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"Fundación El Cid"

"Fundación El Cid apoya a trabajadores, a su familia y a la comunidad en general a superarse"

"Wanda Thompson, directora de la institución, habla sobre el programa de becas para sus empleados de los complejos de Mazatlán, Puerto Morelos y Cozumel"

Mazatlán._Rodeada por fotografías de jóvenes graduados, a los que han apoyado con uno de los programas más exitosos que realiza Fundación El Cid, el de becas, es como se encuentra la oficina de Wanda Thompson, directora de la institución.

Ella llegó en 2001, para continuar e implementar programas que apoyan a los empleados de los complejos de Mazatlán, Puerto Morelos y Cozumel, así como a la comunidad en general.

“La señora Berdegué (Lola Sacristán) y yo nos conocimos en Pro México y cuando me invitó a la fundación le dije que sí. Ya había terminado mi maestría, continuamos con lo que ya estaba e implementamos el programa de educación abierta”, recuerda.

“Cuando entré, le dije a Lola, ‘¿por qué no nos traemos el programa que tenemos en Pro México?’. Le agradó y comenzamos con alfabetización en primaria, después secundaria y finalmente preparatoria”.

Este programa está dirigido a los empleados, sus familiares y público en general, que no cuentan con estudios de educación básica, auspiciado por la SEPyC y la fundación, el cual se implementó en 2003.

Hasta la fecha, se han graduado 103 estudiantes de este programa, siendo la mayoría de preparatoria, con 55 graduados, seguido con 36 de secundaria y 12 de primaria.

Beca Julio Berdegué

En 2005, la Fundación, con el apoyo de don Julio Berdegué Aznar, se abrió el programa de becas para estudios universitarios. Se lanzó una convocatoria a algunas preparatorias con alumnos de escasos recursos para otorgar tres.

“Cuando iniciamos, dijimos que serían tres becas de las escuelas que se convocaron y de esas íbamos a elegir, pero el consejo y la familia Berdegué dijeron que era injusto dejar a algunos fuera, entonces iniciamos con nueve becados”, explica Wanda.

En abril de 2007, don Julio, el patriarca de la familia, falleció, dejando un gran legado en la ciudad con la generación de empleos en el sector turístico, por lo que sus hijos, para honrar su memoria, en 2008 cambian el nombre a Becas Julio Berdegué.

“Nos enfocamos más a la educación por la cuestión de la familia y nuestra presidenta, la señora Berdegué, considera que si queremos un mejor México, una sociedad mejor, los jóvenes tienen que estar educados y darles una oportunidad para que ellos y sus familias puedan vivir mejor”, amplía.

“Hay muchos casos: uno de un joven que su papá es botón y gana el mínimo; él dice que quiere ayudar a sus hermanos a salir adelante, se graduó con diploma de tercer lugar y ya con trabajo de la Náutica”.

El programa ha sido tan exitoso que, al formalizarse, se implementó un proceso de selección y ha dado prioridad a sus colaboradores y sus hijos.

“Hay muchos empleados que estudian con beca, buscan escuelas de fin de semana o con turno de la tarde-noche. Tenemos 166 becados en diferentes universidades, ellos deciden a qué universidad y la señora Berdegué dice si se puede o no apoyar”, detalla.

Entre otras de las actividades que se realizan desde 2001, está el donativo anual de un bono escolar para los empleados, a quienes se les otorga una cantidad para el apoyo de adquisición de útiles escolares y uniformes, además de descuentos con proveedores.

Para mejorar la vida de colaboradores

La institución ofrece apoyo a más de 2 mil familias que forman parte de los complejos turísticos del País para contribuir en su bienestar y calidad de vida, por lo que también se crearon programas específicos para ellos.

El de salud, de micropréstamos y otro, el de vivienda, que este se otorga solo a los que cuentan con más de 10 años de antigüedad, se hace un estudio socioeconómico, se analizan las condiciones y necesidades de su hogar, apoyando a los casos más críticos.

“Uno de los casos críticos que apoyamos fue el de una persona que su baño estaba en la calle, no tenía cuartos y vivían varias personas, por lo que se techaron algunas áreas y se hicieron divisiones”, menciona Wanda.

Comunidad y medio ambiente

Preocupados y ocupados también por la sociedad, desde los inicios de Fundación El Cid, en 1998, han otorgado donativos en efectivo y en especie de blancos, muebles, electrodomésticos y loza para albergues, Cruz Roja y asilos.

También realizan eventos recaudatorios para asignarlos a alguna institución y desde hace algunos años, cumplen el sueño de niños con cáncer, que aún no conocen el mar y pasan una semana hospedados en los hoteles y preparan actividades especialmente para ellos.

En el programa ecológico, se realizan limpiezas para la conservación de las playas y recursos naturales.

Otra manera de contribuir a la sociedad ha sido con la construcción de escuelas, en Pradera Dorada 2 y 6.

“La de Pradera Dorada 2 la entregamos con toma para corriente; la constructora de El Cid fue la que apoyó, el Gobierno y otro empresario se sumaron y construyeron más salones”, especifica.

“El año pasado se inauguró la escuela en Pradera Dorada 6, lleva por nombre Ana Isabel Sáenz Unger; fue una amiga muy querida en Pro México y se dedicó a lo de la educación, tiene paneles solares. Ya fuimos a la primera graduación y también apoyaron otras empresas para la edificación”.

La solidaridad como forma de vida

Durante casi 20 años, Wanda ha formado parte de la familia El Cid y en su andar ha vivido experiencias muy enriquecedoras, con grandes satisfacciones y otras de aprendizaje.

“Lo mejor de la fundación son todos los programas de ayuda que tiene; es un trabajo muy bonito. Estudié Psicología y maestría en Terapia Gestalt y desde niña, mi mamá nos decía que hay gente que tiene necesidades y hay que ayudar”, dice.

“Siempre, ella nos inculcó tratar igual a la gente que tiene menos o más dinero, nos decía, ‘aquí no hay diferencias, todos nacemos igual, nos vamos a donde mismo y todas las personas merecen respeto’”.

Este mismo ejemplo lo ha predicado en sus hijas, a quienes se llevaba desde niñas a Pro México y, actualmente, en la ciudad que viven, apoyan en un programa de niños con cáncer.

RECICLAJE

En 2008, iniciaron con la recolección de tapas para donarlas al Hospital Pediátrico de Sinaloa.

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