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"En zonas turísticas"

"Aumenta afluencia de quienes piden caridad"

"Con la llegada de cruceristas y participantes de la Semana de la Moto, también se observa un mayor número de adultos que piden dinero, o niños vendedores que asedian a visitantes"

La bonanza de la Semana de la Moto y el ingreso de dos cruceros “inundaron” la Zona Dorada, el Centro Histórico y el primer cuadro de Mazatlán.

Los más de 6 mil 500 cruceristas del “Westerdam” y del “Norwegian” se sumaron a los “bikers”, cuya frecuencia de arribo va en aumento.

En un recorrido realizado por estos tres puntos de la ciudad, se confirmó una alta afluencia de turistas, lo que se reflejó en buenas ventas para comercios, restaurantes y hoteles.

A la par, también se confirmó que, a mayor cantidad de turistas, el número de personas que piden caridad también aumenta.

Tan sólo por la calle Playa Gaviotas (antes Rodolfo T. Loaiza), había al menos ocho personas pidiendo caridad, seis de ellas mujeres de edad avanzada y de apariencia indígena.

Algo curioso es que, Isabel “N”, de 77 años, originaria de Oaxaca, sabe que para pedir caridad a los turistas es necesario decir “money, please”.

Y así, con un vaso de sopa instantánea, ella recibe “cash” (efectivo) o “a coin for you” (una moneda para usted).

“Pues tengo que comer, tengo que pedir”, expresó.

Al igual que Isabel, en la Zona Dorada se observó que los vendedores ambulantes son niños.

Ellos, algunos descalzos y de apariencia cansada, ofrecen desde chicles hasta pulseras y pequeñas artesanías.

Son pequeños, pero saben “asediar” a los turistas.

Felipe “N”, quien trabaja como mesero, comentó que lamentablemente los menores son más insistentes que los adultos, de tal manera que hostigan a los visitantes.

“Los niños han nacido en este ambiente, por lo que saben qué se debe de hacer, de alguna manera imitan a sus padres, pero ¿sabe?, son más insistentes, lamentablemente hasta los tenemos que correr, y por vacaciones, estamos viendo más niños, son muchos, es más: le puedo decir que casi no se ven adultos”, expresó.

Samuel “N”, de 10 años, estudia de tarde el tercer grado de primaria.

Sabe leer y escribir, pero no le gusta la escuela; dice que lo que quiere es crecer para ser vendedor como su papá.

“Yo no quiero estudiar, yo quiero crecer para trabajar con permiso, así (sin permiso) no podemos entrar a las mesas (de los restaurantes) a vender, nos sacan, aunque sí vendemos”, detalló.

Por otra parte, quienes realizan paseos turísticos y los taxistas también se vieron beneficiados ayer con la llegada de turismo.

 

“Yo no quiero estudiar, yo quiero crecer para trabajar con permiso, así (sin permiso) no podemos entrar a las mesas (de los restaurantes) a vender, nos sacan, aunque sí vendemos”.

Samuel “N”

Niño vendedor

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