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"Alonso Peimbert Riestra"

"Es el arquitecto de la familia"

"El empresario trabajó en una manera de crear algo nuevo y que su hijo sintiera una extensión de su casa a la calle"

Debido a las crisis recurrentes de los 70 y 80 la Licenciatura en Arquitectura no era considerada una buena alternativa académica, por el contrario, la Ingeniería Industrial se consideraba una carrera del futuro en este momento del presente, porque ofrecía más oportunidades.

Alonso Peimbert Riestra comenzó a estudiar Ingeniería, pero se dio cuenta que su vocación era por la Arquitectura a pesar de no ser el mejor momento para estudiar esa carrera.

“La Arquitectura atravesaba toda la crisis de la industria de la construcción, crisis, devaluaciones y todo esto que le afecta tremendamente, estuve primero en Ingeniería me di cuenta que no era lo mío y dije, no puedo rechazar mi vocación, tengo que regresar a lo que me gusta y me salgo de Ingeniería y entro a Arquitectura en la Universidad Autónoma de Guadalajara, porque realmente era lo que me gustaba”, recuerda.

El arquitecto señala que al final este error le sirve mucho porque luego de estudiar un tiempo Ingeniería le quedan claros los principios, fundamentos, la introducción y todo esto que le lleva a proponerse lograr que la arquitectura se convirtiera en una industria y profesionalizarse como arquitecto en la parte administrativa, fiscal, financiera, planeación de recursos, que a su vez esto le lleva a tomar una maestría en Administración en Finanzas en la Industria de la Construcción.

“Esto me lleva a complementar la parte de la arquitectura y del proyecto con la administración racional y planeación de los recursos, que no era muy común en aquella época y de ahí deriva el nombre G+3 Arquitectura Inteligente, que se refiere a aplicar los recursos donde se tienen que aplicar”, refiere.

Recuerda que cuando inició la empresa junto a su primo Diego Orozco Peimbert, en el año 2000, había ya una situación complicada en la ciudad, ya no se podía ir a jugar a la calle, ni se podía ir a conocer al hijo de cualquier vecino porque el ambiente estaba complicándose, de manera que esta empresa inicia con la visión de crear privadas residenciales.

“La principal idea era de lograr crear comunidades donde los niños pudieran tener un ambiente como el que habíamos tenido nosotros de chicos, tener un ambiente de un Culiacán donde podías salir a la calle, jugar en la calle, convivir con los niños en un entorno seguro”, destacó.

“Iniciamos esta empresa con una residencial que hemos hecho 13 a lo largo de estos años, muy compactas, pequeñas de 30 a 40 máximo 100 casas, para tener claro quiénes eran los vecinos, que compartieran una visión, filosofía de trabajo común, gente de bien, gente de trabajo, muy estrictos en cuanto a quienes le vendíamos o no”.

Dice que estaban conscientes que sería un proyecto completamente alejado de un fin económico inmediato, que iba a tardar tiempo, pero que si lo lograban sería un producto que se diferenciaría en el mercado.

Siente satisfacción porque cree que finalmente se posicionaron logrando ser exitosos, pues han encontrado un nicho de la gente de trabajo y gente de bien que aprecia mucho el proyecto, basado en la filosofía de tratar de ser mejores padres.

“Vivir en una residencia al final te motiva a mejorar con tus hijos, que crezcan en un mejor entorno y un mejor ambiente, no solo en lo interior, sino el inmediato, qué vecinos vas a tener, con quién van a jugar tus hijos, con que costumbres y valores van a convivir ellos porque en muchas ocasiones los vecinos vienen siendo unos segundos padres”, considera.

Cuenta que con ese concepto se dedicaron a proyectar la primera privada que se llama La Ribera, donde está todo pensado en los niños; detalles tan sencillos como el desvanecer las banquetas, integrar las cocheras a la calle, con diferentes acabados y colores, en una manera de crear algo nuevo y el niño sintiera una extensión de su casa a la calle.

Alonso Peimbert señala que conforme pasó el tiempo en la empresa no solo se han dedicado a las residenciales, incursionando en condominiales, oficinas, luego por lo comercial que es por lo que ahorita son conocidos, que siguen siendo comunidades finalmente con un enfoque y a un mercado diferente.

 

 

Enfrentar la corrupción

El arquitecto cuenta que la corrupción, la obstrucción y obstaculización del gobierno para trabajar ha sido una de sus principales dificultades, pues cuando plantearon comenzar con la empresa, al iniciar el primer proyecto llegó un Regidor a quererles poner un hincapié.

