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"Ecosistema"

"Temporada de lluvias"

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    jccarras@hotmail.com



    Viene de nuevo una temporada de lluvias. Meses en los que sufrimos el más intenso calor de Culiacán que, a su vez, provoca la recuperación del color verde de nuestra región y el “despertar” de la vida silvestre. El verano nos muestra en Sinaloa gran variedad de fauna y flora que nos hace sentir que en esta época nuestra tierra huele y se vive diferente.


    Tenemos el privilegio de vivir en una zona de diversidad de clima, y si bien el verano es bochornoso, la otra mitad del año tenemos un clima que muchas ciudades del mundo envidiarían.


    Sin embargo, cada año vivimos a la suerte. Una característica de nuestro clima es la concentración de lluvia en pocos meses, incluso en pocos días, como lo vivimos el año pasado con la tormenta E19, que no fue ciclón, no fue huracán, pero fue uno de los más dañinos fenómenos para la ciudad de Culiacán. Fue una muestra palpable de nuestra vulnerabilidad. Solo por el hecho de concentrar mucha lluvia en pocas horas. Este año puede pasar otra vez, podría pasar algo peor o quizá en 10 años no pase nada. Todo es tan subjetivo. Lo que sí es una realidad es que la ciudad no está hecha para resistir las severas recriminaciones de la naturaleza contra la creciente soberbia humana.


    La expansión de la ciudad de Culiacán no fuera un problema si la intervención del territorio se hubiese hecho basada en criterios ambientales de sostenibilidad donde se respetase el funcionamiento natural de las cuencas hidrológicas. No fue así. Se tergiversó el sistema natural y cada año sufrimos las consecuencias en diferentes dimensiones.


    Culiacán no ha sido el centro del recorrido de ciclones o huracanes desde hace varias décadas. El Huracán Manuel afectó severamente a la ciudad con la excesiva precipitación en 2013 a pesar de que fueron sólo las secuelas del huracán más dañino de aquel año. Hoy la ciudad tiene cientos de monumentales letreros que no han probado la fuerza de los huracanes de la región. No hemos pensado en ello y es un riesgo latente.


    Los paradigmas de desarrollo de la ciudad deben cambiar. No podemos seguir sellando el suelo con tanto pavimento y cada vez menos vegetación. No se trata de construir la ciudad como si nunca lloviera o no soplara el viento o no incidieran los rayos solares. El complemento de cada metro de asfalto nuevo que se invierte en la ciudad debería ser otro tanto de suelo permeable con árboles y vegetación que ayude a cuidar el suelo natural. Cada nueva plaza (macro o micro) que se construye e incluso cada uno de los patios que se pavimentan en las casas significa una cantidad de agua que será negada a ser absorbida por el suelo y por los árboles negados. 

    Para combatir la vulnerabilidad requerimos un Culiacán plenamente reforestado, con suelos permeables (menos asfalto, más jardín o materiales porosos), más sombra, menos letreros espectaculares y convertir nuestros arroyos en verdaderos parques lineales que ayuden a soportar las grandes avenidas de agua que recibimos todos los años. Solo así conviviremos con la naturaleza sin necesidad de dominarla.

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