@rodolfodiazf
¿Cuántos sueños ha albergado mi pecho? ¿Cuántas ilusiones han encontrado cobijo en mi mente? ¿Cuántas hazañas han forjado mis elucubraciones y fantasías? ¿Cuántos proyectos de papel se han incinerado en la estufa de mis desvaríos?
Es bueno soñar, pero estando despierto. Es sano proyectar, pero teniendo claro el trayecto. Es recomendable pergeñar el futuro, pero construir el sendero para lograrlo. De otra forma, se tejen quimeras en las etéreas alas de lo que no es y nunca será.
“Soñarse rey no es esperar serlo. Tal vez todo lo contrario, y es que quien espera y sabe esperar es el hombre más despierto. El que sueña, ni espera ni recuerda, porque en el sueño no hay ni pasado ni presente. El sueño es un puro presente. Y el que no sabe recordar no sabe esperar”, escribió Miguel de Unamuno.
Expresó que quien espera no es alguien pasivo e inactivo, sino un luchador audaz e inquieto. “Y lo más de mi labor ha sido siempre inquietar a mis prójimos, removerles el poso del corazón, angustiarlos si puedo… Que busquen ellos como busco yo, que luchen como lucho yo, y entre todos algún pelo de secreto arrancaremos a Dios y, por lo menos, esa lucha nos hará más hombres, hombres de más espíritu”.
De igual forma, Fernando Pessoa, con su heterónimo de Álvaro de Campos, señaló: “El mundo es para los que nacieron para conquistarlo no para los que sueñan que pueden conquistarlo, aunque tengan razón. He soñado más que todas las hazañas de Napoleón. He abrazado en mi pecho hipotético más humanidades que Cristo, he pensado en secreto más filosofías que las escritas por ningún Kant. Pero soy y seré siempre el de la buhardilla, aunque no viva en ella”.
¿Sueño bien despierto? ¿Proyecto un futuro realista?
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