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"TEATRO"

"El teatro de alebrijes está lleno de fantasía, explica Gustavo Enríquez"

"El autor radicado en Sinaloa obtiene el segundo lugar en el Concurso Obra de Teatro para Títeres sobre Alebrijes, convocado por el Museo de Arte Popular"

Había una vez un alebrije que vivía en la Luna, que es su madre y lo protegía. Pero que un día que estaba aburrido decidió "tirarse" a la Tierra, cayó sobre un Ángel y le rompió las alas.

Al llegar a la Tierra, se dio cuenta cuenta de que los humanos estaban un poco locos y aunque tenía muchas aventuras con el Ángel, extrañaba a su madre y quería regresar a la Luna y no sabía cómo. Al final el Ángel le brinda su ayuda y por esta acción, puede recuperar sus alas.

Es la historia Alebrije de la Luna, del dramaturgo y director de teatro Gustavo Enríquez, con la que ganó el segundo lugar, por segunda ocasión, en el Concurso Obra de Teatro para Títeres sobre Alebrijes, convocado por el Museo de Arte Popular.

"Uno que se dedica al teatro, de pronto tienes una idea, la masticas, la escribes, la mandas a concurso, ganas dinero y en el inconsciente siento que no me lo merezco, pero igual y te da gusto ganar a nivel nacional, porque habla de que no vas tan mal en el camino".

 

 

Escribir, dirigir, producir y actuar

Su interés por la escritura surgió desde que era pequeño.

"Cuando tenía como 7 años escribí un cuento sobre los unicornios que no habían alcanzado a subirse al arca, de pronto me encontré como tres o cuatro cuentos que habían agarrado la misma premisa, pero con dragones y otras cosas, y a mí me interesó eso de los animales extraños", dice.

Si se trata de teatro, asegura, los adultos siempre quieren hiperrealismo, ni siquiera realismo, sino la cotidianidad, el teatro como una rebanada de la vida y se cierran a lo fantástico.

"El mundo del niño es mucho más abierto y he escrito mucho más teatro para niños que para adultos, de mi dramaturgia el 80 por ciento es para niños y siempre que hacemos talleres de niños, las monto y si otros grupos me piden obras, se las facilitó", asegura.

"El teatro de muñecos es el único que te permite esa fantasía, porque puedes hacer un dragón, en teatro de actores el dragón tendría que medir cinco metros y en el de títeres no, el teatrino es maravilloso".

Cuando tenía 17 años, debía presentar una puesta en escena para graduarse de la carrera de Teatro del INBA y coincidentemente salió la convocatoria de la Muestra Estatal de Teatro. Decidió participar, pero las bases decían que debía ser con una obra que se vinculara con la cultura y la idiosincrasia de Chihuahua, su estado natal.

"La convocatoria pedía que hicieras promoción de la cultura regional, tomar en cuenta las etnias, a sus personajes y como no encontré una obra así, la hice", cuenta.

Entonces se enfrentó con el problema que tenían los actores y directores de su generación: la falta de obras para montar y tuvo que escribir su propia obra.

Ahí surgió la obra Aquí no ha pasado nada, que fue su examen de graduación, y con la que ganó en la Muestra Estatal de Teatro de Chihuahua como Mejor Obra Inédita.

Lo mismo pasó con las pastorelas, y aunque sí había repertorio, era complicado conseguirlo y Enríquez empezó a escribirlas,

"Por eso también tengo tanta pastorela escrita. Antes todo era escrito, dirigido, producido y actuado por uno, los de mi edad somos todólogos por necesidad", señala.

"Ahora se especializan, sólo actúan o escriben. Nosotros nadamos, corremos y volamos, no lo hacemos como especialistas, pero me gusta hacer de todo".

 

Formador de generaciones

A Sinaloa llegó hace 31 años, con la intención de estudiar Biología Marina, en Mazatlán. Pero las oportunidades de trabajar alrededor de la escena se cruzaron y desde entonces ha impartido talleres, escrito y producido obras de teatro en todos los municipios.

"Yo iba a Mazatlán a estudiar, quería ser biólogo marino, de hecho me inscribí, pero fui mal alumno y no hice nada bien, y una amiga me dijo 'lo que pasa es que no te gusta la biología marina, lo que te gusta es el mar'", dice entre risas.

