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"COLUMNA"

"FACTOR HUMANO: Mejor aprendamos sonriendo"

"La mejor manera de aprender es con alegría, si no le sonreímos a la vida con el corazón vendrá el dolor a enseñarnos de otra forma, si somos agradecidos lo recibiremos con paz"
FACTOR HUMANO
16/01/2021

Nuevas formas de aprender

El hogar y los hospitales enseñan asuntos más importantes que las universidades, unos olvidan pronto sus enseñanzas al salir mareándose en la corriente de la vida, otros no quieren enterarse lo que ahí sucede pensando que nunca lo necesitarán y no se cuidan.

Agradezcamos de corazón lo que tenemos. La vida es muy bonita y merece vivirse con una sonrisa; es lo más contagioso y magnético, atrae lo bueno. La felicidad se sustenta en la gratitud; quien se sabe agradecido se sabe bendecido.

Ahora suceden nuevas formas de aprendizaje, estemos muy atentos para captar lo que los acontecimientos nos gritan, la ignorancia desparrama el sufrimiento, mucho se puede evitar cuidándonos.

¿Qué es aprender?

Aprender es captar lo nuevo, la novedad ilumina el entendimiento, fortalece la decisión, descubre nuevos caminos, amplía la perspectiva y se incorpora a la conducta. El aprendizaje rejuvenece, en efecto envejecemos al dejar de aprender porque se reducen las redes neuronales, por lo tanto eres tan joven como aprendas y renueves tu cerebro.

El progreso se da por el aprendizaje acumulado que se transmite a la siguiente generación; cada una tiene sus propios desafíos, una padeció la 1ª Guerra Mundial, ‘la Gripe Española’, La Depresión y la 2ª Guerra, durísimo, todo en 30 años. Ahora ‘El Bicho’ nos ha traído grandes desafíos que intentamos resolver ¿Pero a qué costo? Esa es la cuestión.

Desconcierto

Nos desconcierta su duración, las nuevas olas de contagio se disparan más alto. A diferencia de otras épocas, esto no se justifica porque ahora estamos hiperconectados, muy advertidos y en cuarentenas ¿Entonces? ¿Qué tenemos que hacer tú y yo para parar esto? Las vacunas no salvarán nuestra irresponsabilidad. Aprendamos: somos muy frágiles ¿No bastan tantísimos muertos y tan cercanos? No nos engañemos más.

Cuadros mágicos, niñas jugando con gatitos.

Cambio de aulas

El aprendizaje está cambiando en su forma, en su contenido y en donde solía ocurrir; los hogares están supliendo a las escuelas, a las oficinas y a los hospitales.

Los encierros han evidenciado la fragilidad de las relaciones familiares, por un lado descuidadas por el exceso de trabajo, los valores y la vida social, por otro, desatando los demonios personales por los roces, el miedo y las carencias, sobre todo las afectivas. Súbitamente el hogar se convirtió en un multiescenario improvisado, además de ser el mejor lugar para formar personas y convivir, se trabaja, se aprende, se abre a extraños virtuales, ahí se infectan y se cura a los enfermos.

A su vez esto crea nuevas tensiones por salir a trabajar y el cuidado de los niños. Las oficinas ni las universidades ya no serán tan concurridas mejorando el tráfico y el medio ambiente ¿quién se lo iba a imaginar?

Celebran salvar vidas.

Los hospitales

Sin embargo la resistencia a aprender sucede en los vestíbulos del hospital rogando por espacio, en las salas de urgencia abarrotadas, en las camas, donde la vida pende como la espada de Damocles sobre la cabeza.

Cuando la cuerda de la vida se rompe en hilos frágiles que dependen de medicinas que no hay, de pronósticos que cambian, de priorizar quienes pueden sobrevivir, de enfermeros y médicos agotados que caen como soldados, de la terrible angustia de no respirar, de ver como el cuerpo palidece mientras las horas se alargan y los vecinos mueren diario solos. Ahí en medio de tanto dolor, enfrentando la muerte, suceden valiosas enseñanzas y terribles.

Sujetados por conductos, sin poder escapar, algunos ven la oportunidad para dejar de morir en vida, otros con ganas de vivir se aferran con sus uñas, mientras la vida se desliza abajo como un trampolín.

Ahí cada uno testifica sus creencias reales, unos son devorados por el negro vacío de la nada próxima y la angustia de la falta de sentido, los que creen poniéndose en las manos del Creador, pidiéndole un milagro o dormirse en paz y darle un abrazo próximo.

Ahí se aprende lo que realmente vale la pena, lo absurdo de haber malgastado la vida con tantos sacrificios por conseguir lo que no puede comprar lo más valioso: salud, tiempo, amor, existir y estar más tiempo con quienes se ama. La enfermedad uniforma y empareja a todos sin distingos.

Ahí la conciencia clama por perdón, agradece pequeños gestos como saciar la sed, cambiar los pañales, voltearse, la sonrisa cálida y oír la palabra más consoladora: te quiero.

Todo se simplifica, se valora el momento presente con ardientes deseos de prolongarlo, la importancia de vivir con fe, amar y ser amado; por un tiempo el alma se desnuda de la presunción, la vanidad y la soberbia, lo que tantos descalabros ocasionan.

Mejor aprendamos a vivir sonriendo.

paulchavz@gmail.com

 

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