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"Opinión"

"Servidores públicos de telenovela"

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    alberto.kousuke@uas.edu.mx


    A todos nos gusta pensar que estamos en control de nuestras percepciones y decisiones. La noción de que somos manipulados para adquirir un producto (ya sea una pastilla milagrosa o retórica política) nos resulta soez; sin embargo, sucede constantemente. Y esto ocurre, simplemente, porque somos humanos.

    Las emociones humanas más básicas tales como empatía, indignación, furor, sorpresa, por mencionar algunas, son elementos aprovechados por aquellos inescrupulosos, desesperados y egoístas, para distorsionar nuestro juicio, nuestros pensamientos, y nuestra conducta.

    Hoy en día, toda persona que utilice un smartphone es vulnerable a la manipulación. El problema radica en el exceso de información, hoy en día recibimos cinco veces más información que hace 30 años. Asimismo, cada vez que utilizamos Internet, cada vez que damos “click” en un vínculo, proporcionamos infinidad de datos que facilitan la publicidad segmentada; es decir, el Internet utiliza el historial de navegación para crear un perfil digital de cada persona e imponer publicidad diseñada específicamente para cada uno de nosotros.

    Hay muy pocos absolutos en la vida; no obstante, en el marketing y la política, el mundo es presentado como un sí o no, blanco o negro, bueno o malo, en contra o a favor.

    Nuestra mente está programada para sentirse cómoda con la simplicidad de un pensamiento dicotómico, donde es fácil elegir una marca o partido político sobre otras alternativas, por que la opción es presentada como clara y sencilla. Todos conocemos ese tipo de mensajes: “compra esta marca y tus problemas desaparecerán”, “vota por esta persona y México saldrá de su inmundicia”, etc.

    Al tergiversar las complejidades de una situación la opción resulta simple y fácil. Etiquetar, sobregeneralizar, y utilizar clichés son las técnicas más utilizadas para este tipo de distorsión de la realidad.

    Los buenos vendedores son grandes cuentistas, crean narrativas alrededor de productos con los que nos relacionamos a un nivel emocional.

    Somos presa segura porque opciones fáciles y sencillas reducen la ansiedad de lo ignoto en un mundo repleto de escalas de grises. La ansiedad corroe aún más cuando lidiamos con decisiones complicadas, haciéndonos desear la simplicidad de dicotomías sencillas.

    Los políticos recurren a las mismas tácticas, intentan apelar a nuestro razonamiento emocional, en lugar del razonamiento lógico. Por eso no resulta sorprendente que algunos de nuestros servidores públicos tengan vida de telenovela mexicana.

    Todos somos culpables de ocasionalmente tratar de manipular otras personas; empero, debemos de tener más cuidado con aquellos que tienen una influencia sobre los demás. En este proceso electoral debemos de ser más perspicaces e informarnos más sobre el juego político para evitar ser manipulados a votar irreflexivamente. La información es poder, y entre más fuentes consultemos, podemos estar más seguros de que es correcta.

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