“Oye, cómo van con los permisos, les puedo ayudar en todo lo de los permisos y demás”, porque el proyecto pasaba por Cabildo, pero para su fortuna dice, ya tenían para ese momento todos los permisos resueltos.

Cuenta que desde ese momento tomaron la decisión que han mantenido a lo largo de los años para tener una línea de no caer en la corrupción, que han compartido esos valores con proyectos como Impulsa y en algún momento han tenido que hacer frente común, porque en 2010 ya no era corrupción, era extorsión.

“Tenías regidores que se manejaban como capos del narcotráfico, con gente armada atrás de ellos, con todo el poder del mundo que llegaban a amedrentar y amenazar, a pedir un millón de pesos por no obstaculizar tu proyecto eso ya no es corrupción, es extorsión”, dice.

Recuerda que tuvieron que cancelar proyectos, replantear no poder seguir trabajando en Culiacán, que en un principio fue algo que les llevó a expandirse en otras ciudades y acabaron abriendo en otros estados.

El empresario dice que hoy en día el grupo no es sinaloense, ya que sus razones sociales son de otros estados, porque llegó un momento donde no pudieron trabajar, porque a todos los problemas fiscales también se le tenían que sumar las auditorías mañosas y extorsionadoras del Gobierno del Estado, sobre todo en el sexenio anterior.

“Soy sinaloense, doy trabajo aquí, me gusta estar aquí, pero si yo tengo que pagar impuestos en otro estado y tengo que moverme, me voy a mover, porque primero es buscar el trabajo de mi equipo y si tenemos gobernantes que no les importa si tú das 500 o mil empleos y que la gente se dedique a lo que se dedique, los resultados los vemos todos los días, pero yo no voy a participar en eso, tengo que crecer con mi empresa y mantenerme”, defiende.

Refiere que está consiente que es una situación que empobrece más, pues si bien da trabajo en Sinaloa, desarrolla aquí, su economía en una tabla califica y va sumando a la economía de otro estado desgraciadamente, no a éste, y simplemente es una alternativa que han tenido que hacer eso para sobrevivir y que no ha sido fácil.

 

Aprender o ser padre

A sus 51 años de edad, Peimbert Riestra es padre de tres hijos, Luis Alonso de 23 años, Rodrigo de 19 años y empezando de nuevo con una bebé de 4 años, Regina.

Dice que es muy difícil salir de la dinámica del rol de empresario, de profesionista para voltear y decir “bueno ahora tengo que ser muy buen papá” y olvidarse de todo lo demás, de lograr mezclar ambas facetas y más cuando no es algo que se enseñe o que vaya de la mano en el ámbito profesional.

“Al final, cuando logras consolidar una empresa o un proyecto profesional volteas y te das cuenta el tiempo que has desperdiciado con tus hijos y que has dejado de pasar con ellos, pues no tiene regreso, es muy difícil porque ya están entonces normalmente por la cuestión generacional en una etapa de adolescencia en donde es cuando menos quieren escucharte”, señala.

El profesionista cuenta que en su experiencia una manera que encontró para integrar a sus hijos fue llevarlos a la empresa a trabajar desde la secundaria y que aunque de pronto puede sonar a explotación infantil si se  ve desde un sentido más pedagógico es enseñarles quién es su papá, qué hace su papá y tratar de trasmitir los valores que se considera como ser humano se pueden tener.

“Si en esta sociedad se retomaran más los valores familiares que ya tenemos, que ya existen, no se necesita inventar el hilo negro, si los padres tuviéramos más cuidado de nuestros hijos y seguimiento, tuviéramos menos problemas en la sociedad, es muy fácil echarle la culpa al gobierno pero al final cada uno viene de una familia, estos delincuentes tienen familia y son valores de esa familia que en el camino se perdieron”.

Relata que para él uno de los retos más difíciles ha sido cuando su hijo se encontraba desorientado, con look roquero, se vestía de negro y utilizaba el cabello largo, entonces fue echarse un clavado y pensar, qué hice mal, qué puedo rescatar, que no tiene nada de malo que sea así pero cuando se junta todo hay una situación donde se pierde el camino.

“Tener que realinear las cosas es dejar lo que estás haciendo para enfocarte, en este caso fue una etapa, la semana que entra mi hijo llega a trabajar a la empresa, se acaba de graduar de Arquitectura”, cuenta.

Considera que su día del padre perfecto sería estar en compañía de sus hijos, en la orilla del mar, así sería su día ideal.

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