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"Opinión"

"Serapio y su partido ‘atrapa todo’"

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    Los partidos políticos son más que entidades públicas buscando el poder político, eso en todo caso sería la definición mínima en el marco de su finalidad. Los partidos políticos son según el politólogo G. Sartori “Cualquier grupo político identificado por una etiqueta oficial que presenta en las elecciones -libres o no- candidatos a cargos públicos”. Para la Ciencia Política todos los partidos buscan lo mismo: el poder.
     
    Pero no todos los partidos políticos son iguales, hay diferencias particularmente ideológicas. Para hablar de partidos políticos con seriedad, uno debe tomar en cuenta: El marco constitucional, la calidad democrática, el sistema político y dentro de ello el sistema de partidos en el que se desarrollan.
     
    Los partidos políticos tradicionales montaban su base electoral en postulados o plataformas ideológicas definidas y claras, en un gran abanico de opciones se inscribieron partidos de izquierdas y derechas, y dentro de ellas un sinfín de “ismos” desde el laborismo hasta el anarquismo, pasando por el comunismo, fascismo, socialismo, sinarquismo, conservadurismo, ecologismo y muchísimos más. De tal forma que los electores que sentían simpatía con la derecha encontraban un espacio de representación política en partidos conservadores, mientras que los electores con tendencias ideológicas de izquierda solían acudir a la urna prefiriendo a los liberales. 
     
    Para el caso del Sistema Político Mexicano, resultaría oportuno una primera separación por su territorialidad y/o ámbito de competencia, es decir, para estudiarlos primero debemos proponer una división de los partidos políticos locales y los partidos políticos federales. Dentro de los partidos políticos locales es que inscribo la siguiente reflexión.
     
    Los partidos políticos locales no tienen definida una ideología clara, son más bien homogéneos y flexibles porque necesitan captar votos de “todos lados” para poder sobrevivir a la ratificación del registro. Debe usted saber que los partidos políticos no solo compiten para ganar elecciones sino que también compiten para mantener su registro y con ello sus prerrogativas financieras. 
     
    Los partidos “catch-all” descritos por Maurice Duverger son entidades públicas que prácticamente omiten de sus discursos los asuntos ideológicos y buscan desesperadamente el voto del elector programando temas de la agenda cotidiana o temas de coyuntura local. 
     
    Un ejemplo claro lo podemos encontrar en el Pais, un partido político local que nace en la coyuntura de las “candidaturas independientes” y busca agrupar varios participantes que buscaron espacio en esa figura electoral. Tal despropósito -hacer un partido de independientes- no tiene en cuenta ideología alguna, salvo la búsqueda de prerrogativas administradas en familia.  
     
    Los dirigentes de partidos políticos “catch-all” generalmente engañan a los candidatos que postulan, nos les dicen de la dificultad para conseguir votos sin estructuras y mucho menos les explican que las candidaturas plurinominales -por las que realmente van- son para los propios fundadores del partido, sus amigos o parientes. 
     
    En este proceso electoral 2018 veo con mucha simpatía el gran esfuerzo que la comunidad LGBT está haciendo desde el PAIS para insertar su agenda en el escenario político local. La participación plural en estos procesos electorales siempre traerá algo bueno para la democracia. Pero deberían saber que este gran esfuerzo se empaña con el fin verdadero que persigue un político de la calaña de Serapio Vargas quien buscaba la diputación en el primer lugar de la lista y al no conseguirla anotó a su esposa en la posición número uno. 
     
    Podría apostar que los fines de Serapio no se lograrán como todo en su carrera, será una derrota más en la larga lista, no le alcanzará para mantener el registro y mucho menos para darle una diputación a su esposa. De este modo el candidato de “los punteros” -no de preferencias, sino de las esquinas- terminará por cerrar una locura que nos costó a los sinaloenses varios millones de pesos. Genio y figura. Luego le seguimos...
     
     

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