"Apaga un virus la fiesta ‘santa’ en Mazatlán"

"La crisis del coronavirus dejará para la historia una postal de una ciudad turística desierta en plena Semana Santa"
10/04/2020

Ariel Noriega

MAZATLÁN._ Como una postal absurda, las playas de Mazatlán lucen vacías en plena Semana Santa.

Desaparecieron todos: los bañistas que ahorraban durante todo el año para tirarse en la arena, los que venían huyendo del frío, los que intentaban beberse toda la cerveza del mundo, los locos en razer, las chicas en bikini, el cansado oficinista, la abuelita y el niño que soñaba con conocer el mar.

En su lugar, la única música que se escucha en la arena es el sonido del viento y el rumor de las olas, como en una película apocalíptica, como en una serie de zombies, de esas que todo mundo ve y nadie termina por creer.

La Zona Dorada es un monumento al silencio, con los hoteles cerrados y la mayoría de los negocios con la puerta atrancada. Apenas si se ve movimiento, acaso de las construcciones y la reparación de la Avenida Sábalo-Cerritos.

Por la noche, el paseo costero, la Zona Dorada y los principales sitios turísticos siguieron prácticamente solos.

Los paseos Olas Altas y Claussen, así como las avenidas Playa Gaviotas, del Mar, Camarón Sábalo, el tramo abierto de la Avenida Rafael Buelna y Bahía lucieron anoche con muy poco tráfico y escasa cantidad de personas, ya sea caminando o esperando transporte para irse a sus casas.

Hoteles, discotecas centros nocturnos cerrados algunos con rejas, otros con madera y sólo con el personal de vigilancia en las entradas es lo que se vio anoche en la que también corrió fuerte viento frío.

Lejos quedaron los miles de turistas que en otros años de la Semana Mayor abarrotaban el malecón y la Zona Dorada para ingerir bebidas alcohólicas, contratar bandas o grupos musicales para pedirles sus melodías favoritas o pasear en sus unidades automotores por el paseo costero con lo que prácticamente colapsaban el tráfico vehicular sobre todo de Jueves Santo a Sábado de Gloria.

Sin embargo, a pesar de la inmensa soledad que lo hace sentir a uno como si llegara a una ciudad desierta, todo sigue funcionando, el aeropuerto, la central de autobuses, las autopistas y el puerto continúan operando.

Eso sí, todo limitado, con vuelos internacionales casi vacíos, barcos sin pasajeros y rutas de autobuses limitadas, recorriendo autopistas vacías.

 

El aeropuerto sin vuelos

La desolación del puerto se puede medir en el Aeropuerto Rafael Buelna. De las 70 operaciones diarias que se realizaban entre semana, antes de la emergencia sanitaria, el 50 por ciento de los vuelos ha desaparecido.

Pero el fin de semana es todavía mayor la caída, de los 90 vuelos que traían y llevaban pasajeros al puerto, el 60 por ciento de esas operaciones ya no existen, simplemente se han dejado de realizar.

Los vuelos nacionales se mantienen, pero la frecuencia se ha reducido y por lo menos una aerolínea ha dejado de volar.

Si usted compra un boleto no le extrañe que lo llamen para cambiarle la fecha del vuelo, las aerolíneas cancelan vuelos y reúnen a los pasajeros en otra fecha.

Quizá el panorama más desolador se encuentre en los vuelos internacionales, vacíos, algunos son enormes aviones con apenas 10 pasajeros.

 Barcos desolados

Las dos empresas que operan barcos de carga y pasaje desde Mazatlán continúan operando, Transportación Marítima de California y Baja Ferries están obligadas a ofrecer el servicio, a pesar de la emergencia.

TMC se dedica exclusivamente a la carga, así que no tiene que lidiar con pasajeros, salvo los choferes de los tráileres, que se ven obligados a cumplir con las medidas preventivas impuestas por la Secretaría de Salud.

Baja Ferries transporta carga y pasajeros, lo que la obliga a extremar las medidas de seguridad. En el restaurante han separado las sillas para conservar la “sana distancia” y los pasajeros son obligados a utilizar el gel antibacterial.

Pero más allá de poder operar, las dos empresas sufren por la caída en la carga, con los hoteles cerrados en Los Cabos, su principal destino para las mercancías ha desaparecido.

Y de los pasajeros ni hablar, pocas personas atraviesan el mar en medio de la emergencia sanitaria.

 

Menos autobuses

Mazatlán no solo es un destino turístico, también es el paso obligado en la ruta entre la Ciudad de México, Guadalajara y Tijuana, por el puerto pasan o llegan decenas de rutas del transporte terrestre foráneo.

El personal de la Central de Autobuses no se anda por las ramas, el 40 por ciento del pasaje ya no existe, y de la esperada Semana Santa ni se habla.

El Covid-19 ha trastornado completamente el servicio de autobuses, cada empresa ha reducido la cantidad de salidas y llegadas, y se invierte en sanitización y gel antibacterial desde las taquillas hasta que se sube el pasajero a su autobús.

La Secretaría de Salud mantiene un médico de planta en la Central de Autobuses del puerto, además se sanitizan todos los camiones antes de salir a su destino.

Las expendedoras de boletos están obligadas a separar a los pasajeros en los asientos, para cumplir con la “sana distancia”, eso reduce la capacidad de pasaje.

Y cuando llegan los autobuses a través autopistas vacías, se encuentran una ciudad desierta, con sus playas cerradas y la fiesta ausente.

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