Editorial
No hay nada nuevo, el País sigue dando tumbos de asesinato en asesinato, de desgracia en desgracia.
El fin de semana, la noticia de un asesinato sacudió a la comunidad francesa asentada en México, particularmente el sector restaurantero, debido a la desaparición del empresario de nacionalidad francesa y mexicana, Baptiste Jacques Daniel.
La noticia provocó la inmediata movilización de familiares, amigos, franceses y restauranteros de la Ciudad de México, quienes exigieron la movilización de las autoridades en busca del desaparecido y su socio.
Poco después, el francés y su socio fueron encontrados sin vida, con huellas de golpes y sus restos abandonados en una zona rural al sur de la Ciudad de México.
Como siempre ocurre en casos donde una parte de la comunidad se moviliza, las autoridades ya consiguieron detener a uno de los presuntos asesinos, cuyo móvil, como casi siempre, es de origen económico.
El asunto de fondo es que la delincuencia organizada y la que no se encuentra organizada siguen encontrando en México las condiciones para delinquir sin temor a las consecuencias.
Matar, robar, extorsionar, golpear, prostituir, tomar casetas, robar combustible, o el delito que usted se pueda imaginar, siguen siendo una posibilidad atractiva en México, debido a que la impunidad es casi absoluta.
Una de las grandes promesas de la llegada del Gobierno de la 4T fue la pacificación del País, sin embargo, las cifras muestran que el 2020 será el año más violento en la historia de México, con más de 40 mil asesinatos.
Se nos acaban las promesas, pero sobre todo las soluciones, ya intentamos de todo, pasaron por la silla presidencial presidentes de todos los colores y posiciones políticas y la curva ascendente de la violencia sigue a la alza.
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