"Cierran mezquitas tras los disturbios"
URUMQI, China (NTX)._ La casi totalidad de las mezquitas de Urumqi permanecían ayer cerradas pese a ser el día de oración más importante para los musulmanes, mientras la ciudad recuperaba su ritmo cotidiano al abrir comercios y restablecer el tráfico.
Las autoridades indicaron que han cerrado los principales templos para evitar reuniones entre los uigures que pueda degeneran en incidentes, indicó la agencia de noticias Xinhua.
Algunos templos menores abrieron en la capital provincial de la región autónoma china de Xinjiang, escenario desde el domingo por la noche de violencia interétnica entre la minoría musulmana uigur y la mayoría étnica han.
La medida fue complementada con la extensión del toque de queda, que entró en vigor a las 19:00 hora local, según oficiales del gobierno provincial.
Los responsables de los asuntos religiosos de la provincia de Xinjiang pidieron a los creyentes que recen en sus hogares.
"Esto es algo normal cuando hay plagas o disturbios sociales", indicó la prensa oficial china.
Urumqi recobraba paulatinamente la normalidad con la apertura de comercios y el restablecimiento del tráfico, aunque en los barrios musulmanes la presencia del ejército y de la policía era todavía muy importante.
El Gran Bazar, en el corazón de la zona uigur, permanecía cerrado y miles de fuerzas del orden estaban estacionadas con vehículos blindados.
En tanto, las estaciones de trenes y de autobuses estaban tomadas por miles de han y uigures que habían decidido abandonar la ciudad por temor a nuevos incidentes.
Urumqi vivió los últimos días el peor brote de violencia que registró China en los últimos 20 años, desde la revuelta estudiantil de la Plaza de Tiananmen, en 1989.
Al menos 156 personas murieron, más de mil resultaron heridas y otras mil 400 fueron detenidas por el brote de violencia interétnica que sufre la ciudad desde el pasado domingo.
Los uigures en el exilio elevaron este viernes el balance hasta los 800 muertos.
Pekín, que el miércoles advirtió que aplicará la pena de muerte a todo aquel que sea culpable de asesinato, prometió un 'castigo severo' a los instigadores de la revuelta.