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"ABUSO DE AUTORIDAD"

"Familia de El Limón de Los Ramos acusa: Los marinos mataron a su padre"

"Leonardo duró 20 años en el Ejército y una noche, la del 26 de agosto del año pasado, la balas de elementos de la Secretaría de Marina le quitaron la vida"

Bryan, Damary y La Plebilla están huérfanos de padre. Leonardo. Al menos cinco elementos de la Secretaría de Marina lo atacaron el 26 de agosto. Desde el aire le dispararon en distintas ocasiones, pero sólo bastaron dos balas para que muriera.

“Tenían su campamento en Jesús María, enfrente del panteón. Esos marinos hacían rondines en diferentes rancherías… desde que pasó ya no están ahí. Se fueron y luego nos dijeron que estaban siendo investigados”, narró uno de los siete hermanos de Leonardo.

El ataque sucedió en El Limón de Los Ramos, un poblado a 18 kilómetros de Culiacán. Ahí viven aún Bryan, Dámary y su hermana menor, a la que le dicen La Plebilla. Es una casa que está en obra negra, con piso de tierra y con las conexiones eléctricas expuestas.

La puerta de entrada es de fierro. Cuando se abre se puede ver al fondo un altar donde hay una veladora prendida, una flor roja de plástico y una fotografía enmarcada de Leonardo. Esa imagen fue tomada en un cuartel militar en Chiapas, donde trabajó como soldado.

“Duró 20 años como militar”, dijo Brayan, mientras su tío hablaba de Leonardo y que este prefirió dejar la milicia para regresar a Culiacán con su esposa, la señora Otilia, porque el dinero de soldado no le bastaba para poder sostener a su familia.

Él fue militar.

 

 

El día que mataron a Leonardo

Él se llamó Leonardo Armenta Aguilar.

Fue entre las 3 y media y 4 de la tarde. Fueron elementos de la Secretaría de Marina que patrullaban en distintos poblados al norte de Culiacán. Quienes viven en El Limón de Los Ramos aseguran que los marinos golpeaban a quienes ellos creían sospechosos.

En 2017, la Comisión Nacional de Derechos Humanos documentó el caso de Leonardo, mas no otra queja de parte de pobladores de El Limón de Los Ramos, pese a que fue la tercera dependencia federal con mayor número de observaciones en Sinaloa, en total 14, después del Ejército con 18 quejas y del IMSS, que superó las 20 quejas ese año.

“Aquí a la gente los golpeaban, les quitaban los celulares, les quitaban el dinero, por el simple hecho de verlos sospechosos”, señaló uno de los hermanos de Leonardo.

El 26 de agosto, Leonardo fue asesinado. Apenas había ido por su esposa y su hija para llevarlas de regreso a casa. Luego se sintió mal y prefirió levantarse de la cama por recomendación de su madre.

“Mi mamá le dijo que hiciera algo, para que dejara de pensar en eso (el dolor), que no pensara tanto en el problema que tenía, y salió, en ese momento estaba el helicóptero aquí”, recordó una hermana de Leonardo.

“Aquí enseguida estaban golpeando gente, porque aquí enseguida estaba un carro que venían persiguiendo supuestamente porque se lo habían robado”.

Leonardo vio cómo los marinos que estaban golpeando a un hombre.

“Aquí en un terreno baldío que está aquí abajo se notaba que había dos o tres (marinos) y se vinieron aquí, donde estaba la gente, y ellos les dijeron que ese carro era de aquí, que no era robado”

“Luego supimos por la misma gente que le metieron un tiro al carro y que golpearon a uno de los muchachos. Les quitaron dinero, celulares y los estaban diciendo muchas cosas. Al modo. Y cuando escuchó ese ruido, escándalo, él salió y ellos se dieron cuenta. El helicóptero los siguió”.

Leonardo salió por la parte trasera de su casa. Se fue caminando con dirección a la carretera, a la México 15.

