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"Mazatlán"

"EVANGELIZACIÓN, EDUCACIÓN Y CULTURA: Pentecostés, el Shavout cristiano"

"Columna religiosa"
01/06/2020

Padre Amador Campos Serrano

Pentecostés, el Espíritu Divino llega a vivificar la naciente comunidad de los seguidores de Jesús, llega como primicia de Dios, derramándose en una lluvia de dones, enviado por el Eterno Padre, viene a dar el poder: llamarnos hijos de Dios y serlo de verdad. En Él, el sacrificio del Hijo de Dios se convierte en alimento que da la vida eterna.

Enraizado desde la profundidad de las tradiciones del origen de la historia, cuando el hombre aprendió del dominio de la producción de alimentos, siguiendo los ciclos establecidos en la naturaleza, las gentes esperaban las primeras cosechas, manifestación descendente de la bendición de Dios, derramada para seguir el andar del hombre sobre este mundo.

Los granos sembrados en un lugar ofrecían la oportunidad de formar asentamientos y crear una forma de vida, conocida como civilización urbana, formando los primeros núcleos humanos y el avance hacia nuevas formas de vida llamadas progreso. La recolección de las primeras cosechas era motivo de gratitud hacia Dios, por el don recibido en los primeros frutos.

En su andar por el desierto, después de su salida de Egipto, el pueblo elegido recibió una estructura pedagógica, necesaria para su caminar como depositario de la herencia divina, ahí, en esa tierra de nadie, los judíos recibieron el conjunto de preceptos, con los cuales deberían regir su vida y su caminar, un legado sostenido por dos pactos de juramento: “Ustedes serán mi pueblo” y el otro, “Tú serás nuestro Dios”.

En algún lugar de la Península del Sinaí, Moisés, el guía libertador de los judíos, estuvo durante siete semanas en un memorable encuentro ante la presencia de Dios, un encuentro que lo marcaría de una manera sensible a él y el pueblo recibiría su legado como nación santa, de la cual surgiría el Salvador. Al concluir estas siete semanas, un día después, Moisés entrega al pueblo los mandamientos que lo regirían en su caminar.

El pueblo judío celebrará la entrega de la Torá, el legado de Dios, que llegaría a ser el código de inspiración para su vida como pueblo elegido y también para las grandes religiones más arraigadas en el mundo actual.

El recuerdo de este acontecimiento sería celebrado, 50 días después de la Pascua, el Pasaj en hebreo, paso libertador de la esclavitud a la libertad. Ja Ha Shavout es el término hebreo para designar ese tiempo de siete semanas de la estancia de Moisés en el Sinaí, el cual después sería traducido en el helenismo como Pentecostés.

En esta fecha, coincide con la tradición agrícola de las primicias de las primeras cosechas, se enmarca el rito celebrativo de la entrega de la Torá, la primicia de Dios al pueblo elegido.

El Pasaj cristiano, la Pascua de Jesús, tiene su culminación con la venida del Espíritu Santo, la primicia del Padre para vivificar a la Iglesia, comunidad de creyentes que hacen presente a Jesús, en una humanidad cuya historia se remonta hasta sus mismos orígenes como portadora de la imagen de Dios.

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