Editorial
Sinaloa ha vuelto a las primeras planas de los periódicos del mundo y lo ha hecho de una forma escandalosa, mostrando todo lo que le han criticado desde hace muchos años.
Analistas de toda índole, especialistas de todo y nada, legisladores y agoreros del futuro tendrán material para escribir y pontificiar durante días, Sinaloa les ha dado material para derramar toneladas de tinta y minutos al aire.
La frágil paz de una ciudad como Culiacán se vio trastocada en unos minutos, las calles terminaron vacías, la capital paralizada, no hay forma de contener lo que todo el mundo ha visto, lo único que nos queda es hacer un recuento de los daños y comenzar a reparar lo que está roto.
Las lecciones positivas que nos deja un suceso tan negativo fue el comportamiento de los habitantes de Culiacán.
La sola noticia de que no hay víctimas fatales en la sociedad civil es una gran noticia, los habitantes de Culiacán conservaron la calma y se refugiaron en sus casas, aunque hay que lamentar la muerte de por lo menos dos custodios del penal de Culiacán.
Y a los que hay que aplaudir son a los elementos de las diferentes corporaciones que lograron solventar uno de los días más peligrosos que ha enfrentado Culiacán.
Lo más triste es darnos cuenta que la lucha por resolver nuestros problemas de delincuencia organizada es cuesta arriba, falta mucho que hacer y sociedad y gobiernos deben de poner de su parte.
El penal de Culiacán mostró su vulnerabilidad, algo que no era un secreto, más bien era una bomba de tiempo.
Habrá que investigar la forma en que se tomaron algunas decisiones y aclarar los detalles de la detención que provocó que la delincuencia organizada saliera a las calles para demostrar su fuerza.
El 17 de octubre será recordado como el día que nos dejó muchos aprendizajes, estamos a tiempo de aprender de un día de puro miedo.
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