En ese momento, un primo de él vio cómo el helicóptero comenzó a seguirlo y cómo uno de los marinos que estaba en la aeronave le apuntaba con un arma.

“Ya más adelantito alcanza a escuchar un disparo, que es cuando le empiezan a disparar, es cuando le pegan por la espalda y mi hermano empieza a correr”.

Apenas avanzó un tramo y se encontró con los marinos que golpeaban al otro hombre junto a su casa. Le hicieron el alto, pero con una herida en la espalda prefirió seguir corriendo.

“Queremos imaginar que pensó que si ya le habían disparado unos, por qué ellos no le iban a querer disparar y siguió corriendo y a la hora de querer brincar un cerco le pegan el balazo que le troza una vena al corazón”.

“Cae al otro lado, todavía vivo pero agonizando, y los marinos se brincan, le roban un dinero que traía, le roban los teléfonos, le quitan los tenis, porque hasta los tenis se los querían llevar, y ahí queda mi hermano agonizando”.

Brayan fue la primera persona en ver a Leonardo. Vio morir a su papá.

 

 

Esperar a que la Secretaría de Marina investigue a los marinos

Ningún elemento militar puede ser juzgado por las leyes civiles. No sucede así a menos que se corran distintos juicios en el que se abra el expediente para que así lo revise un juez federal.

A los militares los llevan a tribunales militares. A cárceles para militares. Son juzgados por militares.

En el caso de Leonardo, la Secretaría de Marina reportó que el asesinato ocurrió después de un enfrentamiento.

A la fecha, según se estableció en el expediente, Leonardo no tuvo en sus manos ningún arma para demostrar ese altercado. Sin embargo, la muerte se clasificó como tal.

En 2017, de acuerdo con registros de la Fiscalía General del Estado, cada siete días murió un civil en enfrentamientos contra elementos de la Policía Militar o de la Secretaría de Marina. Datos que se otorgaron vía acceso a la información establecen que entre el 1 de enero y el 31 de octubre se registraron 45 casos de personas que murieron en enfrentamientos contra elementos militares.

Uno de esos casos, según la Fiscalía, fue el de Leonardo. Hoy está siendo investigado por la Secretaría de MArina, PGR y la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

 

 

¿Y tú qué quieres ser de grande?

Bryan tiene 20 años, aunque su físico no los aparenta. Es de cuerpo delgado, apenas supera los 1.50 metros de altura. Es de piel morena, como su padre. Tiene el ceño fruncido. Su conversación es breve. Se limita a hablar lo necesario, como si le pesara entablar pláticas. No así cuando hablan de su padre: se entromete para corregir. Cuida su memoria.

Siempre trae el celular en mano. Juega, ve mensajes, se ríe a ver imágenes. Pierde su mirada y al mismo tiempo se pierde en su cuarto, sobre su cama, mientras los demás hablan, ven televisión o hacen sus tareas. Pero su mente sigue ahí, aunque un tanto distraída, sabe qué pasa, quién está y por qué está ahí.

Le gusta corregir y ver al horizonte cuando se sienta en el umbral de la puerta de su casa. Él no sabe qué será de adulto. Nadie más lo sabe.

La plebilla, la hermana menor, está siempre atenta. Parece un reflejo contrario al de Brayan. Ella va a la primaria. Le gusta dibujar. Es coleccionista de anillos.

Ahí también está Damary. Es la hermana de enmedio. Le gustan las fotografías. Hace poco hizo el álbum familiar, donde incluyó las fotografías de su papá. Ella quiere seguir estudiando, dice, pero depende de que le ayuden a entrar a la preparatoria.

“Quiero seguirle, pero estoy esperando a que me hablen para poder meterme a la prepa”, aseguró.

Quiere ser maestra. Quiere salir de El Limón de Los Ramos. Quiere, dice, justicia para su papá.

“Que los marinos se vayan a la cárcel”.

 

 

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