Editorial
Desde finales del Siglo 20 se discutía sobre la necesidad de nuevas reglas para un nuevo orden mundial, debido a que las instituciones habían dejado de responder a las necesidades que evidenció un planeta moderno y globalizado, pero igual o peor de pobre y desigual.
Atrás quedaron las soluciones casi mágicas que aseguraban que la ciencia lo resolvería todo, también se aseguró que “la mano invisible” del capitalismo traería la ansiada solución a nuestros problemas, pero el hambre y la miseria continúan campeando por el mundo.
Se llegó a soñar en la “revolución verde” para resolver el hambre, pero ni la “primavera árabe”, ni las revoluciones de izquierda, mucho menos el fin de la Guerra Fría trajeron el mundo que todos soñábamos.
Hoy un virus amenaza con cambiar para siempre al mundo, destrozando economías y desnudando nuestros sistemas de salud, y lo ha hecho poniendo de rodillas a los países más poderosos, a los más desarrollados, en una ironía cruel donde el desarrollo es ahora símbolo de debilidad.
Nadie sabe si Estados Unidos será el mismo después de la crisis sanitaria que provocó un diminuto e invisible virus, sabemos que Italia y España no lo serán, China ha sorteado mejor la prueba, y los países en desarrollo apenas nos disponemos a cruzar el peligroso caudal que significa la llegada del Covid-19.
Preparémonos para que después de esta dura prueba, los mexicanos y el resto del mundo, seamos capaces de construir un mejor futuro, que nos permita prepararnos mejor para las contingencias venideras.
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