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"OPINIÓN"

"FACTOR HUMANO: Un General de Roble"

"Cuando alguien cambia y da ejemplo inspira a muchos, no importa quien haya sido. Recobrar la dignidad perdida logra milagros"
FACTOR HUMANO
13/06/2020

Cuando alguien cambia y da ejemplo inspira a muchos, no importa quien haya sido. Recobrar la dignidad perdida logra milagros.

Aquí la historia de un "general" italiano prisionero de los alemanes en 1944 en la II Guerra mientras Italia era ocupada por los nazis. Un caso sorprendente.

 

La prisión y el honor

El general se decía llamar Della Rovere de grandes influencias, ingresó a la prisión de San Vittore en Milán. “Supe que había sido capturado al desembarcar de un submarino para comandar la resistencia en el norte, lo pusieron en una celda junto a mí” narra Indro Montanelli un periodista miembro de la resistencia testigo de esto.

“Me causó impresión su porte aristocrático, hasta Franz el inspector alemán se cuadró ante él”. La prisión era la más temida de Italia por las torturas de la Gestapo a los prisioneros.

Encuentro inspirador

“Yo estaba exhausto, me habían torturado varias veces, pensando hasta cuándo podría resistir, en eso un guardia me anunció que el general Della Rovere quería verme. El distinguido prisionero tenía un catre, nosotros tablas. Inmaculadamente vestido y con su monóculo en el ojo me saludó cortésmente”:

“¿El capitán Montanelli? Ya sabía antes de desembarcar que lo encontraría aquí. El gobierno de su majestad se interesa mucho por Ud. confiemos en que, aun al caer frente al pelotón de fusilamiento, sabrá cumplir con su deber, el más elemental de sus deberes como oficial. Por favor no se incomode”. Entonces me di cuenta que seguía frente a él en posición de firme.

El Novio de la muerte

“Nosotros los oficiales vivimos vidas provisionales ¿no es así? me dijo, los españoles dicen que un oficial es un novio de la muerte”. Le veía pulir su monóculo, los apellidos reflejan la personalidad, Della Rovere significa “del roble” y ese hombre era de madera muy sólida.

“A mí ya me han sentenciado ¿A Ud. También?” Todavía no excelencia. Ya lo condenarán, los alemanes son rígidos cuando esperan arrancar una confesión, pero también son caballeros con los oficiales que se niegan. Usted no ha hablado ¡Muy bien hecho! Eso significa que le harán el honor de fusilarlo de frente y no de espaldas. Le pido que persista en su silencio, pero en la tortura la resistencia física tiene sus límites, me insinúo dígales que ejecutaba mis órdenes.

Me escuchó y exclamó: “el único deber que me resta por cumplir es morir luchando en el campo del honor. No ha de ser difícil, creo yo, morir decorosamente”.

El cuidado personal

“Al entrar a mi celda rogué que me enviaran un barbero, aquella noche doblé cuidadosamente mis pantalones, tendí mi camastro. Durante los días siguientes vi que muchos visitaban su celda, todos salían erguidos, no los veía abatidos.

Nuestra sección se calmó, uno dejó de gritar desgarradamente por la suerte de su familia y mostró gran compostura cuando lo llevaron a interrogar. El guardia me dijo que después de hablar con el general todos pedían un barbero, peine y jabón. Hasta los guardias italianos se afeitaban diariamente. Hasta Mueller de la Gestapo refunfuñaba la mejora en la disciplina y el decoro”.

 

Las confesiones cesaron

Los alemanes estaban muy confusos: los prisioneros persistían en su obstinado silencio. Incluso morían gallardamente vitoreando la patria.

Della Rovere les animaba a resistir, sacándoles fuerzas y valor, haciéndoles ver lo que les daba sentido a sus vidas, aconsejándoles con su experiencia de prisionero: “Las horas más peligrosas son las primeras de la tarde, el solo anhelo de distracción puede hacerlos confesar. No fijen la vista en las paredes, cierren los ojos eventualmente y las paredes perderán el poder de ahogarlos. Censuraba a quienes se desarreglaban. La limpieza influye sobre la moral, les decía con orgullo militar.

 

Corrió un rumor

Que el general era un espía de los alemanes, entonces los guardias italianos lo acecharon, de ser cierto lo estrangularían y le llevaron a un comandante preso que sabía mucho. Le dijo “lo van a torturar, no confiese nada, el comandante escuchaba pálido, si se ve obligado dígales que obedeció mis órdenes”. Entonces los guardias creyeron en él. "Yo volví a ser interrogado, el general pidió verme, examinándome me dijo: “estoy bien contento capitán, Ud. no habló ¡Bravo!”.

Después nos llevaron a Fossoli, un campo de muerte, ahí el general ya sin privilegios trabajó igual que todos, recordándoles que no eran delincuentes, animándoles. Antes de ser fusilado pidió que no le vendaran los ojos y murió dignamente.

La verdad

Ese fusilado era Bertoni, un ladronzuelo mayor al que encerraban seguido. Los alemanes viendo sus grandes dotes de actor le propusieron que espiara dándole privilegios haciéndolo pasar como general. Para su sorpresa se convirtió en uno auténtico y ¡de roble! trascendiendo. Nadie supo de Bertoni, todos en cambio sí del "general".

La historia engulle la mediocridad e inmortaliza el heroísmo.

 

paulchavz@gmail.com

 

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