. 
     
    Ahora, no es la primera vez que vemos un nombramiento político en una posición técnica durante el Gobierno de  Quirino Ordaz. ¿Se acuerda del Secretario de Pesca? 
     
    El tiempo dirá si el Gobernador equivocó la decisión. Yo creo que sí, sobre todo por una razón: cuando llegó al gobierno, el nuevo gabinete fue aplaudido por su profesionalismo, la buena reputación y la experiencia de la mayor parte de sus integrantes. Tras el desastre y la improvisación de  MALOVA, el nuevo gabinete era aire fresco.
     
    Hoy ese aire fresco se ha viciado de política.  Valdés y  Ruelas tendrán el tiempo para demostrar de qué están hechos, pero no dudamos que de haber problemas, sus sectores lo reclamarán de inmediato.
     
    Por último, ignoro cuales son las aspiraciones políticas del Gobernador una vez que termine su mandato, pero es cierto que, desde la lógica política tradicional, prácticamente se ha quedado solo. 
     
    Sin embargo, creo que la coyuntura es más una ventana que un muro. Si lo aprovecha, el resultado de la elección le permitirá sacudirse viejos cacicazgos políticos y corporativismos que ya no tienen nada que ofrecerle. El millanismo, el malovismo, ENCIMA, el Grupo Culiacán y hasta el cuenismo, fracasaron estrepitosamente el primero de Julio, lo que le da una oportunidad enorme de operación política. 
     
    En esa “soledad”,  Quirino Ordaz podría gobernar con total soltura y sin compromisos de cara al nuevo gobierno federal, pero en esta ocasión privilegió la vieja política por encima de la prudencia. Decidió como el principal militante de un partido desprestigiado y no como el Gobernador de Sinaloa. 
     
    Como con  Sergio Torres, nos pedirán el “beneficio de la duda”. Los resultados están a la vista. No era necesario.
     

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