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"Aldea 21"

"Repensar las adicciones (Parte II de II)"

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ALDEA 21

     

    @vraldapa
     
     
     
    El martes pasado, en la primera parte de este artículo, se abordó el tema de la adicción como un hecho social de origen multifactorial con implicaciones graves y diversas en torno al fenómeno del narcotráfico, contexto en el que se ubicó esta realidad como un problema social de seguridad y salud pública. Sobre esta idea se dará continuidad al análisis de la segunda parte:
     
    Es posible partir de un análisis comparativo entre las estadísticas que cada uno de estos fenómenos sociales, en donde según la Encuesta Nacional de Adicciones de 2011, arroja como resultado una tasa general de muertes por sobredosis de drogas ilícitas de un 0.01 por ciento, lo que significa que en México mueren 990 personas por consumir drogas al año, esta información permite percibir la dimensión del problema de salud pública. Sin embargo ese mismo año también murieron por crímenes vinculados al tráfico de drogas más de 15 mil 700 personas, lo que evidencia un problema de seguridad pública de preocupantes dimensiones. La diferencia entre ambos rubros es abismal en términos del costo social que implican.
     
    Ahora bien, en nuestro país existen otros tipos de drogas permitidas que son causa de muertes con un índice mucho mayor en contraste con el consumo de las drogas ilícitas: Alcohol: 24 mil personas muertas en accidentes relacionadas por el consumo del alcohol, es decir mueren diariamente un promedio de 55 personas por el uso permitido del alcohol, según datos de la Organización Panamericana de la Salud.
     
    El azúcar: De acuerdo con datos avalados por la Escuela Friedman de Ciencias y Políticas Nutricionales de los Estados Unidos, en México las bebidas azucaradas son responsables de más de 24 mil muertes al año, siendo causa igualmente en un 22 por ciento y 33 por ciento de las muertes atribuidas a la diabetes y enfermedades cardiovasculares y obesidad en el país. 
     
    Como sucede con las drogas, el azúcar puede resultar sumamente adictivo para mucha gente ya que también provoca una liberación de dopamina en el cerebro y la segregación de esta sustancia es la que conduce al descontrol y la adicción al producto que la contiene; es considerada como una droga permitida, e incluso más adictiva que la cocaína.  www.uv.mx/cienciauv/blog/elazucaresunadroga/.
     
    La sal: Su consumo está presente en la muerte de una de cada 10 personas que consumen más de 5 gramos diarios de los 162 mil decesos por enfermedades cardiovasculares, una cantidad de alrededor de poco más de 16 mil personas al año en México. Para la Sociedad Española de Cardiología el consumo de sal está siendo considerado como una adicción por su alta capacidad de “engancharse” en su consumo, tanto como cualquiera de las más fuertes drogas ilícitas.
     
    El tabaco: En nuestro país, 16 mil muertes al año son provocadas por el tabaquismo según datos del Inegi.
     
    Estos cuatro productos reconocidos como drogas lícitas, generan muchas más muertes que las ilegales, situación que coloca el tema de la prohibición en una lógica un tanto absurda, considerando que las consecuencias de su consumo se encuentran muy por debajo del resto de las drogas permitidas. 
     
    En México, el Presidente López Obrador se ha comprometido a modificar la estrategia de combate a los cárteles de la droga, solicitando ante las Naciones Unidas la legalización de la plantación de la adormidera y legalización de la mariguana. 
     
    En Holanda, para el 2010 se cumplían 34 años de haber despenalizado el uso y consumo de la mariguana y el hachís, reportando niveles de consumo por debajo de la media europea, demostrando que es posible tolerar el uso de ciertas drogas sin crear “generaciones perdidas”, manteniendo una de las tasas más bajas de mortalidad por el uso de drogas.
     
    Junto a estas experiencias, la posible legalización en México permitirá disminuir los altos índices de violencia, además de volver lícitos los recursos económicos que genera, aplicar cobro de impuestos y generar riqueza en un mercado al que hasta ahora no se tiene acceso legal por estar prohibido, a diferencia de otros países como Estados Unidos, donde se tiene control legal y han alcanzado ventas por los 11 mil millones de dólares en 2018 y se estima aumentar las ganancias hasta por los 21 mil millones de dólares en 2021.
     
    Mientras que en México se han invertido más de 70 mil millones de pesos para combatir el narcotráfico, han muerto más de 270 mil civiles, hay alrededor de 30 mil desaparecidos y 250 mil desplazados en una guerra que prácticamente ha estado perdida desde que la iniciara en 2006 el ex Presidente Felipe Calderón. 
     
    En el caso de gobierno del estado de Sinaloa, que en 2017 destinó una inversión de 630 millones de pesos en armas y equipo táctico para las corporaciones policiacas, contrasta con una asignación de tan sólo 24 millones de pesos en tratamiento y prevención del consumo de drogas.
     
    Históricamente en México se ha combatido el narcotráfico atacando sus efectos y no las causas, a pesar de que, como lo ha dado a conocer la ONU, los factores que más inciden en el consumo de drogas son los bajos niveles de ingreso, la desigualdad, el desempleo, la pérdida de valores tradicionales, entre otros que no tienen nada que ver con estrategias policiacas y militares.
     
    Esta situación nos emplaza a enfrentar la disyuntiva de continuar intentando resolver el fenómeno de las drogas ilegales en la lógica de leyes prohibitivas, la represión violenta y la persecución o hacerlo de la misma forma en que son tratadas las adicciones legales como el alcoholismo, tabaquismo, ludopatía y otras prácticas generadoras de adicciones, donde se tiene claro que el problema no radica en la legalidad del consumo, sino en el exceso y la dependencia, así como en la falta de información, prevención y control.
     
    Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio el próximo martes.

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