"Día de la Candelaria, una tradición muy viva entre la gente de Mazatlán"

"Los mazatlecos 'pagan' su deuda del Niño de la Rosca de Reyes comiendo tamales el Día de la Candelaria"
01/02/2021 15:34

MAZATLÁN._ El ambiente está impregnado del olor de la masa a la que ya se le añadió el caldo de los guisos. Ese será el sabor distintivo.

Tres mujeres se afanan en mezclar el contenido de las grandes tinas. La masa llegó directamente de la tortillería, ellas le añadieron el líquido, el caldo que hará la mezcla que formará el tamal.

María de Jesús Páez Tirado aprendió a hacer tamales casi al tiempo al que aprendía a caminar o hablar. Era el oficio de su madre y que ella asumió de manera natural.

“Primero veíamos y después, desde jóvenes empezamos a ayudarle y siguió la tradición, ahora ella no puede y le seguí yo”, señala.

María de Jesús vende tamales sábados y domingos.

Pero este día, lunes, está preparándolos para mantener viva la tradición de la tamaliza por el Día de la Candelaria.

“A veces creemos que la tradición va a morir, pero no, sigue vigente, hay gente que desde que se come la Rosca de Reyes, el 6 de enero, y le sale el niño me llama para pedirme los tamales, otros lo hacen una semana antes, un día antes, pero siempre hay muchos pedidos para ese día”, comenta.

Para María de Jesús, el Día de la Candelaria es el fin de las fiestas navideñas, que empiezan con las posadas, siguen con la Noche Buena y la Navidad, la Rosca de Reyes y culminan con el Día de la Candelaria, cuando se comen los tamales en honor al Niño Dios.

Y la tradición está tan vigente, dice, que para el Día de la Candelaria hace 60 por ciento más tamales que para un día normal de venta.

EL PROCESO

Son menos de las 10:00 horas y en la cocina ya hay gran refuego. Hace rato que llegó la masa. Dolores Peraza, Gloria Pizarro, Melissa Martínez y María de Jesús la colocaron en las tinas donde le agregaron el caldo. Con paciencia revuelven ambos ingredientes hasta que quede una masa bien hidratada y homogénea.

Eso es lo más tardado del proceso, por ello ya va a comprar una amasadora, indica María de Jesús.

Un día antes prepararon los guisos: res, puerco, pollo, costilla, picadillo, camarón, bolita y elote.

Cortan tomate, cebolla, papa, zanahoria, chile poblano y ya están listas para empezar.

El proceso es una cadena: una embarra la hoja de maíz (que previamente fue hidratada), otra coloca los ingredientes y la última los amarra, según el guiso llevan un listón, dos listones, les cortan el rabito, todo para distinguirlos.

Cuando ya están listos los meten a la vaporera… ¡y a saborearlos! Para complementar, preparan frijoles puercos, atole de ciruela o champurrado, y dulce de leche.

María de Jesús comenta que los que más le piden son los de costilla, pero al final, el sabor de todos es similar, porque el punto de un buen tamal es la masa, y todos van envueltos en la misma masa.

Y con orgullo, María de Jesús informa que tiene una sucursal en Monterrey.

Explica que se fue tres meses a la Sultana del Norte a visitar a su hermana, quien no aprendió la receta con su mamá, y un día se les ocurrió hacer tamales para vender.

“A la gente le encantaron los tamales, sobre todo porque están acostumbrados a tamales muy pequeños, del ancho de mi dedo, vieron estos tamalones y se enamoraron, ya le dejé la receta a mi hermana y tenemos allá una sucursal”, dice con entusiasmo.

Cientos de mazatlecos y mazatlecas preparan deliciosos tamales, para que la tradición del Día de la Candelaria siga viva.

UNA TRADICIÓN CON MARCA MEXICANA

Según información publicada en Fundación UNAM, la fiesta de los tamales reúne dos tradiciones ancestrales: por un lado, la Presentación del Niño Jesús en el Templo, el Día de la Candela o Candelaria, luego de la Cuarentena de la Virgen María, y por el otro, el nacimiento del Sol, en las comunidades prehispánicas, que coincide con el inicio de la temporada de siembra.

Ambas celebraciones se fusionaron en una: un regalo al Niño Dios y un homenaje, con tamales, elaborados a base de maíz, el mayor tributo que se le puede hacer a Tláloc, Chalchiuhtlicue y Quetzalcóatl.

Hoy, la ofrenda de tamales al Dios Niño es una actividad religiosa y cultural emblemática de México, según refiere Fundación UNAM.