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"Columna semanal"

"Educación en la Familia: Algo importante que también está faltando"

"Una reflexión a inculcar la inteligencia emocional en los hijos"
EDUCACIÓN EN LA FAMILIA

Es muy importante que nuestros hijos se empeñen en sacar buenas calificaciones hasta donde sea su mejor esfuerzo y capacidad, pero de nada servirá que tenga excelencia y becas de prescolar a profesional si no sabe convivir con las personas y controlar sus emociones; lo que queremos son hijos felices aunque su currículo académico no impresione, que seguro conocemos a alguien así de “empeñón”, pero luego no logra hacer con su vida nada de provecho, mientras quienes apenas pasaban, logran un bienestar y satisfacción con la propia vida, sensación de control y capacidad de desarrollarse profesional y personalmente.

Lo que se ha investigado es que ante dos personas con el mismo coeficiente intelectual, quien muestra mayores puntuaciones en los indicadores de inteligencia emocional está más capacitada para vivir la vida que quiere vivir y además goza de una salud comparativamente mejor. “Si se crece como una persona inteligente, con buen trabajo, una casa, una pareja, pero no tiene autoestima, todo lo demás no importa porque no va a ser capaz de disfrutarlo”: Álvaro Bilbao.

La inteligencia emocional se refiere a la capacidad de conocer, discriminar y gestionar las emociones propias y ajenas e integrar ese conocimiento en el nivel de pensamiento y conducta. La inteligencia emocional, como todo, hay quien la trae de nacimiento y otros tenemos que educarnos en ella. Siempre se puede potenciar y se incorpora fácilmente a la persona a través de la observación de las pautas del entorno.

O dicho de otra manera, como lo hacen papá y mamá será como lo haga el hijo, de modo que el primer paso es examinarnos como adultos, cómo reaccionamos, cómo manifestamos lo que sentimos, si sabemos darle nombre y sabemos porque reaccionamos como lo hacemos, si sabemos darle cauce oportuno o no. Para poder educar la inteligencia emocional en nuestros hijos, hay que comenzar por educarla en nosotros, que vean que es importante y por eso luchamos para conseguirlo, no esperar a ya dominar para querer enseñar porque se pasa el tiempo más importante, aunque siempre se puede, es más fácil entre más chicos, como todo.

La inteligencia emocional se desarrolla en los pequeños desde las etapas más tempranas. Somos seres sociales, nacemos en un entorno y en un vínculo con las personas que nos trajeron al mundo y que se hacen cargo de la crianza. Las palabras, las miradas, las canciones, los abrazos, las caricias, etcétera, todo eso va configurando el mundo emocional y vincular del bebé, y satisfacer esas necesidades afectivas es tan importante como las necesidades fisiológicas. Hablar y considerar a cada bebé como un ser único, con sus propias preferencias, gustos y necesidades, es por eso que la inteligencia emocional la educamos todo el tiempo, como todos los otros valores que queremos inculcar en los hijos.

Como todas las cosas en las que queremos formar a nuestros hijos, hay etapas y pasos a seguir.

1 Como dije, hay que tener en cuenta que un niño podrá desarrollar su inteligencia emocional y su empatía en la medida en que encuentra y se relaciona con adultos que son capaces de reconocer sus emociones, regular y manejar sus estados internos. ¿Qué tanto me dejo llevar por la ira, la tristeza, el fastidio etcétera y me doy cuenta que tienen niveles? ¿Cómo muestro mi cariño o amor?

2 Parece evidente, pero más bien nos enfocamos en el niño y su conducta: “es que se pone imposible”, “es que le cuesta mucho compartir”, “es que…”, sin tener en cuenta que nuestra conducta modela continuamente la de nuestros hijos, así que si observamos un comportamiento muy frecuente que genera disrupción o sufrimiento, hay que corregirla y dirigirla, pero también mirar un poco qué nos está reflejando. Si un niño tiene mucho problema para despedirse de las cosas y las personas, tiende a establecer relaciones de mucha dependencia: muñecos u objetos sin aparente valor, pero cargados de emocionalidad; acciones, se altera mucho cuando las cosas no salen según lo previsto o esperable; persona, como si no lograra transitar de la ansiedad de separación de los bebés hacia una posición más madura. La pregunta sería ¿Cómo se relacionan los adultos a cargo de ese niño con los cierres, las despedidas, los duelos? Me faltaron los cómo; será la próxima.

 

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