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"Mazatlán"

"La Fórmula de la Felicidad: Papá, ¿me das para comprar tu regalo?"

"En su columna el escritor invita a reflexionar sobre el verdadero sentido de la celebración del Día del Padre"
LA FÓRMULA DE LA FELICIDAD
14/06/2019

Se dice que en 1909, una joven mujer estadounidense, sumamente agradecida por la labor que realizaba su padre por ella y cuatro hermanos al quedar viudo, decide establecer un día en el que se dedicarían ella y sus hermanos a hacer un reconocimiento con toda la intención de hacerlo sentir muy bien.

Es en 1950 que México decide unirse a la celebración del día. Para ello, se propuso una serie de eventos en los centros escolares, aunque en los años posteriores se fue convirtiendo en una fiesta de consumo, patrocinada por las grandes cadenas comerciales. Sin embargo, en muchos hogares de nuestro País, la fiesta es una ocasión para la reunión familiar como una forma de reconocer la labor muchas veces minimizada del padre de familia.

Como muestran los datos del INEGI, sólo el 50 por ciento de los mexicanos celebra esta fecha con algún evento, en casa de preferencia. Los que celebran a la madre representan el 78 por ciento; son 28 puntos de diferencia, un rango grande que invita a los inquietos a realizar estudios que nos permitan interpretar el porqué de la diferencia.

Después de mi lectura de datos y lleno asombro, me encuentro como observador en los pasillos de un centro comercial, confieso que sorteando la invitación para “pasar tarjeta” ante muchas tentaciones.

Es el momento de hacer mi llamada para reportarme con “mi jefe mazatleco”, me concentro en la conversación y de momento me atrapa la oferta de una “cafetera inteligente”. Mis vecinos de intención de consumo, un padre como de mi edad con su “pequeño” hijo de unos 25 años.

Aproveché las recomendaciones que el joven le daba a su padre para dejarme enganchar. Su smartphone era la herramienta de investigación para darnos a conocer todos los beneficios y satisfactores de ese tipo de producto, la vendedora realmente solo se encargaba de asentir. El momento de la decisión se presentó y el padre comenta: “a mí me gusta mucho cómo prepara el café mi cafetera; no necesito este artículo, ¿para qué la quiero?”.

Toda la relación afectiva y la conversación se transformaron. El veinteañero, con un tono de voz fuerte y decidido, comenta: “papá, cómpratela de regalo del Día del Padre. No seas anticuado. ¡Qué oso con tu cafetera de filtros! Me agota el tiempo que invierto en hacer café, esto lo hace muy sencillo y rápido. Mira, metes la capsula, picas un botón y listo, además es lo más cool”. El buen padre, con tono amable y voz pausada, trataba de explicarle que no la ocupaba, que no valía la pena la inversión, lo que provocaba más la ira o berrinche del “pequeño de 25 años”. Por el tono de voz, ya no solo era yo el testigo de esa conversación, sino más de cinco que con inquietud y mucha curiosidad (por no decir mitoteros, jajaja), queríamos saber el desenlace de esa negociación.

Es la primera vez que interviene la vendedora de la marca y le dice al señor que lo tome como regalo del Día del Padre, que se lo merece; le agrega más beneficios a la oferta regalándole 40 capsulas más y es cuando surge el grito desesperado del hijo que quiere hacer sentir muy bien a su padre: “papá, ¿me das para comprarte tu regalo?”. Con mirada atónita observo el desenlace: “Muy bien. ¿Cuál modelo quieres que compre?”

Los testigos, deseosos de saber el desenlace de la película de suspenso, nos volteamos a ver con cara de asombro y con miradas de complicidad. Con el tremendo reto de callar nuestras propias conciencias nos decíamos internamente: ¿Se la va a comprar?

Una serie de preguntas llegó a mi mente, tales como: ¿serán las mismas intenciones que motivaron el nacimiento del Día del Padre? ¿Cuántos de nosotros seguimos con el proceso de padres proveedores, cuando nuestros hijos ya deben tomar las riendas económicas de su vida? ¿Será este tipo de comportamientos lo que nos tiene en el top 3 mundial de “ninis”? Desde nuestro rol, ¿qué comportamientos deseados debemos promover para verdaderamente ser herramienta y vínculo de formación de competencias para la vida?

Mientras buscaba mi propia respuesta, asumí que “el pequeño” tenía grandes competencias no utilizadas correctamente; no sé qué carrera estudió, pero de vendedor sí la hace. Acto seguido, saqué mi tarjeta de crédito y me compré mi cafetera inteligente; ¡cuidado! No piense mal de mí, yo decidí regalármela por el Día del Padre. Soy fan de esa marca por el sabor y la variedad de opciones de café. Me dije: “me la merezco”.

Esta sencilla historia nos invita a reflexionar sobre el verdadero sentido de la celebración del Día del Padre. Les deseo a todos mis lectores que vivan con gratitud esta gran fecha y den un fuerte abrazo presencial, virtual y hasta el infinito a todos los padres de su vida.

Mientras, seguimos conectados en Facebook en mi página Oscar Garcia Coach.

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