"Cuando iba en camino a Mazatlán, había una conferencia con José Luis Cuevas en la UAS y fui, y ahí fue donde me invitaron a dar talleres con la UAS, siempre he tenido trabajo, de pronto Mazatlán no me interesó y me quedé aquí".

En la UAS estuvo alrededor de seis meses y medio. Por un tiempo intentó formar grupos independientes y luego lo invitaron a trabajar en el Instituto Sinaloense de Cultura.

Desde entonces ha contribuido en la formación de muchas generaciones. Tiene alumnos, cuyos padres estuvieron en talleres de teatro con él cuando eran niños.

"Y si eliges al azar, cualquier grupo de teatro, siempre hay una persona que trabajó conmigo".

Con ellos, ha montado decenas de obras, muchas de ellas memorables.

"Un escritor que es director de teatro, se debe a una audiencia, lo que le gusta al público eso va, y de mis obras que han pegado mucho una es Aquí le traigo este oficio, la pastorela El niño del tambor, que tiene un contacto fuerte con el público y Siempre viva, que hice con Karla Lim, tuvo mucha conexión, hicimos 50 funciones y la siguen pidiendo".

 

 

Fin de un ciclo

A Gustavo Enríquez el teatro le ha dado muchas satisfacciones. Una de ellas es ver sus obras de teatro en la escena.

"Si escribes un cuento, ahí se queda y se guarda. Cuando escribes teatro, te llaman para pedirte permiso de montarla. Eso es regocijante, porque cuentan otra historia de la que hiciste, le dan otra lectura y eso es maravilloso", asegura.

"En el teatro se dan tres creaciones: la del dramaturgo, del director y del actor, la gente que dirige su obra y actúa es mala, es aburrido. Un autor debe escribir, el director lee diferente y el actor también, cuando se dan estas tres creaciones surge el mejor teatro, porque su visión puede ser más moderna, más actual, el texto es mucho más vivo y sorprendente"

Para él, el teatro de alebrijes tiene magia y es la segunda que participa en el Concurso Obra de Teatro para Títeres sobre Alebrijes, y gana. Primero con De cómo los chichimocos ganaron sus alas y ahora con Alebrije de la Luna

Ninguna de ellas se ha montado, la segunda, dice, porque no la ha mostrado a nadie. Pero tiene en proyecto la publicación de un libro de teatro infantil.

En 2012, el ayuntamiento de Culiacán le publicó el libro Solitarios en colectivo, que es de teatro para adultos y ahora quiere uno para niños.

"Quiero publicar obras de teatro infantil, de guiñol, que es donde más he obtenido premios, y que estén a disposición de los grupos de teatro, porque hace mucha falta".

Actualmente es maestro de teatro en el Instituto Sinaloense de Cultura y con sus alumnos pequeños montó el espectáculo teatral Poemas de Tagore sobre la Infancia, para cerrar el ciclo escolar. Con los jóvenes presentó Hamleta, una adaptación de Hamlet, en un acto.

Este año también cerrará un ciclo de 33 años en el teatro, 31 de ellos en Sinaloa, porque ha decidido volver a Chihuahua, su lugar de origen, con su familia.

Y se encuentra preparando la obra La última Suwamish, con su grupo Teatro Libre, que presentará entre noviembre y diciembre, en el Teatro Pablo de Villavicencio.

"Esto será a manera de clausura, Suwamish es una tribu que se extinguió, pero el jefe indio Seatle hizo una carta maravillosa de por qué no podía vender sus tierras, cuando los estadounidenses andaban comprando tierras o las quitaban, junto a las etnias y dio un discurso, que alguien tradujo y publicó, es la carta más famosa, la Carta del jefe Seatle y voy a hacer un espectáculo con eso".

Con esto concluirá un ciclo de vida y de escuela, para volver a su tierra.

 

 

PARA SABER

Además de actor, director y dramaturgo, Gustavo Enríquez ha explorado las artesanías, ha elaborado alebrijes, máscaras y figuras de cartón, que ha expuesto en diversos espacios culturales.

 

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